Recursos caseros para la autogestión de la salud

Publicado el 1 de julio de 2024, 18:54

Por Antonio de Murcia

Tiempo estimado de lectura: 20 min

 

Conversamos con M. M. M., auxiliar de clínica y funcionaria. Dos veces madre, tuvo a su primera hija a los veintiún años y es abuela de una adolescente. Cuidadora amorosa de su entorno de amigos y familiares, cuida y atiende a sus dos progenitores, ambos de edad avanzada y dependientes. También muy jovencita fue diagnosticada (tras un peregrinaje de varios años por consultas médicas) de fibromialgia, sin tratamiento curativo alguno y con un pronóstico aterrador: la enfermedad iría afectando progresivamente su movilidad, con posibilidades de paraplejia ya que el cuadro se agravaría con el tiempo. Ella se rebeló ante tal futuro y se puso a buscar los conocimientos y los medios para comprender y combatir su dolencia. Asimismo padece hipersensibilidad electromagnética, en aumento conforme se suceden las generaciones de tecnología inalámbrica. Así pues, por necesidad personal, por exigencia del cuidado de su familia y sobre todo por una ferviente vocación, ha investigado y estudiado toda clase de fármacos corrientes, así como recursos alternativos naturales y de herbolario en una exploración de toda una vida. Los remedios o procedimientos que ha ido acopiando (o descartando) los ha examinado (para bien o para mal) en sí misma en primer lugar, de manera que no usa o recomienda ningún medio del que no tenga experiencia directa. Actualmente, contemplada en persona a sus cincuenta y tantos, ofrece un aspecto magnífico de saludable belleza. Y por supuesto nunca llegó a necesitar silla de ruedas.

 

 

  1. Para empezar, una pregunta “fácil”: ¿qué es la salud?

Una respuesta fácil y simple sería la ausencia de enfermedad.

Mis experiencias me han llevado a ver que los desequilibrios que se producen en todas las esferas del ser físico, emocional-mental y energético es por la desconexión (olvido o ignorancia) de lo que somos. A los desequilibrios exacerbados, o a los que nos habituamos y cronificamos, se les suele llamar enfermedad.

La salud plena se obtiene cuando somos capaces de mantener equilibrada la energía del cuerpo físico (haciendo solo lo que le beneficie), la del cuerpo emocional (observando y reflexionando sobre cómo reaccionamos) y la mente serena.

 

 

  1. Actualmente, parece que la opinión general es que el progreso de la medicina moderna ha traído a la población grandes mejoras en la salud; por ejemplo, el aumento de la esperanza de vida es atribuido al avance de los medios de diagnóstico y de las técnicas quirúrgicas, al desarrollo de antibióticos y antivirales contra infecciosas, etc. Pero, para usted ¿cuáles son los méritos y utilidad de esta universal medicina tecnificada?

La tecnología médica ha desarrollado todo tipo de equipos y máquinas de diagnóstico, las técnicas de imagen (rayos X, ecografías, resonancias magnéticas). No son inocuas, pero en casos necesarios podemos ver con precisión imágenes internas. Por ejemplo, con una de las más modernas, la PET (tomografía de emisión de positrones), se ha mostrado que las células que forman los tejidos no están pegadas, sino que nadan en un “terreno”, este terreno es una clave de salud.

Las técnicas quirúrgicas, con el desarrollo de procedimientos percutáneos menos invasivos como la artroscopia, laparoscopia, catéteres, angioplastias… resultan ser técnicas menos agresivas que favorecen la recuperación tras la intervención. Hago la salvedad de que tampoco son inocuas y su uso está sobredimensionado.

Y los antibióticos son un medio efectivo para abordar situaciones críticas.

Desde luego que la ciencia médica occidental tiene recursos valiosos. Ahora bien, no sé si es meritorio, pero resulta evidente que uno de los logros de la industria médica es el crecimiento exponencial en términos puramente económicos de inversión-ganancia, que se ha producido durante el pasado siglo y este.

La fascinación por la medicina tecnificada es el resultado de la inversión económica en campañas de marketing, adoctrinamiento en las facultades de medicina y control de la información que se publica en las revistas de investigación, en las que presentan resultados espectaculares. Por suerte, profesionales de alto nivel nos ayudan a poner en duda esa fascinación con un cuestionamiento radical del sistema sanitario. Por ejemplo: Peter C Gotzsche con su libro “Medicamentos que matan y crimen organizado”, o “Plaga de Corrupción Científica” de la Dra. Judy Mikovits y Kent Heckenlively, entre otros.

 

 

  1. Por otro lado, es también general la percepción de un empeoramiento general de la salud. Son frecuentes las informaciones sobre el continuo aumento de prevalencia de las llamadas enfermedades “raras” como las autoinmunes (ELA, fibromialgia, alergias, asma…), de las que ya no se consideran tan raras (TDAH, autismo), de las crónicas (diabetes, hipertensión…), y de los cánceres; y todas detectadas en edades cada vez más tempranas. Si a esto se añade la merma de fertilidad en la población masculina y femenina, no parece una percepción errónea. ¿Cómo entiende usted el contraste entre un enorme gasto sanitario y la expansión de las patologías?

Todas estas enfermedades que se denominan raras también son modernas y la relación entre el gasto sanitario y la expansión de las patologías es directa. Una gran industria se mantiene gracias a la fidelidad de los consumidores. Nos quieren a todos dependientes de sus terapias médicas y psicológicas. El uso y abuso de medicamentos con tantos efectos secundarios, la implementación de las vacunas, cada vez más destructivas, que dañan y alteran el sistema inmune y causan infertilidad, las intervenciones quirúrgicas como primer recurso, cuando tendría que ser el último, son entre otros los factores causantes de muchos desequilibrios en la salud. Las enfermedades autoinmunes son el resultado de una gran intoxicación, desequilibrio homeostático, alteraciones en la microbiota del organismo y de una desnutrición celular.

 

 

  1. Muchas de estas afecciones son calificadas como “enfermedades de civilización”, entendiendo que nuestro modo de vida es de por sí generador de enfermedad: ambientes artificiales, radiaciones, higiene excesiva, estrés, tóxicos industriales en la alimentación, el aire, el agua, los productos de limpieza e higiene… Teniendo en cuenta que, frente a todo ello, los responsables sanitarios sólo ofrecen tímidas recomendaciones sobre los hábitos personales, ¿cómo podemos defendernos de tantos factores nocivos presentes en la vida diaria?

Para empezar, hay que ser conscientes de esta realidad tóxica. Existen cada vez más recursos de información, multitud de técnicas, herramientas y máquinas todavía poco conocidas, pero muy efectivas, con las que podemos equilibrarnos.

Un principio básico es tener en cuenta los mecanismos de entrada y salida. Podemos intoxicarnos incluso de manera involuntaria, pero podemos igualmente favorecer la propia limpieza, sobre todo manteniendo los órganos excretores en correcto funcionamiento.

Las técnicas periódicas de detox del hígado, hidroterapia de colon, ozonoterapia menor, sauna para limpiarse a través de la piel, incluso sencillos baños de pies con sal y bicarbonato pueden ayudarnos.

Al coche le realizamos anualmente puestas a punto para que no nos deje tirados, pues al cuerpo también le vienen bien ciertos cuidados preventivos.

 

 

  1. Muchos estudios acusan al Sistema Sanitario de causar más daño que beneficio, y ahí están los datos de muertes por yatrogenia en Estados Unidos y otros países, ¿comparte usted ese juicio?

Es sabido que en nuestra sociedad occidental y países “desarrollados” entre las primeras causas de mortalidad se encuentran el cáncer, enfermedad cardiovascular (ictus e infartos). Detrás estarían los accidentes de tráfico y en cuarto lugar los efectos secundarios de los fármacos, los errores médicos y los derivados de procedimientos quirúrgicos. Además de las muertes están los daños colaterales sociales, realmente es abrumador el hecho de sentirse vivir en una sociedad profundamente enferma, y deprimida, una sociedad formada por individuos con limitaciones para proporcionarse de manera autónoma cuidados esenciales y básicos para su salud.

 

 

  1. En cuanto a salud mental, el consumo de psicofármacos para tratar la depresión, la ansiedad o el insomnio van en aumento año tras año, ¿se pueden abordar en casa trastornos de ese tipo?

Bueno, con lo de los psicofármacos ya hablamos de drogas duras y muy tóxicas que descomponen el cerebro, destruyen al individuo y daña al entorno de éste. El consumo habitual explica entre otros factores el aumento de todas las neurodegenerativas, que también se consideran autoinmunes, y son patologías mediadas por tóxicos y por metales. También hay un componente de falta nutrición celular sobre todo en el caso del alzheimer y parkinson. Es curioso que la mayoría de estos productos tengan como efectos secundarios precisamente aquello que se supone tratan. Los psicofármacos no van a la raíz de estos desequilibrios del sistema nervioso, producidos por el estrés y la falta de sentido vital; tratan sólo los síntomas y su uso continuado daña en ocasiones irreversiblemente.

Los corticoides son especialmente dañinos. Su uso también deprime puesto que interrumpe las respuestas naturales de regeneración y reparación que nos brinda nuestro inteligente sistema inmune.

En cuanto a otros abordajes, he visto a personas deprimidas salir de cuadros graves con pre y probióticos, desparasitaciones y limpiezas orgánicas. El estrés produce cansancio y esto cuando se alarga en el tiempo produce ansiedad y depresión. La depresión puede ser el resultado de un agotamiento físico, psíquico, emocional, y de la falta de sentido vital. El abordaje en casa requiere de autocuidados que equilibren todos estos aspectos. Primordialmente mejorar la dieta, sobre todo teniendo en cuenta las necesidades reales y el ciclo circadiano. Y por supuesto tomar suficiente sol.

Mi experiencia en estas enfermedades que son más del alma, puedo decir que durante más de un año de insomnio severo llegué a una situación crítica y durante un año probé todo tipo de psicofármacos, y lo único que saqué en claro fue una autoinmune: el liquen plano como efecto secundario del Tryptizol. Porque lo de dormir vino después incidiendo en otros aspectos y con distintas técnicas.

Fue clave para mí tomar un suplemento de cisteína de Immunocal; desde 2020 hasta hoy no lo he dejado y siento como mis células funcionan mejor.

También me ha servido de mucho hacerme una limpieza hepática; y las prácticas respiratorias a través de yoga o pilates.

 

 

  1. De acuerdo a su experiencia y larga relación con los estamentos del sistema sanitario, ¿cómo describiría el estado actual de la atención sanitaria en España?

La percepción que tengo es que anda colapsado, listas de esperas, desbordamientos en los servicios de cardiología, neurología, oncología y ginecología. Protocolos que no sirven a las necesidades e intereses del paciente, pacientes desahuciados y abandonados a su suerte... Además, no podemos obviar que en los últimos cuatro años la salud física y mental se ha visto afectada por el escenario pandémico, así que hay mucho personal en baja o trabajando con psicofármacos y con secuelas post-inoculaciones.

La atención telefónica ya nos habla del absurdo sistema sanitario deshumanizado en el que hemos derivado.

Las atenciones primarias pueden resultar útiles para un análisis; yo me realizo alguno periódicamente para poder hacer un seguimiento de los marcadores. Además del hemograma completo, suelo pedir la vitamina D. La interpretación de los valores en general la hago yo misma; he aprendido a ello y me ayuda a comprobar el resultado de los suplementos.

De entrada, un médico de cabecera sólo puede recetarte fármacos, tampoco tienen tiempo para mucho más. En ocasiones aquí el trato con un poco de suerte puede resultar algo más humano por la cercanía, pero sirven para poco más que una cura o un pinchazo.

En los hospitales ya la cosa se complica. Cuando uno está ingresado se percibe más la deshumanización y el trato impersonal (aquí siempre la diferencia la marcan las personas). Es por la masificación, dicen, y también porque así es cómo funcionan: como una fábrica en serie. No se aplica nada el sentido común, por ejemplo, te pueden debilitar y complicar los cuadros con las comidas: he visto dar compotas de frutas, pan, galletas y fruta a pacientes diabéticos y a la media hora poner un chute de insulina.

En los últimos años, por problemas complejos como el cáncer he terminado eligiendo a mis terapeutas en función de las capacidades que tienen para integrar las distintas medicinas, que es lo que da resultado.

 

 

  1. ¿Cree que mejoraría la situación incorporando más médicos y personal?

No creo que sea tanto una cuestión cuantitativa sino más bien cualitativa.

Al personal sanitario le vendría bien resetearse en general de todo lo que aprendieron en las facultades, es decir tendrían que olvidar algunas cosas y aprender otras, y sobre todo revisar su propia historia. Y pararse a hacer autocrítica de lo acontecido durante la pandemia.

El paradigma médico está cambiando hacia una visión integrativa, en la que muchos profesionales sanitarios vocacionales lo que hacen es ampliar sus conocimientos con otros enfoques de la medicina, algunos procedentes de otras culturas y con un bagaje milenario como el ayurveda, la medicina china, naturopatía, acupuntura o terapia neural. Ese es el sistema de salud emergente por el que optan cada vez más aquellos que quieren servir y aportar al paciente diferentes enfoques a su problema de salud. Esta nueva concepción de la salud y de la asistencia médica está por ver cómo se organiza, cómo se financia y cómo se paga. Yo pienso que en todo caso será al margen del Estado, quizá a través de comunidades populares autónomas…

 

 

  1. Si el examen que hace es acertado, se impone recuperar la mayor autogestión posible y reducir al máximo la necesidad de recurrir a un sistema inoperante o dañoso; autogestión, por cierto, que antaño era generalizada. ¿En qué consiste para usted la autonomía en el campo de la salud, qué elementos la constituyen?

La autonomía en cualquier campo de acción pasa por un conocimiento teórico y práctico de la materia en cuestión. En la medicina convencional, la relación médico-paciente es de tipo vertical en la que el médico sabe, ordena, prescribe, diagnostica y pronostica, mientras el paciente escucha pasivo y acepta todo sin cuestionar. En la medicina integrativa la relación es horizontal de empatía, escucha en ambas direcciones, donde el paciente adquiere un protagonismo activo y un compromiso con la propia salud.

Es nuestra responsabilidad conocer cómo funcionan los mecanismos de curación, interpretar bien los síntomas y señales de nuestro cuerpo; somos los más indicado para ello, no para bloquearlos con los anti- (-bióticos, -depresivos, -coagulantes, -hipertensivos, -térmicos, -inflamatorios…) sino tomando conciencia de cada uno de los sistemas orgánicos y su interrelación. Hay que aprender la relación mente-cuerpo-espíritu.

Nuestro cuerpo está formado por células y ellas, como las personas, hacemos lo mismo: respiramos, nos alimentamos y excretamos. Todo empieza por alimentar correctamente la célula y la microbiota, lo pequeño que nos habita.

Parafraseando a Pamiés, diré que somos “autorreparables”.

 

 

  1. ¿Qué problemas de salud pueden abordarse en casa?

En principio todos aquellos que no requieran un cirujano de urgencias.

Incluso sobre los accidentes también se puede y, si se tienen conocimientos de primeros auxilios de manera correcta, pueden salvarse muchas situaciones. De hecho, sin estas intervenciones inmediatas, como una maniobra de Heimlich ante un atragantamiento, o la abordas en casa o no da tiempo.

Los cuadros comunes de resfriados, gargantas, mocos, tos, fiebre para mi resulta incomprensible acudir al médico a que te receten paracetamol, ibuprofeno… Con descanso, lavados de ojos y nariz, un suero hidratante a base de agua, agua de mar, o sal cruda, bicarbonato de uso alimentario y limón, algún jarabe balsámico; y si la cosa va fuerte unas dosis de MMS o Dióxido de Cloro, se resuelven mejor y en menos tiempo que con fármacos.

Pero no se trata de tener en cada casa todos los recursos para todos los problemas, cosa que es imposible porque hay infinidad de remedios, todos útiles según la circunstancia. Más bien se trataría de disponer de los básicos para las patologías más frecuentes, y aparte alguno específico para una afección menos usual, de la que tuviésemos conocimientos por experiencia o por interés personal. Lo ideal sería que en cada vecindad se intercambiaran esos recursos, llegado el momento de necesidad. Así, la autonomía personal se proyecta y se amplía en la de la comunidad.

 

 

  1. Entonces, ¿cuáles son los elementos imprescindibles en un botiquín doméstico?

El botiquín empieza en la cocina. Aquí va una relación de los que conozco:

Agua de mar para limpiar ojos, nariz, cavidad bucal y para hidratarse bien para caso de mocos por resfrío, alergias, asma, orzuelos o conjuntivitis. Una gasa de algodón empapada en agua de mar, y un ratito recostados, resulta efectiva si se aplica desde el inicio del cuadro y con constancia.

El agua tibia con limón en ayunas sirve para mantener limpio el sistema digestivo. En caso de estreñimiento podemos añadir 60 ml de agua de mar.

El ormus (crema de agua de mar), que conocí hace un par de años, lo considero un básico por el aporte concentrado de minerales.

Para la hipertensión, si preparamos una cebolla cortada menuda en un vaso con agua que guardamos en la nevera y al día siguiente colamos y tomamos con medio limón exprimido, suele regularla en una semana.

La cebolla, si la comemos cruda, reduce las inflamaciones de garganta.

Un trocito de jengibre nos puede ayudar en caso de flemón.

La harina de trigo, aplicada inmediatamente después de una quemadura de aceite hirviendo, parece milagrosa.

Con el bicarbonato de sodio de grado alimentario podemos, desde preparar el tradicional suero alcalino para hidratarnos cuando uno está descansando el estómago, hasta descargarnos del exceso de radiaciones electromagnéticas. Haciendo baños de pies de 20 a 30 minutos, mezclado con sal marina, yo le añado árbol del té y me garantizo librarme de hongos y papilomas, ya que siempre que puedo voy descalza.

El vinagre de manzana, además de probiótico, te mantiene limpio.

El aceite de coco en la cocina y en el baño, sobre todo para enjuagarse la boca, porque tiene propiedades beneficiosas sobre la microbiota, calma las aftas, protege el esmalte dental a la vez que lo limpia sin dañarlo y sirve para otras zonas con mucosas.

La avena, por dentro y por fuera. Una buena cantidad de copos triturados en una bañera calma los picores de la piel producidos por cualquier causa. Si hay varicela disminuye la irritación de una manera evidente.

Infusiones de Artemisa Annua para cuadros gripales.

Para una gran variedad de usos, los Aceites esenciales: árbol del té, lavanda, romero, menta, eucalipto y salvia española. Y los Aceites vegetales: oliva, árnica, hipérico, caléndula y ricino.

Para la piel, Gel Aloe.

Como terapias oxidativas: DMSO, Kit MMS y Peróxido de hidrógeno.

Para curar heridas externas: Plata Coloidal y Sangre de Drago.

Para infecciones de vejiga: Cola de caballo, castaño de Indias y D-Manosa.

Algún jarabe balsámico y para defensas.

Y ya como recursos más sofisticados: Máquina casera de Ozonoterapia, Nebulizador y Kit de limpieza colónica.

 

 

  1. Supongo que son necesarios conocimientos y experiencia para determinar y efectuar una intervención idónea en casa, ¿cuáles son sus fuentes y referentes?

Vaya, esta pregunta tengo que acotarla; llevo desde niña experimentando conmigo los remedios que se me ocurrían y que a mí me funcionaban y después no he parado de leer y aprender.

Aunque la transmisión oral de los saberes (acumulados durante generaciones sobre todo de madres a hijas) casi se ha perdido, me gusta pensar que mi idea de salud proviene del mundo tradicional. Por suerte hay infinidad de publicaciones sobre remedios naturales. Y el conocimiento no cesa de ampliarse y difundirse por nuevos medios.

En cuanto a libros, hay muchísimos donde elegir, como los manuales o guías rápidas para el uso de plantas medicinales y sus derivados (extractos, tinturas, aceites esenciales), para acercarnos a la fitoterapia que es lo más natural y esencial.

La guía de Dulce Revolución sobre enfermedades y tratamientos con remedios naturales y herbales es muy práctica y referencia algunos de los remedios naturales de Maria Treben, cuyo libro también es un clásico.

El Libro práctico del ayurveda, de Jaume Rosselló, nos acerca al enfoque metabólico de los doshas para elegir algún recurso o alimento con el que recuperar el equilibrio.

Alimentación prebiótica, de Xavi Cañellas y otros, también es una guía para coger ideas interesantes y recetas sencillas para poder integrarlas.

Hay varios libros de Odile Fernández, como el de mis Recetas Anticáncer, muy enriquecedores y meticulosos en sus explicaciones.

Algún tratado de biodescodificación biológica, como pueden ser los originales de Enric Corberá y Rafael Marañón u otros que circulan en red. Para mí es una consulta imprescindible para llegar al origen emocional de las dolencias.

El libro Biorresonancia. La Medicina Cuántica, publicado en 2023, reúne a varios expertos que nos explican las bases de las intervenciones en bioenergética y física.

De marzo de 2023 tenemos “Ser humano siglo XXI.Manual de instrucciones” de mi cardiólogo favorito Sergio Mejía Viana; imprescindible, interesante, enriquecedora y amena lectura para un acercamiento al enfoque integrativo. Desmonta mitos como el del colesterol.

La guía de terapias intravenosas de Nadiya Popel, también de reciente publicación, nos acerca a una técnica rescatada de antaño no disponible en la medicina pública, sí en algunas clínicas privadas, que está resultando efectiva para cuadros graves.

Y por último, Anatomía del Espíritu, de Caroline Myss, a mí me parece fundamental para profundizar en el autoconocimiento y la sanación.

Por mi parte, he realizado cursos de biodescodificación, reflexología podal, facioterapia vietnamita y primeros auxilios; cursé también como técnico en Prevención de Riesgos Laborales, y me gusta asistir a eventos médicos. Recientemente he asistido a dos eventos en los que hemos podido aprender de Pàmies, Iñigo Gómez Ojinaga, Juan José López Martínez, Mar Alonso y el cardiólogo Sergio Mejía, a los que sigo en sus canales y de los que leo sus libros. Por tanto, he tenido muchas oportunidades de mantener conversaciones con médicos de distintas especialidades que me han hecho comprender muchos conceptos.

Hace cuatro años tuve la gran suerte de conocer la cisteína precursora de glutatión de Immunotec, con lo que he aprendido mucho en los últimos cuatro años sobre glutatión y sus aplicaciones médicas. Forma parte de mi cuidado diario desde entonces.

Hace décadas que aprendí sobre metabolismo con Frank Suárez (que, por cierto, murió por decir la verdad). También llevo años suscrita al boletín del Dr. Mercola, donde se actualizan constantemente los estudios sobre nutrición y medicina alternativa. De la página del Dr. Mercola se puede descargar gratis unas guías muy prácticas de alimentación. Sus artículos están rigurosamente documentados y referenciados. Si tengo alguna duda o quiero profundizar en un asunto suelo empezar por ahí.

Ya más recientemente, los canales de Telegram, como el de MAI, el Health Best de Juan Zaragoza, los Protocolos-Escuela de Salud de Oscar Torres o las clases online de la academia Sesmi o las de Nadiya Popel TV, también me están resultando muy útiles para profundizar en los usos y experiencias de muchas sustancias y productos sistémicos, que suelo usar y sobre los que me gusta profundizar.

 

 

  1. Y para terminar, una pregunta que nos interesa a todos sobre un mal incurable: ¿es la edad y la vejez una enfermedad?

Se ha hecho habitual culpar a “los años” de la aparición de patologías en plena madurez, cuando todavía el vigor debería disfrutarse plenamente. Me parece una programación externa destructiva, una de tantas… Es un engaño interesado en ocultar los desequilibrios producidos por una forma de vida malsana. Resumiendo mucho, la enfermedad se produce por la acción combinada de “desnutrición” y “toxicidad”, no por el paso del tiempo.

El envejecimiento no es un desequilibrio, sino un proceso de decadencia natural por el que pasan todas las formas de vida. Y por lo tanto no “se cura”. La vejez forma parte del proceso de una vida larga. Yo considero un privilegio llegar a ella y mirar atrás sintiendo que he cumplido con mi tarea.

 

 

Muchas gracias por su tiempo y por la generosidad de compartir su bagaje y experiencias. Sus palabras y su ejemplo nos animan a recuperar la autonomía —y por tanto la libertad— de que gozaban nuestros abuelos en el ámbito de la salud. Y, como es natural, deseamos a todos la mejor salud posible.

Antonio de Murcia, Junio ‘24.

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