Por Antonio Hidalgo Diego
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Nuestro queridísimo presidente del gobierno, Pedro Sánchez, principal responsable de la conversión del Estado español en una dictadura formal1, se ha propuesto no descansar hasta que el reino de la piel de toro que dirige con mano de hierro se convierta en un clon de la dictadura tecnológica china. Con excusa de los peligros que suponen las llamadas fake news («noticias falsas»), realizó un discurso en el Foro Económico Mundial de Davos a favor de la censura y el control de la información por parte del aparato de gobierno2, una soflama que nos pondría los pelos de punta si no fuera porque ya nos estamos acostumbrando a este tipo de ofensas contra nuestras libertades básicas.
Como buen manipulador y maestro de la falacia, el guapísimo jefe del Ejecutivo justificó sus anhelos liberticidas en defensa de eso que esta gentuza llama «democracia». ¿Cómo lo ha expresado? Asegurando que «nuestra democracia» está en peligro por culpa de la proliferación de la desinformación en las redes sociales. Y para demostrar la situación de acoso que sufre la (pos)verdad, Sánchez pone de ejemplo los contenidos que cuestionaron la veracidad del discurso oficial acerca de la pandemia de COVID-19.
Para evitar que los «bulos» acaben con el fabuloso Régimen de 1978, Pedro Sánchez propone (en realidad, impone, porque este señor gobierna a golpe de decreto3) tres medidas: acabar con el anonimato en las redes sociales (y así poder identificar, multar, detener, encarcelar y, quien sabe si, con el tiempo, torturar y ejecutar a todos aquellos que nos atrevemos a cuestionar el poder); que sea el gobierno quien controle directamente los algoritmos (vaya a ser que alguna red social desobedezca los dictados del Pentágono, ministerio de guerra estadounidense que creó y teledirige las principales multinacionales del Silicon Valley4); y perseguir y castigar a los responsables de, palabras textuales, «envenenar nuestra sociedad» con información que no sea la mentira oficial. Solo será «verdad» lo que inventen los periodistas esbirros (pleonasmo), los redactores de los telenoticias, los boletines informativos de radio y los lacayos de la prensa escrita; solo serán «verdad» los embustes de los intelectuales de la industria del ocio, el lavado de cerebro de los empresarios de la propaganda comercial y las trolas que se saquen de la manga los expertos con cátedra universitaria bien pagados por la Administración estatal.
En resumen, mucha censura y mucho control de la información por parte del Estado para que las únicas mentiras que se crea la gente sean las suyas, las que sostienen los intereses estratégicos del poder concentrado.
Mientras el gobierno tiene una actitud paternalista con sus gobernados, la mayoría de madres y padres del pueblo llano, por contra, apuesta por fomentar la autonomía de sus hijos preadolescentes regalándoles un carísimo dispositivo móvil con datos ilimitados para que puedan madurar y formarse como seres humanos de provecho contemplando violaciones, torturas de animales y muertes en directo5. Esos mismos padres y madres son votantes de partidos políticos que, como el PSOE de Sánchez, nos tratan como a menores de edad. Son los mismos electores que consideran que Internet, un medio de comunicación en el que todos sus usuarios son, además de receptores, emisores de información, es demasiado peligroso para nosotros, mujeres y hombres adultos, así que necesitamos que, a diferencia de los niños, papá-Estado piense por nosotros, supervise el uso que hacemos de las pantallas y decida qué tipo de contenidos debemos consumir, qué informaciones son correctas y cuáles, en cambio, son mentirosas o peligrosas. —¡Hijo mío, deja de molestar! Coge mi móvil y entretente mirando este vídeo en el que unos chavales violan a una gallina porque de todos modos ya no puedo leer el informe científico que confirma los riesgos para la salud asociados al producto farmacéutico inyectable que el Ministerio nos suministró bajo coacción, ya que nuestro amadísimo gobierno protector ha censurado ese contenido por nuestra seguridad, porque papá-Sánchez nos ama de verdad y quiere protegernos de esos malditos bulos—.
Lejos de apoyar la censura, debemos ser muy exigentes con la educación de nuestros jóvenes y con nuestra propia autoformación intelectual, para poder obtener con ella la comprensión lectora y auditiva, el bagaje cultural, la capacidad reflexiva y la experiencia de vida que se necesitan para distinguir el grano de la paja y saber practicar, como el cura del Quijote, un escrupuloso cribado de todas aquellas informaciones que son fuleras y dañinas. Incluso los contenidos «amigos», aquellos que aparentemente resultan más críticos con el poder, pueden ser una patraña6. No puedo más que admitir que casi toda la información que circula por la red es inútil, estúpida, grosera, pornográfica, violenta, malintencionada, propagandística, fascista, inexacta, falsa o disparatada. Pero también resulta cada vez más evidente comprobar que casi todos los trabajos periodísticos de calidad, rigor y cierto atrevimiento que se realizan a día de hoy se encuentran en Internet, y no en los medios de comunicación de las empresas licitadas y subvencionadas por los Estados. Lo mismo ocurre con los estudios y análisis de temática social, filosófica, histórica, geoestratégica, religiosa, artística, literaria, científica o tecnológica de cierto nivel: estos contenidos solo se difunden y dan a conocer en blogs y canales de vídeo presentes en las redes sociales, no en las universidades. De hecho, ya les gustaría a los jefes de redacción de periódicos como El País, El Mundo, La Vanguardia o ABC disponer del equipo de redactores con los que cuenta esta revista digital autogestionada, Virtud y Revolución.
Solo yo puedo decidir qué es lo que me quiero creer y lo que no, en base a mi buen criterio, a mi libre elección y a mi libertad de conciencia.
No me ayudes más, Pedro. No me cojas de la manita, que ya sé cruzar solito el paso de peatones.
Antonio Hidalgo Diego
1 Por si se nos había olvidado, recuerdo que el presidente ya era Pedro Sánchez cuando el Estado español ordenó el confinamiento domiciliario (y municipal), impidió la libertad de circulación, estableció toques de queda militares, ordenó la colocación de una «estrella de David» (el llamado pasaporte sanitario) con la que segregó a la población en función de si se habían o no vacunado (solo los que pasaban por el aro podían consumir en establecimientos públicos, solo los menores vacunados tenían derecho a asistir a la escuela), etc. Su partido, el PSOE, fue el impulsor, y es el más firme defensor, de la Ley Integral contra la Violencia de Género, un marco normativo que fulminó la presunción de inocencia, ha normalizado los juicios rápidos sumarísimos y estableció la discriminación por cuestiones de sexo. ¿Decir que Sánchez se comporta como el dictador de un régimen dictatorial también sería es un bulo?
2 El discurso completo se encuentra en el sitio oficial del Foro Económico Mundial de Davos: https://www.weforum.org/stories/2025/01/davos-2025-special-address-pedro-sanchez-prime-minister-spain/.
3 Según Montesquieu, debe ser el poder legislativo (en el caso de España, el Congreso y el Senado, además de los parlamentos autonómicos, el Parlamento Europeo y los consistorios municipales) quien, «en representación de la nación», elabore las leyes. La Constitución reserva la figura jurídica del decreto (leyes supuestamente provisionales que elabora y aprueba el gobierno sin pasar por la deliberación de las cámaras parlamentarias) para casos de «extraordinaria y urgente necesidad». Solo hasta 2023 (consultar The Objective, 15/1/2024), el gobierno de Sánchez impuso 145 decretos-ley, lo que supuso un 54% de la legislación estatal. No he localizado datos más recientes.
4 Google, YouTube, X, Instagram o Facebook son instrumentos de Washington para encauzar y fiscalizar el flujo de información, no un negocio. Para quien todavía crea en los cuentos de hadas pero quiera respirar el aire frío de la cruda realidad, puede leer La casa de la guerra: El Pentágono es quien manda (2006) de James Carroll. También puede consultar el artículo Las redes sociales y el Ejército (2010) de Chondra Perry, militar estadounidense que alaba las bondades de la «intervención» militar en Internet. La causa que explica el deseo de Sánchez de fiscalizar a las empresas cibernéticas es acabar con el uso de TikTok, la red social del Ejército chino, en los Estados —por el momento— aliados de EE. UU.
5 No estoy exagerando, mis alumnos me explican que visualizan o reciben de manera frecuente este tipo de contenidos. Señor o señora que esté leyendo este artículo, ¿qué se le pasó por la cabeza cuando decidió darle un móvil a su hijo? Si todavía no lo ha hecho, mantenga esos dispositivos lejos del alcance de los niños hasta que sus hijos tengan el grado de madurez suficiente para cometer sus propios errores.
6 Ya hablé largo y tendido sobre las mentiras que difunden los adeptos a la «conspiración judeo-masónica» en la serie de vídeos Desmontando el conspiracionismo (2024) disponibles en mi canal de YouTube, @antoniohidalgodiego.
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