La hecatombe de las ideologías

Publicado el 1 de julio de 2024, 18:55

Por Félix Rodrigo Mora

Tiempo estimado de lectura: 17 min

 

 

Todos hacen lo mismo, ergo todos son lo mismo. Esta es la realidad de los políticos y de las ideologías en los últimos decenios. Las diferencias doctrinales y teoréticas hoy son sólo ruido y humo. Embaucan a la gente con palabrería para hacer a continuación lo mismo que los precedentes e igual que quienes vendrán después, lo que les dictan las instancias de mando del aparato estatal1.

 

Las “grandes” teorías ya no explican la realidad ni son aptas para inspirar propuestas transformadoras. Están agotadas. Son ideologías muertas. Sus usuarios se llaman a sí mismos progresistas, demócrata-liberales, ecologistas, mussolinianos, libertarios, feministas, patriotas, pacifistas, antiglobalistas, republicanos, independentistas, antiislam, ateos, defensores del libre mercado, pacifistas y más, pero en la práctica todos actúan igual, dejando a un lado sus reyertas por más poder y más dinero.

 

Quedó atrás la moda hórrida del izquierdismo, el progresismo y el feminismo, alimentada con enormes sumas de dinero institucional, y ahora padecemos la moda espeluznante de la extrema derecha, los neonazis, conspiracionistas, putinistas y neofascistas. Pero éstos hacen lo mismo que aquéllos, sus pretendidos adversarios. En consecuencia, terminarán, más pronto que tarde, en el mismo estado de descomposición.

 

En realidad, la extrema derecha y los neofascistas vienen a culminar la fúnebre ejecutoria de la izquierda, llevándola hasta sus últimas consecuencias, en una situación de decadencia general del capitalismo, guerra mundial a las puertas e ingobernabilidad en ascenso. Por ahora, presentan una cara “amable”, pero en cuanto las cosas se pongan más difíciles para el poder serán lo que siempre han sido, hordas de apaleadores y pistoleros, de pegapalizas y matagente. Seguirán la estela dejada en Grecia por el partido neonazi Amanecer Dorado, tan sangriento y asesino que el gobierno se vio obligado a ilegalizarlo en 2020.

 

La extrema derecha está enredada en un laberinto de incoherencias, contradicciones y torpezas que la hacen escasamente funcional. Allí donde llega al gobierno, en loor de multitudes, por el momento, debido al pavoroso obrar de la izquierda, se desenmascara y pone en evidencia bastante pronto. La causa es su continuismo con lo precedente, pues son los mismos perros, pero con distintos collares.

 

Esta intercambiabilidad entre ideologías hasta ayer mismo enemigas a muerte, alcanza su mejor expresión en los partidarios del imperialismo ruso2, o nueva fuerza mesiánica planetaria según sostiene la extrema derecha tontiloca, con su caterva de nazis que no se atreven a salir del armario. Putin fue un alto funcionario de la policía política comunista rusa que hoy se inspira en el zarismo y en la iglesia ortodoxa. Está sostenido por el comunismo chino, gracias al cual puede mantener en lo armamentístico la guerra de Ucrania, y es ayudado por Irán, con su régimen islámico fascista, que utiliza a Hamás en Palestina como fuerza cipaya.

 

Así pues, la extrema derecha, que se dice anticomunista, antiislam3 y antiizquierda, está enlazada (no solo estratégicamente sino en lo ideológico) con la plana mayor del comunismo contemporáneo (incluyendo a la monarquía comunista de Corea del Norte, íntima de Putin) y con el más virulento de los regímenes musulmanes. Y en su concomitancia con Hamás, por el antisionismo, coincide con la izquierda socialdemócrata y la izquierda caviar, que “defienden” a los palestinos. ¿Puede ser mayor el follón y la incoherencia?

 

En su proyección sobre el futuro cercano, esta situación anuncia una puesta en evidencia quizá terminante del régimen partitocrático propio del liberalismo y el capitalismo y, como consecuencia, de las ideologías que lo sustenta, entregadas al control mental de las masas. Así pues, el declive de los productos teoréticos y académicos actuales, que son la base de la partitocracia, es inevitable, lo que está en relación con el desenmascaramiento en la práctica social de sus concreciones.

 

Avanzamos hacia una seria crisis de credibilidad y aceptación de las bases políticas y doctrinales del régimen liberal y constitucional de dictadura. El trastornado, falso y manipulativo paquete de creencias falsas, hasta ahora dominante en estas materias, puesto a punto en el siglo XIX por las contrarrevoluciones liberales y por el orden económico capitalista, está desmoronándose.

 

Pero no es posible vivir sin sistemas globales de convicciones, pues los seres humanos somos criaturas pensantes y reflexivas que necesitan comprender la realidad, sobre todo la social, valiéndose de grandes paquetes explicativos. Si estos quiebran, porque son refutados en la práctica, se desencadenan estados colectivos e individuales de angustia y pánico, altamente patológicos. Pero, al mismo tiempo, se inicia la búsqueda y elaboración de nuevas estructuras argumentales.

 

El movimiento por la revolución integral ofrece un renovado sistema de formulaciones para interpretar, transformar y autotransformar, siendo uno de sus puntos el orden político. Dicho sistema es de naturaleza ateórica experiencial. Ateórico quiere decir que no se deduce de doctrinas o teoréticas preexistentes sino de la experiencia reflexionada y elaborada a la luz de nuestra cultura ancestral dual, el pensamiento clásico occidental en su parte positiva (no en la negativa) y la cultura popular de los pueblos europeos. En el saber ateórico tiene una función decisiva el sentido común y la sabiduría popular, lo observado y experimentado, recusando lo que han argüido tales o cuales sabelotodo o pretendidos genios. Ateórico significa también aideológico, sin creencias ajenas a la experiencia reflexionada, sin construcciones mentales ayunas de verdad y pletóricas de voluntad de someter, sin ismos.

 

Porque está sustentado en la experiencia, dicho saber no es dogmático ni académico. Pero tampoco ramplón, garbancero ni a ras del suelo. La práctica y lo observado, como se ha dicho, son consideradas, interpretadas y elaboradas conforme a lo mejor del saber y la filosofía de Occidente, cuyos autores principales, desde los griegos hasta hoy, se estudian y citan. Eso le otorga grandeza y sublimidad, épica y epopeya.

 

En la descomunal avalancha de zafiedad, barbarie, incultura, bajeza, pancismo, ignorancia y brutalidad que hoy prevalece, el movimiento por la revolución integral mantiene el equilibro entre el compromiso y la verdad, entre el hacer y el conocer, proponiéndose formar un sistema integral de ideas e ideales, de verdades y saberes, que acabe por sustituir al ahora impuesto, cuya descomposición resulta innegable4, debido a su falsedad y a su función instrumental, por lo que ahora está entrando en antagónico conflicto con la realidad. Esto es una revolución intelectual en sí mismo, un avanzar hacia una sociedad de la verdad y del saber, opuesta a la de la actual, de la mentira políticamente útil y la propaganda.

 

Desechamos las viejas ideologías, que se están refutando a sí mismas, para ir construyendo otras nuevas formas de interpretar la realidad, un nuevo conjunto de certidumbres y verdades. No nos quedamos en el hipercriticismo nihilista, en la negación pura, en la destructividad. En la política, por ejemplo, necesitamos un nuevo sistema de verdades, y para construirlo ya hemos realizado importantes contribuciones, en positivo, como es el sistema de democracia directa con derecho consuetudinario.

 

Somos los únicos que defienden, promueve, estudian y aplican a la realidad del siglo XXI la filosofía y sabiduría de los autores clásicos de la cultura europea, para aprehender y utilizar su verdad. Las élites europeas y los prebostes del capitalismo odian la cultura europea clásica, a la que han museizado, lo mismo que el aparato universitario. Así, han constituido en Europa una sociedad sin cultura, hecha de ignorancia total y barbarie ilimitada, un inmenso rebaño de individuos bestializados cuya meta vital es llevar una vida de cerdos, justamente como los necesita el sistema para sobredominarlos. En mi “Manual de la revolución integral comunal”, el lector o lectora no sólo encuentra respuesta a los grandes problemas del presente sino una amplia exposición sobre docenas de pensadores de la cultura clásica de Occidente, griegos, romanos, cristianos, modernos y contemporáneos. No nos van a aculturar, porque no nos van a vencer. Estamos desarrollando creativamente la cultura europea, vinculándola con la realidad centrales del siglo XXI y de ese modo fomentando su renacimiento. Éste es parte decisiva de la revolución integral.

 

Y ¿quién desprecia e ignora más la cultura occidental, erudita y popular, la izquierda o la derecha?, ¿los fascistas de derechas o los fascistas de izquierda? Todos ellos lo hacen, pues son expresión de la destructividad ya absoluta del sistema, incapaz de crear nada, mero vandalismo y negatividad, que aniquila todo lo que toca.

 

Cuando sea máximo el descredito de los partidos políticos, así como de las ideas mismas de partido político estatal y de incorporarse al régimen parlamentarista participando en la farsa electoral, habrá llegado el momento de lanzar un desafío abierto y multitudinario al poder político en la calle, para asestarle golpes prácticos, crecientes y quizá decisivos.

 

Para aproximarnos a esa situación tenemos que continuar con la denuncia de la partitocracia, del parlamentarismo, del régimen representativo antidemocrático vigente, liberal constitucional, y de la estructura política de la Unión Europea, para popularizar la verdad del ideario sobre la democracia directa, o gobierno por asambleas. La ola de basura y detritus de extrema derecha y neonazi que ahora sufrimos, promovida desde los altos poderes del Estado, de la UE y del imperialismo yanqui, pasará, se desmoronará, y entonces se formará un vacío político, ideológico y doctrinal5 que va a ser óptimo para nuestro proyecto estratégico.

 

Así pues, amiga, amigo, únete a la revolución integral, vente con nosotros para realizar todo eso.

 

 

Félix Rodrigo Mora

 

 

1 Tal es el caso de Giorgia Meloni en Italia, antes neofascista de camisa negra y pistolón. Investida como presidenta del gobierno en octubre de 2022 ha dejado de lado, totalmente y de inmediato, su demagogia electoral para hacer lo mismo que los gobiernos precedentes, con la particularidad de que es radicalmente anti Putin y partidaria de ir a la guerra contra Rusia, en lo que coincide con las jefas del partido ecologista-pacifista-feminista alemán, Los Verdes. Igual hará el partido de Marine Le Pen cuando gane las próximas elecciones en Francia. Lo decisivo son los intereses fundamentales de los Estados, de los que todos los partidos políticos y todos los gobiernos son simples marionetas. Hay que ser muy crédulos, muy necios, para esperar que partidos del todo entregados al capitalismo, como los de extrema derecha y neofascistas, van a hacer “algo” positivo. Harán lo mismo que la izquierda y el progresismo, no menos devotos del capitalismo y no menos financiados por él.

2 Cuando una parte de la extrema derecha neofascista niega la naturaleza imperialista del poder ruso, presentando sus agresiones a los pueblos vecinos como “acciones defensivas” frente a la OTAN y los EEUU, oculta que la doctrina oficial rusa está tomada de la obra escrita del fascista y clerical ruso Iván Ilyin (1883-1954), que propone como “misión histórica” de Rusia dominar todo el continente euroasiático, “desde Lisboa a Vladivostok”. Sus libros se estudian en las academias militares rusas actualmente. Estamos, por tanto, ante un choque entre dos imperialismos, el de EEUU y la OTAN y el de Rusia y China, siendo necesario denunciar y rechazar a ambos.

3 Los neonazis son maquiavélicamente pro-islam, igual que Hitler, cuyo proyecto estratégico consistía en islamizar Europa en caso de que ganase la guerra. Tan fuerte era su adhesión al islam que declaró como también “raza superior” a los árabes, junto a los arios. Los neonazis dicen ser contrarios al islam por puro oportunismo político, mintiendo desvergonzadamente, para ganarse a las multitudes europeas que se resisten desesperadamente a ser islamizadas por la UE y los Estados en esta integrados, el español más que ninguno. Según va llegando al gobierno la extrema derecha en los diversos países europeos se va poniendo en evidencia su islamofilia e islamofascismo.

4 Dada la marcha de los acontecimientos, muy esclarecedora y además notablemente acelerada, el discurso oficial, los argumentos que esgrime el poder/poderes, se va deshaciendo día a día, al recibir la refutación de la práctica y la experiencia. Tanto es así, que el poder y sus agentes eluden cada vez más la confrontación dialéctica abierta, pues íntimamente se saben derrotados. Esto es, se están poniendo cada vez más a la defensiva, lo que resulta ser magnifico para el progreso del factor subjetivo de la revolución.

5 Por el momento, la táctica del poder es la polarización, la división de la población en dos bloques politiqueros enfrentados, izquierda/extrema derecha, que pelean ferozmente entre sí. Ello es, en definitiva, una reyerta por dinero y por cargo, pues los cientos de miles de parásitos mantenidos de la izquierda se resisten a perder sus sinecuras, mientras que la extrema derecha observa con emocionada codicia que ha llegado su momento de enriquecerse, de llenarse los bolsillos, apoderándose de los beneficios presupuestarios estatales que tantísimo dinero han hecho ganar a las gentes de la izquierda. Esta bestial pelee, empero, no interesa a las personas decentes, y contribuirá a desacreditar aún más al parlamentarismo, al sistema representativo. La causa principal del auge de la extrema derecha en Europa es la izquierda, su abyecta, reaccionaria y nauseabunda línea y actuación, que empuja a millones de personas a los brazos del neofascismo. Derrotar a éste no es posible sin desenmascarar a la izquierda.

 

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