Sobre los modos de conducirse la sociedad

Publicado el 1 de febrero de 2025, 7:48

Por Tombol

[Tiempo estimado de lectura: 20 min]

 

 

A partir del visionado de la película “La ola” (2008) de Dennis Gansel

 

Sinopsis: En un colegio-instituto alemán, un profesor, dentro de la semana de proyectos sobre diversas temáticas, realiza un experimento con sus alumnos para hacerles entender lo que es la autocracia o gobierno de uno (régimen totalitario).

 

Es una película basada en hechos reales, concretamente sobre los acaecidos en el año 1967 en un instituto de secundaria en Palo Alto (California-EEUU). El profesor Ron Jones fue el que realizó el experimento y es posible consultar las notas que escribió referente al mismo posteriormente. Tras un análisis de éstas me doy cuenta de que, para lo que nos ocupa, tiene más interés la reflexión a partir de lo sucedido realmente que de la propia película de Gansel. Ésta es una cuidada producción, con muchos méritos cinematográficos, y que, efectivamente, toma lo sustancial de lo ocurrido en Palo Alto. Pero la película alemana añade a su vez diversas acciones o escenas inventadas, algunas muy efectistas, para elevar el nivel de tensión dramática y mantener vivo el ritmo narrativo. Un trabajo pues, el de Gansel, que aparte de lo sustantivo ya dicho, se sobrecarga de aspectos emocionales, lo que podría tamizar la percepción del espectador respecto a la realidad acontecida. Interesante esta cuestión para comprender cómo una misma historia se puede entender de muchas maneras según se cuente, y cómo en ello influye la utilización que se haga del factor emocional (amén del ritmo narrativo que se imprima, que no favorece el análisis por parte del espectador).

 

Los hechos reales acontecidos en 1967 fueron los siguientes: Ron Jones, profesor de Historia, para resolver la pregunta “¿cómo pudo el pueblo alemán alegar ignorancia sobre lo que estaba pasando con los judíos?” y explicársela a sus alumnos, decidió ir detallándoles el ideario que el Estado alemán estaba inculcando en sus ciudadanos, a la vez que iniciaron en el aula escolar una práctica de los hábitos sociales que se instalaron en la Alemania de Hitler. Así pues, Jones inició un experimento pedagógico sin saber muy bien adónde le llevaría. El experimento se inició un lunes, y comenzó abordando cuestiones como la disciplina y la voluntad (realizando ejercicios de respiración y posturales), el papel del guía (el propio Jones), el cuidado de las formas y la obediencia (contestar sin evasivas, ponerse de pie para hablar).

 

El martes, sin que Jones tuviera claro qué clase iba a dar, se encontró con que los alumnos mantenían activas las pautas posturales y de concentración del día anterior. Jones quiso entonces continuar con el experimento y les habló de “la fuerza a través de la disciplina” y “la fuerza a través de la comunidad”, haciendo que parejas de alumnos repitieran estos mantras para que así sintieran el efecto de la acción grupal; les habló de logros deportivos, grupales, les enseñó a hacer un gesto con la mano que serviría de saludo especial, recalcó lo aprendido el día anterior.

 

El miércoles Jones facilitó a sus alumnos unas tarjetas que les acreditaban como miembros del experimento, les habló del significado de la acción, explicando cómo la disciplina y la comunidad no eran nada sin ella, de ser responsables de las propias acciones, de proteger estos conceptos comprobando que todo ello mejoraría el aprendizaje. Los alumnos se mostraban eufóricos con esta enseñanza, su rendimiento mejoraba. Jones dio ese miércoles a sus alumnos tareas específicas que realizar (convencer a otros, diseño de un estandarte, vigilancia, etc.). Nuevos alumnos de otras clases se sumaron al grupo de Jones. Ese mismo miércoles Jones comenzó a comprender que el experimento estaba yendo demasiado lejos. Varios padres se quejaron, hubo episodios de abuso en el instituto… la diferencia entre el experimento y la conducta dirigida empezaba a ser indistinguible.

 

El jueves Jones empezó a pensar cómo desmontar el experimento. Él mismo se empezaba a sentir como un dictador y se veía arrastrado por su papel. Hubo varios episodios más que afianzaron su convicción de que debía urdir un plan para desmontar todo aquello. A todo esto, Jones comprobó que se había producido una homogeneización de los miembros de la clase, los menos capacitados se mostraban mucho mejor dispuestos al aprendizaje y al esfuerzo y los que fueron líderes anteriormente ahora habían perdido su rol como tales. Por otro lado, el profesor se asustó, vio que se estaban cruzando ciertas líneas peligrosas.

 

El viernes Jones ejecutó su plan. Había anunciado a sus alumnos el día anterior que el viernes se iba a celebrar una reunión sólo para miembros, en las que se iba a hablar de lucha política efectiva y del nombramiento de un líder. La sala de reuniones se abarrotó (200 personas). Se apagaron las luces y sólo quedó una televisión encendida, con su pantalla en blanco. El público aguantó sin moverse en esa extraña situación, hasta que empezó a reinar el desconcierto. Entonces Jones les reveló la verdad, que habían sido manipulados, pidió perdón, les explicó el significado de lo ocurrido, les mostró entonces unas imágenes de la Alemania nazi. Muchos de los asistentes rompieron a llorar al terminar de escuchar los razonamientos de su profesor. Nadie habló de lo ocurrido durante los años siguientes.

 

Un análisis a bote pronto, como lo son la mayoría de los realizados y que me he encontrado, nos lleva a extraer las conclusiones más evidentes, por ejemplo “qué peligrosos los autoritarismos”, “las dictaduras convierten a los seres humanos en muñecos a su disposición”, “menos mal que ahora vivimos en democracia…”, etc.

 

Me gustaría a mí también hacer un experimento, hacer una disección de lo ocurrido en Palo Alto, pero sin apriorismos o creencias preconcebidas, analizando cada uno de los elementos que fueron apareciendo a lo largo de esta historia, por separado, para al final tratar de ensamblar las conclusiones extraídas.

 

La disciplina

¿Es la disciplina algo nocivo, en sí misma? Está claro que no, todo lo contrario, es un aspecto de valor que nos ayuda a superarnos en nuestras limitaciones, todo depende del contenido que se le dé. Me parece, de todas formas, más correcto, para que se entienda mejor en su acepción positiva, asociar disciplina a voluntad. Y es entonces que podemos identificar voluntad como virtud.

 

La comunidad

¿Pensar en crear grupos humanos fuertes tiene algo de malo? Está claro que tampoco, de hecho, la comunidad es lo que da sentido a la sociedad, ya que la colaboración y la ayuda mutua construye el conjunto humano, no somos iguales todos los seres humanos, pero es demasiado evidente que sólo se puede desarrollar adecuadamente una sociedad partiendo de una construcción comunitaria (común-idad).

 

El líder

Como no somos todos iguales, siempre han aparecido líderes, o personas con mayor capacidad de liderazgo. La existencia de un líder pienso que no supone ningún problema, siempre que sus aportes sean necesarios. El problema de los líderes es el poder que se les da. Si un líder es un referente simplemente, pues nos puede ser útil. Si un líder nos representa, entonces empezamos a delegar en él demasiado poder, empezamos a abandonar nuestra responsabilidad. Algo distinto es la autoridad. Autoridad significa “poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho”. Es, pues, un poder. Un poder que le otorgan otros, claro.

 

El poder

¿Es el poder malo en sí? Pues malo, lo que se dice malo, está claro que no. Todos tenemos cierto poder, en nuestro ámbito. Y seguramente el ser humano tiene una pulsión, natural, a tener más poder. Pero la cosa cambia cuando alguien empieza a tener demasiado poder. Esto ocurre a partir de que quienes le rodean empiezan a delegar, a entregar su propio poder, por las razones que sean. Pero eso es ya otra historia.

 

Los ritos y los símbolos

Son solo imágenes, gestos, construcciones del imaginario humano. En sí mismos no son nada. Cobran fuerza por el valor que la sociedad o comunidad humana les da. Los ritos los veo más como un lenguaje particular creado por una comunidad concreta, desde ahí es visto como costumbre del pueblo. Los símbolos suelen ser representativos de ideas, valores, etc. tendentes a crear una emoción o significación particular de la realidad. Veo a los ritos como un lenguaje necesario para expresar algo que, desde la comunicación natural más básica, no se consigue transmitir, y el rito da un paso más allá. Los símbolos recogen contenidos más amplios, y vemos que al identificarse con ellos amplios sectores de la población, consiguen movilizar y homogeneizar a éstos en sus idearios.

 

El enemigo

Vemos que se utiliza muchas veces la existencia de un enemigo común para fortalecer el propio ideario. Existen enemigos porque existen amigos, esa es la realidad. La amistad nos acompaña, también la enemistad. Pero vemos que hay enemigos naturales (por ejemplo, los que nos compelen a defendernos ante un peligro de invasión) y enemigos artificiales (por simple diferencia ideológica o por la existencia de una presunta amenaza como por ejemplo los enemigos que propone el conspiracionismo). Cuando se instrumentaliza el concepto del enemigo para crear unidad en la comunidad, se empieza a pasar a otra cosa. En los hechos de 1967 no se incidió en esta cuestión.

 

La ideología

El significado de esta palabra es “conjunto de ideas”. Los seres humanos, todos, nos apoyamos en creencias e ideas para poder concretar nuestras cosmovisiones. Cuando las ideas cristalizan en visiones cerradas, formuladas desde fuera del individuo, aceptadas por éste sin discernimiento alguno, entonces se convierten en lo que podríamos llamar programación mental. En el experimento de Jones solo aparece un pequeño sustrato ideológico, al que se adhirió el alumnado más por el efecto benefactor del movimiento comunitario que por el ideario en sí.

 

Vemos entonces que los componentes que cristalizaron en los hechos acaecidos en Palo Alto, de por sí, no tenían nada de malo. Todo lo contrario, bien enfocados, bien asumidos, bien administrados, son componentes que mejoran la condición humana, nos ayudan a desarrollarnos, a construir un mundo más colaborativo y fuerte.

 

Y parte de eso sucedió en Palo Alto. El grupo humano se cohesionó. Se sentían como una auténtica comunidad, estaban dispuestos a alcanzar grandes metas, insospechadas metas. Generó una gran ilusión (eso es, ilusión, por lo cual no lo califico de positivo) en sus miembros, la vida cobraba sentido de nuevo. Todos tenían más poder (el poder que da el grupo), un poder real, eso no era ilusión.

 

Lo que sucedió en el instituto californiano derivó en que empezaba a crecer una fuerza incontrolable. Un grupo de estudiantes normales y corrientes se estaba transformando en un colectivo cuya fuerza pedía a gritos una mayor expansión, necesitaban crecer y dar salida a su energía. Es entonces que podemos comprender que, activando simplemente unos resortes tanto físicos como psicológicos, un individuo puede en cuestión de días propiciar en sí mismo una especie de transformación (no profunda, pero sí efectiva). En cuestión de días.

 

Y también podemos observar cómo los elementos mencionados, a nivel de masas, arrastran a cantidades ingentes de personas en movimientos sociales y políticos en la realidad contemporánea, con numerosos ejemplos constatables. Por ejemplo, el llamado socialismo, con sus símbolos (bandera), sus ritos (el puño), su ideología (izquierdista), su enemigo (derecha), su poder (gigantesco), su disciplina (de partido), su comunidad (seguidista), sus líderes (jefes de partido); o nos podemos fijar en otro tipo de grupos, como el feminismo con sus símbolos (bandera con cruz, puño y círculo), sus ritos (triángulo), su enemigo (hombres), su poder (con ayuda de lo institucional), su comunidad (muy identificable en cierta estética adoptada), sus líderes (incluidos sus tótems); y tantos otros.

 

La siguiente conclusión ya ha sido mencionada. Esos grupos o colectivos o movimientos, cuando acumulan mucho poder, lo empiezan a ejercer, y se convierten en totalitarios. El totalitarismo se comprende desde la existencia de líderes que aglutinan todo el poder que las masas les dan.

 

¿Por qué fue un problema lo sucedido en Palo Alto? Porque se empezó a acumular mucha energía canalizada hacia un objetivo concreto. Porque de la nada se había construido una fuerza que procedía de la base social. Porque se había formado un grupo humano sin ideología clara, con lo que podía ser rellenado con cualesquiera ideas. Porque demostraba lo sencillo que es dirigir y manipular a un puñado de humanos, y someterlos a una voluntad externa.

 

Y es aquí donde aparece una primera característica clave de las comunidades ideologizadas y manipuladas: Se han construido a partir de un MODELO EXTERNO al individuo, impuesto desde fuera del individuo. Lo que las sustenta es un modelo fabricado desde algo ajeno al sujeto, no tiene nada que ver con su naturaleza real. En la clase de Ron Jones, en su grupo de alumnos, lo que abundaba era jóvenes sin criterio, todavía en la fase de crear su propia cosmovisión del mundo y de la vida, y por eso bastaron un par de ideas vagamente explicadas para que el experimento funcionara. Todas las ideologías, los ismos, tantos grupos de pensamiento, confluyen en que asumen un modelo de pensamiento que les ha sido transmitido desde fuera, y se ha asimilado en su conjunto, anulando el discernimiento y la visión personal que un individuo pueda tener.

 

Y viene ahora la segunda clave para entender todo esto: La cuestión de la identidad. Cuando un individuo se IDENTIFICA con algo externo a él (lleva su identidad a otra cosa) corre el peligro de perder su mismidad. Delega el poder sobre el sí mismo (su ser) hacía una parte periférica de su persona (una idea o creencia). Deja de tener dominio sobre lo que es su centro (lo que nos permite actuar con criterio) y pasa a ser esclavo de una construcción mental.

 

Dos aspectos de la misma cosa: Identificación y modelo externo. Dos aspectos para alejarnos de lo que somos. Lo contrario sería hablar de un individuo con libertad de conciencia. Un individuo que encuentra dentro de sí lo que le une a la comunidad. Una comunidad que se forma desde la unión de los valores individuales. Una comunidad que se construye desde el entendimiento de la realidad y desde la observación de la experiencia. Una comunidad que no ahoga la individualidad y que permanece alerta para que nadie monopolice más poder de la cuenta.

 

Desde la teoría de los extremos también se puede explicar. El individualismo extremo lleva al aislamiento, el solipsismo, el egotismo excluyente, la asocialidad. El colectivismo extremo lleva al mecanicismo, la homogeneización, la uniformidad alienante. En Palo Alto se puede decir que éste fue el caso, con la presencia del guía o líder, no se olvide.

 

Se puede concluir de todo lo dicho que construir una nueva sociedad es una labor harto difícil. Los caminos fáciles no llevan muy lejos, como dicen los filósofos honestos, los que no venden humo. A pesar de las buenas intenciones, los peligros siempre acecharán. El ser humano, para transitar el camino adecuadamente, debe encontrar un punto de equilibrio que se balancee entre lo que es su individualidad y lo que es su integración en la comunidad. Tan complejo como fácil decirlo.

 

Es por eso que la R.I. trabaja para estimular los valores y virtudes del individuo, su libertad interior. Trabaja para formar una comunidad que no se esconda en idearios artificiosos ni verbosos. Trabaja para mostrar la destructividad que supone al ser humano la acumulación de poder, en el momento presente encarnado en todo el aparato estatal. Un individuo fuerte, una comunidad fuerte, son los cimientos, claro que sí. Donde está el peligro también está la liberación.

 

En las Bases para una revolución integral, artículo 8.8, se indica que “la libertad de conciencia determina la libertad. Solo el pensamiento libre y la libre voluntad, así como la emoción del corazón, pueden orientar una conducta que realice las demás libertades”. Y también, artículo 3.6, “ya que el principal objetivo político de la R.I. es sustituir las estructuras verticales de los estados por una democracia directa de asambleas en red, rechazamos totalmente la idea de que puedan existir ejércitos, políticos o ideologías que “salven” o “liberen” al pueblo de los tiranos que nos gobiernan. Nuestra meta no es tener gobernantes justos, honrados y bienintencionados, sino la de gobernarnos a nosotros mismos”.

 

PD

Ron Jones, en su parrafada final del último día, refirió que todos habían podido comprobar cuál era la razón por la que el pueblo alemán se dejó arrastrar por la ideología nazi. No deja de ser curioso que la película de “La ola” se hizo en Alemania… ¿Será que sus ideadores querían que los alemanes (nativos) no dejarán de sentirse culpables “por lo que habían hecho”?

 

Tombol

 

Por último, dejo el enlace para ver la película (en versión original) a la que hace referencia el artículo.

https://mega.nz/folder/LdxEHDST#hlkHQGtvIN2kHYaCoMwq0Q

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios