El hermafroditismo cultural

Publicado el 1 de marzo de 2025, 7:55

Por Jesús Trejo

Tiempo estimado de lectura: 4 min.

 

 

El pez payaso es una especie que se caracteriza, junto con otras muchas, en que puede cambiar de sexo1. Hasta ahora. Porque parece que ahora también la especie homo sapiens (sic) tiene esa facultad.

 

La naturaleza ha permitido el capricho a ciertas especies de modificar sus cromosomas bajo ciertas condiciones climáticas o incluso biosociales. Cuestiones como la temperatura, o la ausencia en la comunidad de actores reproductores hacen que se generen esos cambios, sorprendentes y maravillosos.

 

En el caso del género humano, la cosa es menos maravillosa, y más prestidigitante. Se trata de simplemente pasar por el registro civil y definirte según el sexo que te apetezca.

 

Esto es un colofón lógico a la definición del idealismo woke, donde todo es cultura. Y está genial. Pero hay siempre una pequeña duda que me asalta, y que habla del espíritu mezquino y rastrero de estas almas etéreas no binarias. Si todo es elegible, y todo es cultura: ¿Por qué no elegimos a lo grande, y optamos por la inmortalidad, la invisibilidad, la omnipotencia, la ubicuidad o simplemente, la sensatez?

 

Ya no hay sexos, sólo género, y las adscripciones a cada cual son elegibles, porque es un “constructo mental de asignación de roles sociales” los que dan contenido a tu condición sexuada y no los odiosos cromosomas y la maldita naturaleza, tan limitante y rígida.

 

Hay pequeños detalles, eso sí, que generan algo de confusión, como la estructura corporal y ósea, las segregaciones hormonales y el órgano reproductor, pero nada que no se pueda solucionar con una buena cirugía y una cantidad suficiente de productos farmaceúticos. ¿Qué no me puedo cambiar de sexo?: “Sujétame el cubata”.

 

La humanidad, por fin liberada del estigma de la naturaleza, ya puede campar a sus anchas por el universo infinito, y ahora forma parte del selecto grupo de especies que pueden por birlibirloque modificar su sexualidad a capricho. Por fin podemos decir a las otras 500 especies libres del condicionamiento sexual, yo si te creo “hermane”. Y me atrevería a proponer, dado que estamos en el yupimundo, que se extinga la palabra “hombre” que conceptúa el género humano, y pasemos a llamarnos pez payaso”. Con ello, a la vez que damos un golpe demoledor al heteropatriarcado, que como ya sabemos domina el mundo por el lenguaje imponiendo el sesgo masculinizante, podremos con total libertad incorporar a nuestra esencia las cualidades inherentes a esta especie marina: el transgénero, la memoria pez, y la payasada cómica en que nos hemos convertido. De hecho, La factoría Disney ya dio los primeros pasos poniendo a esta especie como protagonista con el que empatizar las jóvenes generaciones con la película “Nemo".

 

Hubo un tiempo en que este debate entre naturaleza y cultura estuvo marcando la agenda filosófica. En la Grecia clásica, Platón sentaba cátedra con su negación de lo natural, apuntando a que la verdad estaba en un mundo Ideal, un mundo que tenía reservado el derecho de admisión sólo a los sabios, como sutil forma de justificar la estratificación social. Frente a este elitismo intelectual se erigieron los cínicos, que se limitaron a destapar las vergüenzas de esta filosofía tiránica utilizando dos formas o tropos literarios: el primero, llamado “chreia” (chanza ingeniosa) que buscaba desarmar burlonamente la mentira de un argumento solapada en lo solemne:

 

«Platón, yo veo una mesa y una copa, pero tu “idea de mesa” y tu “idea de copa” no las veo de ninguna manera»2

 

El segundo, llamado entimema, silogismo retórico cargado de ironía acusadora, donde se omite una premisa, que se da por supuesta en la mente del receptor:

 

Todas las cosas pertenecen a los dioses.

Los sabios son amigos de los dioses.

Los amigos comparten las cosas.

Todas las cosas pertenecen a los sabios.3

 

Obviamente, lo que todo el auditorio tenía en mente es que los sabios eran los filósofos platónicos, y querían acapararlo todo.

 

Así que vemos que estos tejemanejes intelectualoides y panculturalistas no son de hoy, han estado siempre en la lucha por ganar las mentes de la opinión pública, y por ello enarbolamos las formas despreocupadas y burlonas de los cínicos para criticar esos delirios universitarios, y abrazar con naturalidad y confianza nuestros genes heredados, “optando” por ser hombres y no peces payasos.

 

Jesús Trejo

 

 

1 https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/mascotas/siete-animales-que-tienen-la-habilidad-de-cambiar-de-sexo-nid04102024/

 

2 “los cínicos” AA.VV: seix barral, pag 119

 

3 Ibid.. pag 126

 

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