Por Antonio Hidalgo Diego
Tratantes de ganado de etnia gitana alcanzando un acuerdo. Fuente: La Opinión de Murcia.
Tiempo estimado de lectura: 40 min.
¿Quién es el racista?
Cabe preguntarse cómo es posible que, seis siglos después de su llegada a Iberia, los gitanos sigan constituyendo un grupo étnico diferenciado. Cierto es que muchos de ellos han renunciado a su idiosincrasia y se han «integrado», es decir, han cursado estudios académicos, se ganan la vida en régimen de salariado, pagan impuestos, acatan las leyes como todo hijo de vecino y tal vez han tenido hijos con un cónyuge no gitano. Cuando esta situación ocurre, muy pocos saben que su compañera de trabajo o su vecino tiene orígenes gitanos o, si lo sabe o se lo imagina, la etnia es un aspecto del todo irrelevante. Pero todavía son muchos los cíngaros que viven en los márgenes del sistema y pueden ser reconocidos inequívocamente como «gitanos». Casi todos ellos han perdido su idioma, pero mantienen la jerigonza1 y muchas de sus costumbres y manifestaciones culturales siguen vivas, aunque desnaturalizadas y pervertidas por la influencia de los medios de comunicación, las redes sociales y la propaganda institucional2. Aunque se cristianizó hace mucho tiempo, la comunidad gitana representa en la actualidad el principal grupo de creyentes protestantes de nuestras tierras. Los templos de la Iglesia Evangélica de Filadelfia suponen el único espacio de cohesión étnica del que disponen todos aquellos que, como el cantaor andaluz Camarón de la Isla, todavía se enorgullecen de ser gitanos.
Los romanís siempre han vivido en clara minoría numérica y jamás han sido una nación o han contado con un poder político organizado. Con estas características, el pueblo gitano solo podía aspirar a una rápida aculturación mediante su disolución en el seno de las sociedades europeas. Aquellos que han vendido su alma gitana a cambio de una mayor estabilidad económica han tenido que renunciar a su sentimiento de pertenencia, al amparo de la familia extensa y al alto grado de libertad que proporcionan la vida nómada y el ganarse la vida como se puede. Como dijo una vez un patriarca gitano: «La integración nos ha destruido». El gitano «integrado» deja de ser gitano3. Pero la mayoría de ellos optaron, durante siglos, por hacer prevalecer su identidad como pueblo, renunciando al bienestar material y enfrentándose a la ley. Una idea loable, valiente y sacrificada. Así pues, la principal causa de no integración de los gitanos no ha sido el racismo de las sociedades de acogida, tal y como denuncian las organizaciones gitanas sufragadas por las instituciones del Estado4.
A los pueblos ibéricos nunca se les preguntó si querían aceptar la llegada de estos supuestos condes llegados de Egipto que rara vez tuvieron la intención de integrarse, trabajar en el campo, pastorear ganado, producir alimentos, participar en las reuniones concejiles o combatir al Estado en las diferentes rebeliones, revoluciones y guerras civiles acontecidas a lo largo de la historia de los pueblos de Iberia5. Cabe recordar que no fueron los pueblos ibéricos quienes establecieron leyes discriminatorias, esclavistas o exterminacionistas6 contra la minoría gitana en sus fueros municipales. Las disposiciones racistas y genocidas, que efectivamente existieron, las elaboraron monarcas como los Reyes Católicos o Fernando VI, es decir, las elaboró el mismo Estado que hoy sufraga las oenegés que nos acusan a nosotros, al pueblo, de ser racistas con los gitanos.
Si los gitanos han resistido hasta hace unos años como pueblo con identidad diferenciada ha sido gracias a su propia voluntad de supervivencia étnica, a su empeño por conservar sus propias tradiciones, sus genes de origen asiático y una cosmovisión propia. Este chauvinismo gitano que incurre, no pocas veces, en el desprecio a los «payos», palabra que suelen pronunciar con desdén, ha impedido en buena medida su aculturación e integración en la organización económica, política y social de la tierra en la que habitan desde hace seiscientos años. El rechazo ancestral a la sociedad de acogida que han fomentado los grupos étnicos minoritarios funciona como tabú, dificultando el mestizaje y la adopción de costumbres exógenas que desarmen las formas de organización social. Este «racismo» de los gitanos ha garantizado su supervivencia como grupo étnico hasta hace unas décadas.
Como contrapartida, el deseo gitano de vivir al margen de sus vecinos careciendo de tierras ha ocasionado frecuentes choques entre sus particulares usos y el bienestar de sus paisanos. No podemos pasar por alto que sin la cosmovisión del amor al prójimo ni el deseo de sana convivencia, aspectos que han caracterizado a las sociedades de Europa occidental desde la Revolución altomedieval, los gitanos no se hubieran podido establecer tanto tiempo en estas tierras sin ser expulsados o esclavizados, desgracias que el pueblo romaní ha padecido en países sometidos al islam (¿cuántos gitanos quedan hoy en Pakistán, Irán, Afganistán o Egipto?) o bajo el yugo del zar de Rusia (hasta el siglo XIX se vendían y compraban gitanos en los mercados de esclavos del este de Europa). Mientras el pueblo ha aceptado con resignación la llegada de un numeroso grupo étnico extranjero que nunca se ha dedicado a la producción de alimentos y que frecuentemente ha incurrido en hurtos, timos y pendencias7, las estructuras de poder de Occidente, en cambio, siempre han tratado de utilizar a los gitanos según su conveniencia.
La derrota del pueblo gitano
El ejemplar gusto por la libertad que han manifestado los gitanos ha sido la causa de la constante persecución que han emprendido contra ellos las autoridades estatales. Reyes, legisladores y burócratas de todo pelaje no han cejado en su empeño de asentar, controlar y fiscalizar al pueblo calé. Esta campaña bélica del Estado contra el colectivo romaní finalizó hace tan solo unas décadas con la consumación de la derrota definitiva del pueblo gitano.
Hemos comprobado que, desde el siglo XVI, las autoridades se empeñaron en usar al pueblo gitano en beneficio de sus necesidades estratégicas, fundamentalmente militares: luchar como soldados en los tercios, remar como galeotes en los barcos de guerra, trabajar en las fábricas estatales de la industria bélica o extraer el cinabrio de las minas de Almadén, un recurso que se utilizaba en las cecas de la corona para tratar los cargamentos de plata y oro que llegaban desde América 8. El Estado liberal, en cambio, comenzó a considerar de manera distinta al pueblo gitano. Las estrategias que usaron los legisladores liberales para domesticar a los cíngaros fueron menos brutales que en los siglos anteriores, pero más eficaces. En todo caso, los gitanos no fueron plenamente «españoles» hasta la dictadura del general Franco. El aparato propagandístico del Régimen idealizó el arte gitano para convertirlo en el epicentro sobre el que giraría el nuevo folklore nacional patrio con vistas a la promoción del turismo. Toros, paella y flamenco. Andalucía se convirtió en el escaparate del país y los gitanos en la mascota oficial de la España cañí. Los medios de comunicación mostraron una imagen buenista de los gitanos. Enterrado el tópico del «gitano ladrón», nació en el cine y en la televisión el nuevo tópico del «gitanito artista y saleroso», miembro activo del movimiento nacional9.
La folklórica gitana Lola Flores participando en un acto público junto a gerifaltes de la dictadura franquista, que la escuchaban embelesados. Uno de ellos, con cara de bobo, el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne. También podemos ver a la duquesa de Alba, que nunca se perdía un sarao. Fuente: Bekia.
Otra de las políticas franquistas que afectó al pueblo gitano fue la desruralización masiva, la migración de unos seis millones de personas del agro a las ciudades para trabajar en la industria y el sector servicios. El campo se vació para que incendios forestales y agentes del SEPRONA ocuparan el lugar que antaño tenían los campos bien cuidados, los bosques frondosos, los pastores y sus rebaños. Las diferentes culturas populares desaparecieron para siempre, y los gitanos, cuya economía dependía de los servicios que ofrecían a los «payos», acompañaron a estos a las grandes urbes, esos infectos vertederos humanos. Las personas que hemos nacido en una ciudad carecemos de raíces, al estar aislados del medio natural, arrancados de nuestro substrato cultural y apartados de nuestra familia extensa. La migración del campo a la ciudad no deja de ser un reasentamiento de la población en campos de concentración levantados con asfalto. Y, dentro de las ciudades, los arrabales son la parte más hedionda del vertedero. El proceso de aculturación del pueblo gitano se aceleró, sus integrantes abandonaron la vida nómada y se asentaron en los pisos-basura que les entregó de forma gratuita el Patronato de la Vivienda falangista. Tras seis siglos de resistencia, los gitanos fueron derrotados, cercados y controlados.
Como si de una cárcel se tratara. Dos agentes de los Mossos d'Esquadra vigilan desde una atalaya de hormigón a los vecinos del barrio de pisos-basura de protección oficial de La Mina (Sant Adrià de Besòs), Barcelona, barrio en el que reside una numerosa comunidad gitana.
Los funcionarios de la droga
La disminución de la renta per cápita provocada por la inflación y la crisis del petróleo de los años 70 del pasado siglo, el inicio de la llamada «reconversión industrial» y el consumo desmedido de alcohol y drogas en los hacinados barrios obreros de las grandes ciudades por la implantación del hedonismo como «religión de Estado» provocaron un alarmante aumento del desempleo y la delincuencia común. La presencia de multitud de jóvenes desarraigados, fueran estos «payos», gitanos o mercheros10, provocó la irrupción del fenómeno «perros callejeros», que vino acompañado de una potente campaña de lavado de imagen del bandolerismo y la violencia individualista basada en las ideas progresistas de la Escuela de Chicago. La culpa no la tiene el delincuente por infringir las normas básicas que garantizan la convivencia, sino la desigualdad social y la falta de oportunidades o, dicho de forma más lírica, «soy rebelde porque el mundo me ha hecho así». Soy rebelde… porque carezco de ética personal y antepongo la satisfacción inmediata de mis impulsos al bienestar del prójimo. Se niega el libre albedrío y se exculpa moralmente al delincuente de todos sus crímenes y faltas, mientras recae la responsabilidad de sus acciones en el conjunto de la sociedad. El perro callejero no se presenta como el desaprensivo que roba con violencia y vive del esfuerzo de los demás, sino como una pobre criatura que ha carecido de educación y de oportunidades. Muchas veces es considerado como un enfermo, un yonqui. El infractor de la ley es degradado a la condición de menor de edad desprovisto de la responsabilidad de sus actos. Algunos buscavidas de la periferia se convirtieron en estrellas mediáticas, héroes del extrarradio, mitificándose la figura de robaperas como el Lute, el Torete o el Vaquilla, personajes que inspiraron (o protagonizaron) las películas del llamado «cine quinqui» de la Transición. Como ocurrió con mío Cid, sus cuestionables gestas fueron inmortalizadas en las canciones que interpretaban grupos de rumberos gitanos como «Los Chunguitos».
El delincuente común y abogado de etnia merchera, Eleuterio Sánchez, el Lute, escoltado por dos guardiaciviles
En la década de los años 80 del pasado siglo XX, los gitanos se convirtieron en una especie en peligro de extinción que instituciones estatales progresistas y todo tipo de colectivos buenistas y de izquierda se propusieron proteger mediante la intervención institucional y la llamada «discriminación positiva». A cambio de la escolarización obligatoria de los niños (es decir, a cambio de la aculturación definitiva del pueblo romaní), los gitanos, antes discriminados (en negativo) por la Guardia Civil y por la legislación estatal, pasaron a recibir todo tipo de premios económicos y prebendas legales solo por el hecho de haber nacido gitanos. Al tiempo, los cíngaros hicieron suyo el discurso victimista, convenciéndose de que todos los «payos» somos unos racistas y que todos los pesares que les aquejan están causados por su condición étnica y por haber sido un colectivo explotado y marginado desde tiempos inmemoriales. La victimización y el empoderamiento de un grupo social son políticas que provocan el envilecimiento de sus integrantes. Estos colectivos acaban alineándose con las instituciones estatales que los han empoderado y odiando a sus iguales, a sus vecinos «no empoderados» a los que menosprecian y culpabilizan de todos sus males11.
El Estado, lejos de preocuparse por el bienestar de sus ciudadanos, utilizó a la comunidad gitana en su propio beneficio, como había hecho siempre. En concreto, ha sido la España postfranquista, la del «Régimen de 1978», la que ha reinventado al gitano como pieza útil del engranaje estatal. De «condes» a esclavos y de folklóricos a «funcionarios de la droga». Muchos gitanos, aquellos que se dejaron corromper, se convirtieron en distribuidores de las sustancias con las que el poder somete al pueblo, especialmente a la juventud masculina, antaño su colectivo más activo e inconformista. El Estado consiguió convertir a la llamada «generación boomer» en un rebaño domesticado o, mejor dicho, narcotizado. El consumo de estupefacientes enriquece a la oligarquía económica, financia las cloacas del Estado, recluta a un ejército de confidentes y llena el aforo de cárceles y discotecas12. Mientras que los incautos jóvenes que se drogan creen estar siendo transgresores y alternativos, no hacen más que comulgar y recibir la sagrada hostia que les dispensa, y no precisamente gratis, el camello o pequeño traficante de drogas. Los gitanos suelen vestir de negro, pero no llevan sotana ni alzacuellos. En todo caso, no podemos negar que la mayor parte del menudeo de droga está controlado desde hace décadas por familias gitanas estrechamente conectadas con la policía.
Camellos y policías, dos caras de una misma moneda
El trapicheo de estupefacientes es una actividad que no requiere demasiado esfuerzo, más que reventar la cerradura de la portería del bloque de protección oficial que te han otorgado o has okupado, sentarte, pesar la droga, meterte un poquito para probarla, adulterarla una vez más, esperar a que llegue el cliente, cobrar un dineral por el servicio y gastarte el dinero con avidez. También hay que defender el territorio, algo que, pese a su pasado trashumante, los gitanos saben hacer a la perfección, aunque les genere todo tipo de altercados violentos en los que se sienten como pez en el agua. Muchos gitanos se ganan muy bien la vida sin apenas esfuerzo: no hay más que ver los coches y las joyas de oro que lucen de manera ostentosa. Pero el menudeo de droga tiene su particular penitencia. Para que este crimen de Estado no cante demasiado, policías y jueces se ven obligados, de vez en cuando, a encarcelar por un tiempo a sus propios empleados. No es del gusto de nadie permanecer encerrado entre cuatro paredes, y menos lo es del gusto de un gitano, miembro de un pueblo tradicionalmente libre y errante. Así que durante su condena, el romaní canta Quiero ser libre de «Los Chichos» y espera a que un abogado le ayude a rebajar la condena.
La venta de droga es un terrible crimen de Estado del que participan activamente miles de funcionarios y civiles, muchos de ellos gitanos. ¿Cuántos miembros de esta etnia han muerto o han echado a perder sus vidas por culpa de la droga que otros gitanos (y no gitanos) venden? La narcotización nos debilita, nos desintegra. Las familias se rompen. El yonqui pierde el trabajo, la dignidad y hasta los dientes. Y las personas que no compramos droga, pero que hemos vivido en barrios donde se consume y se vende, perdemos la paz, el sueño y la paciencia. Los camellos gitanos pierden la libertad y la integridad. Y los gitanos que no venden drogas, que son la mayoría, tienen que convivir con el estigma y la desgracia de ser hermanos, primos, padres, tíos o abuelos de vendedores de venenos, enemigos del pueblo13 que los ha acogido durante seiscientos años.
Vecina de la calle Foradada de Barcelona, barrio de Trinidad Vieja
La historia es maestra de vida
Muchas son las lecciones de historia que podemos aprender de las diferentes migraciones e invasiones que han presenciado (o protagonizado) nuestros ancestros. Y una de las conclusiones que podemos extraer es que invasiones y migraciones masivas son fenómenos que suelen estar provocados, dirigidos o permitidos por el poder de turno, o por una facción de este. La invasión del Ejército napoleónico fue espoleada por el ambicioso Manuel Godoy y los militares afrancesados, mientras que el imperialismo estadounidense señorea el Estado español desde hace siete décadas al contar con el general Franco y sus herederos como aliados, por poner solo un par de ejemplos14. Pero mientras que los pueblos ibéricos se organizaron para echar a patadas a los franceses, nuestra generación come hamburguesas y celebra Halloween. Si las élites de poder mueven a las poblaciones humanas como si de fichas de un tablero geopolítico se tratasen, corresponde a los pueblos defender su soberanía, sus vínculos territoriales, sus manifestaciones culturales y su integridad biológica.
Lejos de lo que cuenta el cuento multicultural de la «Alianza de civilizaciones» y el «Toledo de las tres culturas», los árabes no llegaron a la península Ibérica en el 711 para enriquecernos con sus conocimientos matemáticos, gastronómicos e ingenieriles. Los musulmanes conquistaron Iberia para apropiarse de las mejores tierras de labor, acaparar mujeres mediante la práctica de la poliginia y la esclavitud sexual, imponer una religión basada en la obediencia y fortalecer las estructuras de Estado (Ejército y recaudación de impuestos), muy debilitadas en la Alta Edad Media. El poder visigodo, lejos de hacer frente al imperialismo árabe, propició la invasión. En plena decadencia, el Reino visigodo de Toledo se reinventó, islamizándose y mutando en emirato (luego califato) de Córdoba. Los nobles germánicos, los mismos que se habían olvidado de Odín para rezar a Jesucristo, no dudaron en abandonar la Biblia para cambiarla por el Corán, y mantenerse así en el poder15.
No se pueden poner puertas al campo, razón por las que las fronteras estatales nunca han supuesto un verdadero freno a la penetración de inmigrantes procedentes de otros territorios. Solos las fronteras geográficas naturales han dificultado, en mayor o menor medida, los desplazamientos masivos de poblaciones humanas16. El Estado, los Estados, no suelen oponerse a las oleadas migratorias, por muchas fanfarronadas que escupan políticos demagogos como Sílvia Orriols, Santiago Abascal o Donald Trump17. Más bien al contrario: son los Estados los que planifican, fomentan y llevan a cabo los grandes desplazamientos poblacionales en virtud de sus necesidades estratégicas18. Si el Imperio gaznávida consideró que era conveniente expulsar a los gitanos del territorio indio que habían conquistado, los Estados europeos no pudieron impedir la llegada de los cíngaros, al contrario, la propiciaron, regularon y usaron al pueblo romaní en su propio beneficio.
¿Qué función tienen los millones de migrantes marroquíes, andinos, pakistaníes, dominicanos o gitanos rumanos que han sido invitados a viajar y a residir en el territorio sometido a España en estas últimas décadas? Fortalecer al Estado y a su proveedor, la gran empresa capitalista. Nutrir al capital de mano de obra barata, dócil, desamparada y sin gastos de crianza. Pero también aumentar la recaudación impositiva, reclutar soldados para el Ejército profesional, estimular la construcción de nuevas viviendas, incrementar el número de funcionarios por crecimiento del Estado asistencial... Los inmigrantes también han sido traídos a Europa con el objetivo de acabar con la conciencia de clase y generar conflictos sociales que dinamiten la convivencia y rompan la cohesión vecinal-familiar. De esta forma, se presenta el Estado como mediador y legislador necesario, con su cuerpo de políticos, policías, abogados, jueces y trabajadores sociales que se proponen enmendar los entuertos que ellos mismos han desencadenado. Y también, quién puede negarlo, los migrantes son la moneda de cambio en la campaña de genocidio étnico, lento y silencioso, que estamos padeciendo los pueblos europeos. Una sustitución étnica que constituye uno de los mayores actos de racismo de la historia y que, de manera cínica, se está ocultando a la opinión pública llamando «racistas» a los europeos de clase trabajadora y a todos aquellos que nos atrevemos a denunciar que Europa está siendo vaciada de europeos19.
Los gitanos llevan seis siglos desarraigados, expulsados de su tierra ancestral, despojados de su idioma y de su cultura. Una larga etapa en la que han sufrido capturas, esclavitud y penas de prisión, pero también han recibido sobornos monetarios para que remen en los barcos de guerra, canten y bailen delante del ricachón de turno o vendan drogas en los barrios marginales. Gitanos e inmigrantes extranjeros son el juguete roto de las instituciones de poder. Tristes peones en el tablero de ajedrez que matan a otros peones y son sacrificados en pos de objetivos superiores. ¿Hasta cuándo será así? Hasta que ellos digan basta, tomen las riendas de su destino y aprendan a vivir al margen del Estado, del Estado «benefactor» que les pone pisos VPO, que reparte becas de comedor escolar, que les regala la sanidad gratuita sin cotizar a la Seguridad Social y que riega de millones las asociaciones gitanas. El mismo Estado opresor que intentó deshacerse de ellos, y lo hará, sin duda, cuando lo crea conveniente, como está haciendo ahora con nosotros, con los huéspedes que hemos convivido durante seiscientos años con el pueblo gitano y ahora lo hacemos con los migrantes llegados de otros continentes, a la espera de nuestra lánguida y agónica desaparición genética y cultural.
Por la soberanía, contra el Estado, por la revolución
La historia del pueblo calé es la historia de un pueblo derrotado. ¡Se acabaron los gitanos, que iban por el monte solos! Expulsados de su tierra de origen, los cíngaros han deambulado sin rumbo durante siglos, careciendo de territorio, sin capacidad para producir sus propios alimentos, sin órganos de decisión, sin milicias de autodefensa, sin libre autodeterminación y siempre al servicio de los Estados que los han acogido y expulsado, aplaudido y discriminado, mantenido y exterminado. El gitano prototípico, antaño presumido, libre y orgulloso de su legado y sus ancestros, parece hoy una piltrafa humana, que se pasea por la calle en pijama y en bata de andar por casa. Moreno de verde luna, anda despacio y garboso. Sus empavonados bucles le brillan entre los ojos, cantaba Lorca. Pero la imagen actual del individuo romaní es la de un antiguo nómada hoy aprisionado entre los endebles tabiques de un piso-basura del arrabal. Muchas veces ignorante de su propia cultura, no digamos ya de la cultura indígena de la tierra en la que vive. No pocas veces obeso y enfermo, con una esperanza de vida notablemente más baja que la del promedio. Tantas veces perseguido y encarcelado. Guardiacivil caminera, lo llevó codo con codo. Siempre utilizado y sobornado por las instituciones de poder de las que depende. Temido y cuestionado por sus vecinos «payos».
Libre, libre quiero ser, quiero ser, quiero ser libre. Para ser libre tiene que recuperar su identidad cultural. Libre, libre quiero ser. Para ser libre tiene que desintoxicarse del Estado de bienestar. Renunciar a sus pisos, sus pagas y sus regalos envenenados. Trabajar con sus propias manos, como hacían sus antepasados herreros y canasteros. Libre, libre quiero ser. Para ser libre tiene que establecer lazos de convivencia con sus iguales. Respetar y ser respetado, convivir sin ofender. Libre, libre quiero ser, quiero ser, quiero ser libre.
Esta misma canción la deberíamos cantar nosotros también, los que no somos gitanos. El pueblo romaní es un magnífico espejo en el que mirarnos. La historia de los pueblos ibéricos correrá la misma suerte que la del pueblo gitano, si no lo remediamos antes. ¿Quiénes somos nosotros? Individuos aculturados a merced de los poderes estatales y de la gran empresa capitalista, que desconocemos nuestra propia historia y nos hemos olvidado de nuestros valores fundacionales, hedonistas, débiles y desesperanzados. Cuando seamos minoría podremos ser fácilmente expulsados de nuestras casas, barrios y pueblos, esclavizados y, por qué no, exterminados. Ya puedes cortar, si gustas, las adelfas de tu patio. Pinta una cruz en la puerta y pon tu nombre debajo (…) Porque dentro de dos meses yacerás amortajado. No nos queda otra que volver a ser libres, como antaño también lo fueron los gitanos. No nos queda otra que ser más valientes y defender nuestra libertad, nuestra tierra, nuestra casa, nuestra lengua, nuestra cultura y nuestra dignidad, y hacerlo contra nuestro verdadero enemigo, que es el mismo que el enemigo del inmigrante y el del gitano: el poder concentrado. Antonio, ¿quién eres tú? Si te llamaras Camborio, hubieras hecho una fuente, de sangre con cinco chorros.
Antonio Hidalgo Diego
1 La jerigonza es el habla característico y peculiar de un grupo determinado. La mayoría de los gitanos peninsulares se expresa en castellano o portugués, y en menor medida en gallego o catalán, pero siempre con un deje característico y empleando numerosas palabras procedentes del caló.
2 Cuando uno pasea por una zona pobre de la periferia de Barcelona es bastante habitual ver a gitanos barbudos con estética hípster. ¿Qué barrio marginal no tiene entre sus vecinos más conocidos al gitano homosexual con mucha pluma? Nuestro mundo ha cambiado, y el de los gitanos, también.
3 El papel que ha jugado la escolarización obligatoria es clave en el acelerado proceso de aculturación de los gitanos. Mientras que la obligación legal de llevar a los niños a la escuela no era demasiado efectiva (el «absentismo gitano» ha sido el mejor escudo protector de la identidad cultural y social calé), los sobornos han acelerado el proceso de destrucción de la cultura gitana: becas de comedor a cambio de escolarización, pisos VPO a cambio de escolarización, millones de euros para las ONG gitanistas que muestran la «vida exitosa» del gitano maestro y de la gitana enfermera… ¿Qué tendrá la escuela que consigue acabar con la libertad individual y las culturas populares con solo unos pocos cursos de «formación»? Recomiendo la lectura del texto La gitaneidad borrada (si alguien te pregunta por nuestra ausencia) del antiguo docente (ya rehabilitado) Pedro García Olivo (2016), disponible gratis en Internet.
4 Solo en el año 2021, las asociaciones gitanas recibieron un montante de 4.512.140 euros entregados por el gobierno central, así que a este dato que he conseguido encontrar en Internet habría que añadir las partidas presupuestarias procedentes de gobiernos autonómicos y municipales, diputaciones provinciales y Unión Europea, sin olvidar los programas específicos para el pueblo gitano de asociaciones como «Cruz Roja», «Cáritas», «Movimiento Contra la Intolerancia», «Asociación de Mujeres Opañel» y otras. Las oenegés gitanas que más pasta pillaron fueron «Fundación Secretariado Gitano» (3.415.000 euros), «Instituto Romanó para Asuntos Sociales y Culturales», «Unión Romaní», «Plataforma Khetane del Movimiento Asociativo Gitano Español», «Asociación Nacional Presencia Gitana», «Asociación Socio-Cultural de las minorías étnicas UNGA», «Federación Nacional de Mujeres Gitanas Kamira», «Federación Andaluza de Mujeres Gitanas Fakali» y «Asociación de Enseñantes con gitanos», entre otras. ¿Todo este dinero revierte en el bienestar de los gitanos o solo sirve para crear una burguesía calé dependiente del presupuesto estatal? Además de sufragar los «gastos de mantenimiento» de estas asociaciones, el dinero que reciben está destinado casi en exclusiva en elaborar y difundir «programas de concienciación» para payos, es decir, en la difusión en los medios de comunicación y el sistema educativo de un discurso ideológico que podríamos denominar «gitanista», una mezcla de victimismo sin responsabilidad, constantes acusaciones de racismo a la sociedad civil (nunca a las instituciones que han discriminado históricamente al pueblo gitano y trataron de exterminarlo), súplica de más ayudas económicas y mucho «feminismo gitano».
5 Hubo cíngaros alistados como voluntarios en los ejércitos estatales o que se enrolaron en los navíos de la aventura imperialista americana, pero nada encontramos de la participación de gitanos entre los guerrilleros que combatieron a Napoleón, carlistas que se enfrentaron a la dictadura liberal, cantonalistas que pretendían recuperar la soberanía de su concejo municipal, obreros huelguistas que se manifestaban contra la explotación laboral, campesinos que se enfrentaron a la Guardia Civil por la recuperación de las tierras comunales durante la II República y la guerra civil, guerrilleros del maquis antifranquistas o militantes por la Revolución Integral. ¡Todavía estáis a tiempo! ¡Gitanos y gitanas de virtud, uníos a la revolución!
6 ¡Seis siglos de convivencia y sabemos muy poco de la historia de los gitanos! Desde los tiempos del Caudillo, España es un «protectorado» del Imperio estadounidense, así que el cine de Hollywood ha sido la fuente de propaganda y lavado de cerebro más recurrente. Ya que esta industria está en manos de empresarios y profesionales judíos, la denuncia de los crímenes nazis de la Segunda Guerra Mundial ha quedado focalizada exclusivamente en el padecimiento de los hebreos, otro pueblo errante y en minoría dentro del seno de las sociedades europeas. Pero no podemos olvidar que no solo murieron judíos. También los gitanos fueron perseguidos, esclavizados y asesinados por el Estado alemán (sin olvidar que el número de polacos masacrados fue todavía mayor, además del de prisioneros políticos, cristianos, discapacitados, inadaptados, travestidos, etc.). Se calcula que unos 300.000 gitanos fueron eliminados por los nazis en los campos de concentración, aunque hay historiadores que incrementan notablemente esta cifra. Después de ver cientos de películas sobre el Holocausto, ¿a quién le importan los gitanos?
7 Muchos progresistas que hayan leído esta frase se habrán escandalizado. ¿Cómo puedo generalizar y decir que muchos gitanos se han dedicado históricamente a robar y a engañar? ¿Quién soy yo para decir que el pueblo romaní supone una molestia para sus vecinos «payos»? Viví seis años en el barrio barcelonés de Trinidad Vieja. La familia gitana narcotraficante que okupaba una de las viviendas nos hacía la vida imposible e inundó el barrio de heroína, yonquis y delincuencia, con la descarada connivencia de la Guàrdia Urbana y los Mossos d'Esquadra. También puedo decir con orgullo que mi mejor amigo y su primo, compañeros desde los seis años de edad y como hermanos para mí, son medio gitanos. Pero su familia trabajaba muy duro para ganarse la vida y les inculcó valores para hacer de ellos hombres de virtud. ¿Podemos culpar a los genes asiáticos de la mala educación de muchos gitanos, como trataron de hacer los nazis? ¡Evidentemente no! ¿Podemos exculpar a los gitanos que venden droga y ponen música a todo volumen hasta las tantas de la madrugada (entre semana) porque la culpa la tenemos nosotros, que somos unos racistas intolerantes, argumento falaz que utiliza la izquierda “antirracista” y el asociacionismo gitano? Juzguen ustedes mismos. Yo solo puedo decir que somos dueños de nuestro destino y responsables de nuestros actos.
8 El mercurio o azogue es un metal líquido que se consigue tras la extracción del cinabrio. Durante siglos, la mina de cinabrio más importante del mundo fue la de Almadén, en La Mancha. A los pocos años de trabajar en la mina, los mineros comenzaban a sufrir el «mal de azogue», una neuropatía que provoca picazón, taquicardia, insomnio, pérdida de la memoria y temblores causados por la intoxicación por mercurio. La mayoría de los mineros de Almadén moría a los pocos años de actividad, ya fuera en algún accidente minero o por culpa de la enfermedad, razón por la que nadie en su sano juicio quería trabajar en ese maldito infierno subterráneo.
9 Un buen ejemplo de ello fue el del regreso a España en 1947, tras su gira por las Américas, de la bailaora gitana Carmen Amaya. La artista, oriunda del barcelonés barrio de Somorrostro, era la única estrella de la farándula nacional con acreditado prestigio internacional en el Occidente anglosajón, lo que no pasó desapercibido a los altos funcionarios de la dictadura, ansiosos de la aceptación de España en la ONU y de la promoción del turismo como gran industria nacional. La copla se convirtió en la música pop española y en los medios de difusión triunfaban celebridades gitanas como Lola Flores o Peret, artistas del Régimen, no importa de cuál.
10 Igual que hemos podido establecer con certeza el origen del pueblo gitano, mucho más dificultoso es averiguar de dónde han salido los «mercheros» o «quinquis». Son un grupo étnico nómada, bastante endogámico hasta tiempos recientes, conformado por vendedores ambulantes y quincalleros. Su población es de unos 150.000 individuos y hablan un argot propio con palabras prestadas del caló. Se les suele confundir con gitanos o se dice que son el resultado de una mezcla entre «payos» y gitanos, pero no parece ser el caso. También se les vincula con otra etnia nómada, los yeniches de Francia y Europa central (los futbolistas Antoine Griezmann y Rafael van der Vaart son yeniches). Otros han imaginado que los mercheros tienen un origen morisco. El merchero más famoso de la historia es el cinematografiado delincuente y abogado Eleuterio Sánchez, el Lute.
11 Este mismo fenómeno, el «envilecimiento por empoderamiento», se puede aplicar a otros colectivos empoderados por el Estado: mujeres que hacen suya la religión feminista, homosexuales activistas del llamado colectivo LGTBI+, inmigrantes «comprometidos», etc.
12 Editorial Bagauda publicará en los próximos meses una obra colectiva que abordará de manera integral la realidad de las drogas y de la narcotización de la sociedad. Servirá, al tiempo, para reeditar el librito de Félix Rodrigo Mora, ¡Borracheras No! (2011). Contará, además, con textos de Jesús Trejo, José Francisco Escribano Maenza y un servidor.
13 Para comprender hasta qué punto la droga es enemiga del pueblo y de la juventud, o por qué es un crimen de Estado, resulta imprescindible la lectura del excelente ensayo A los pies del caballo. Narcotráfico, heroína y contrainsurgencia en Euskal Herria, de Justo Arriola.
14 La mejor manera de impulsar la funesta Revolución liberal en Iberia fue permitiendo la entrada de las hordas de Napoleón con la excusa de invadir Portugal. Francisco Franco solo pudo ser dictador hasta el día de su muerte gracias al apoyo que le prestó el Pentágono. Por poner un ejemplo inverso, es decir, el de una invasión exterior alentada por la oligarquía española (en este caso, castellana), podemos destacar la conquista de México por parte de Hernán Cortés y un reducido grupo de soldados castellanos en tan solo unas pocas semanas. ¿Cómo fue posible semejante hazaña militar? Fundamentalmente, porque contaron con el apoyo de los jefes totonacas y tlaxcaltecas. Consultar: La guerrilla española y la derrota de Napoleón (2007) de John L. Tone, Queremos esas bases: el acercamiento de Estados Unidos a la España de Franco (1999) de Arturo Jarque Íñiguez y Los aliados de Cortés en la conquista de México (2015), artículo de Isabel Bueno Bravo.
15 El ejemplo más conocido es el del conde Casio, noble germánico godo convertido al islam que viajó hasta Damasco para arrodillarse frente al califa al-Walid, convertirse en su vasallo y asegurarse el control político y militar del valle del Ebro. Sus descendientes conformaron la influyente familia de los Banu Qasi.
16 Un ejemplo que muestra la barrera que supone una frontera natural, en este caso la del estrecho de Gibraltar: menos del 5% de los genes de los habitantes de los territorios andaluces que formaron parte del reino de Granada proceden del norte de África. Genética de los flujos poblacionales en el territorio que conformaba el reino de Granada (2016), María Saiz Guinaldo. Pese al famoso muro de Donald Trump (erigido durante la presidencia de Obama), el 40% de la población del sur de los Estados Unidos de América es de origen hispanoamericano.
17 ¿Dejaron de llegar inmigrantes a Estados Unidos durante el primer mandato del «xenófobo» Trump? Al contrario. Si tras ocho años de presidencia de Barack Obama el número de inmigrantes creció en más de cuatro millones de nuevos residentes, en solo tres años de presidencia del magnate Trump (2020), el número de inmigrantes llegados a EE.UU. creció más de seis millones (números extraídos de Expansión). ¿Creemos el discurso electoralista de Vox y Aliança Catalana, o leemos su programa electoral? En el programa de los dos partidos «xenófobos» no se habla de expulsar ni de impedir la entrada de inmigrantes extranjeros, solo de aumentar el Estado policial y de «regular la inmigración». ¿A caso no está regulada ya desde los tiempos de José María Aznar?
18 Más ejemplos: las migraciones del campo a la ciudad en períodos de industrialización (seis millones en la España franquista), las tristemente habituales limpiezas étnicas y la creación de campos de refugiados en el marco de conflictos bélicos interestatales (antigua Yugoslavia, palestinos expulsados por el Estado de Israel, republicanos que se refugiaron en el sur de Francia al final de la guerra civil, desplazamiento del mapa de Polonia y de sus gentes hacia el oeste por acuerdo de Stalin, Churchill y Roosevelt…), genocidios planificados (judíos y gitanos en la Alemania nazi, armenios por parte del Imperio turco, indígenas americanos exterminados por los colonos británicos o por el gobierno de Argentina), importación de migrantes por necesidad de mano de obra, expulsión de grupos religiosos… Todos los registros históricos apuntan en la misma dirección: la gente no abandona su tierra ancestral, su casa y su gente por voluntad propia, sino por la fuerza de las armas, de las leyes y/o de la explotación económica; el destino de estos refugiados es la muerte, la explotación o su asentamiento en un territorio escogido por las instituciones de poder.
19 Sobre el racismo de las oligarquías europeas y el antirracismo del movimiento por la Revolución Integral se puede consultar el artículo: Contra la migración y no contra el migrante, ¡cenutrios! (2022) de Enrique Bardají Cruz (coautor), disponible en la página de Revolución Integral: https://revolucionintegral.org/wp-content/uploads/2022/11/contra_migracion_no_inmigrante.pdf o un artículo de mi autoría presente en esta revista, Contra el racismo, contra cualquier forma de racismo (2024): https://www.virtudyrevolucion.org/numeros-de-la-revista/numero-12-monografico-bases-marzo-2024/1702424_contra-el-racismo-contra-cualquier-forma-de-racismo
Añadir comentario
Comentarios