Por Félix Rodrigo Mora
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Llegado el 1 de noviembre, día de los difuntos, todavía algunos dedican un tiempo a reflexionar sobre la muerte. Pero la sociedad existente, del bienestar forzoso y la felicidad obligatoria, no quiere saber de ella. Produce temor e incluso pavor, es algo a eludir, se la margina y se la oculta. Nada que ver con la propuesta del poeta romano Persio, “Vive pensando en la muerte”.
Necesitamos hacerlo, con serenidad, con madurez, con verdad, para comprendernos y aceptarnos. Para percibir con lucidez y entereza nuestra finitud, temporalidad, complejidad, grandeza y límites. Somos mortales, criaturas de la naturaleza con un principio y un fin. El fluir del tiempo nos destruye, al generar en cada criatura viviente contradicción internas de naturaleza biológica que culminan en el paso al no ser, en el acto de fenecer. Hay que aprender a bien morir y, también, ayudar a bien morir a otros, si llega el caso, acompañándolos amorosamente en el tránsito.
Eso en el ámbito de lo cotidiano. Existe, además, la muerte heroica, por un ideal, pues según Hegel, “si deseas amar debes servir. Si deseas libertad debes morir”. Sí, es hermoso sucumbir épicamente por la libertad, peleando contra los tiranos y los opresores. Esa muerte es la mejor y la mas bella de todas. Empero, lo más necesario es vivir por y para un gran ideal transcendente, como la revolución integral.
Hoy, lo dicho y expuesto va unido a la apoteosis de Thanatos, la deidad de la muerte y la aniquilación, opuesta a Eros, que es la potencia deífica encargada de la multiplicación de la vida, la exuberancia y la alegría. Esto se manifiesta en la cuestión del suicidio. Es ya la primera causa de fallecimiento entre los jóvenes, en tanto que suicidio directo y explicito, sin considerar el suicido indirecto e implícito, mucho más extendido. Se comprende su ascenso en flecha, pues hoy la existencia que nos permiten, que nos imponen, carece de valor y de atractivo, es una nada sucia, sórdida y humillante, sin libertad, destructiva y dolorosa, así que cada vez más personas dejan que sea Thanatos, y no Eros, quien les guie.
Según la sociedad actual se vaya descomponiendo el suicido crecerá. Ya sucedió en la fase final de Roma, en su tiempo de senectud y caída. El suicidio es inmoral e irracional porque la vida es un bien, un gran bien. Es un acto de odio contra uno mismo, una expresión de desamor hacia el yo. Si la existencia hoy es intolerable e insufrible, que lo es, hay que transformar la situación, lanzándose con furia contra las instituciones y los individuos culpables de ello. Golpéales a ellos, no te golpees a ti mismo.
En una sociedad donde el futuro da miedo, hay que generar un estado emocional de esperanza y de confianza, sustentado en que vamos a pelear por crear una nueva sociedad y un nuevo ser humano. Esa es una de las tareas del movimiento por la revolución integral, proponer un ideario, un programa y una estrategia que vaya a las causas últimas de la mentalidad suicida. Al hacerlo, generamos esperanza, pasión, entusiasmo, deseo de vivir.
Porque el individuo aprecia su existencia si encuentra en la acción transformadora revolucionaria una misión personal y colectiva que otorga sentido y significado, por tanto, grandeza y valía, a su vida. Eso permitirá que Eros prevalezca donde ahora impera Thanatos.
El suicidio suele ir precedido por la depresión, hoy la enfermedad psíquica principal, particularmente entre las mujeres, sometida al Estado feminista “emancipador”. Todo empuja hacia la depresión, todo. Particularmente en España, esa caricatura abyecta y miserable de sociedad, lo que explica que seamos el país con mayor consumo de psicofármacos del mundo, esas sustancias tóxicas que envenenan, enferman y matan.
En último análisis, lo que sucede es consecuencia del quebranto del instinto de supervivencia, de la voluntad de vivir. Todos los seres vivos lo poseen, también los humanos, aunque en éstos los instintos no son imperiosos sino tendencias que pueden ser alteradas y racionalizas, hasta cierto punto, y también manipuladas. La decadencia del instinto de supervivencia no sólo se manifiesta en la forma de depresión, definida como “falta de ganas de vivir”, y de suicido, sino también como enfermedades y accidentes. La persona que lo ha perdido “se deja morir en un rincón”, según advierte la frase tópica de la cultura popular.
El actuar del Estado de bienestar ha sido en ello devastador. Al exponer e imponer autoritariamente al individuo que es el Estado quien, pretendidamente, le cuida y quien garantiza su salud, le está diciendo que ya no es cada persona quien se hace responsable primero de ella. Esto, interiorizado, lleva a la dejación por transferencia del esfuerzo para vivir saludable en el día a día, para mantenerse razonablemente sano y para afrontar con energía y optimismo la enfermedad, cuando llega. Así lo expongo en mi libro “Sé el mejor médico de ti mismo”.
Por eso, y por otras varias causas, ahora se observa un empeoramiento progresivo de la salud de las personas. Particularmente, inquieta lo frágil y escasa que es la de los bebés, los niños y los jóvenes, lo que asusta a la generación de sus abuelos, que se recuerdan a sí mismos disfrutando de una situación mucho mejor que la que tienen sus nietos. Las generaciones nuevas padecen un régimen de medicación permanente que está haciendo de ellos criaturas cada vez más vulnerables y enfermas, en una espiral descendente que avanza hacia el colapso de la funcionalidad cotidiana de esas generaciones. Y, con ello, la puesta en cuestión del futuro mismo de la especie humana. Pero ¿qué puede esperarse si en una placenta humana hay hasta 150 sustancias toxicas, ingeridas por la madre en los alimentos, el agua y el aire? Tales son los efectos de la “revolución verde” de hace 60 años, que ha creado una agricultura que carga de tóxicos los alimentos…
Tales son otras de las manifestaciones concretas del triunfo de Thanatos.
Hay más, mucho más. En el presente, el número de fallecimiento anuales es ya bastante superior al de nacimiento, en España y en la gran mayoría de los países. Aquí, aunque las autoridades “maquillan” los datos, se admite que los óbitos crecen año tras año mientras que los nacimientos decrecen. En unos pocos años éstos serán un tercio de aquéllos, y continuarán disminuyendo, también porque cada vez hay menos féminas en edad fértil. Además, cada año que pasa hay más mujeres que, aun estando en esa edad, son infértiles por el ascenso de la amenorrea, de la retirada de la regla a edades cada vez más tempranas, lo que indica ausencia de ovulación.
La demografia, la fertilidad y el erotismo son tratadas en mi libro “Erótica creadora de vida”. Lo cierto es que avanzamos hacia lo que se ha llamado “un planeta vacío”, sí, vacío de seres humanos. Es muy probable que de los 7.500 millones de personas que ahora habitan la tierra se pase a unos 500, en la segunda mitad del siglo XXI, una catástrofe aterradora. ¿Qué sucederá con los que faltan, unos 7.000 millones? Pues que habrán fallecido, la mayoría de ellos en condiciones espantosas, con muertes horribles, a medida que vaya disminuyendo la población activa, joven, y los ancianos y enfermos de las clases populares sean abandonados a su suerte. En mi libro arriba citado estudio todo ello. Tal situación será la apoteosis de la muerte y la aniquilación, es decir, de Thanatos.
La causa principal de que estemos próximos a una situación de casi cero nacimientos es la persecución del erotismo y el sexo heterosexual, el único potencialmente reproductivo, que efectúa con insolente impunidad el feminismo/feminazismo. Éste, financiado por el grancapitalismo, opera para que toda la energía de las mujeres, en particular la libidinal, erótica y sexual tanto como la maternal, se convierta en ímpetu productivo, con el fin de que los capitalistas sean cada vez más ricos y que el Estado recaude cada vez más impuestos. Tal es uno de los objetivos de “la ideología de género”. Al presentar embusteramente al sexo heterosexual como una forma de “machismo”, al dogmatizar que el amor erótico es “el opio de las mujeres” y al vociferar que todo coito es una violación, ha creado las condiciones ideológicas y emocionales para el sexo hetero por amor y/o deseo esté en fase de cuasi extinción, como advierten la parte más honrada de las y los sexólogos.
Ello, en sí mismo, es un crimen de lesa humanidad, del que el feminismo tiene que responder, no sólo en lo político e ideológico sino también ante la justicia popular, penalmente[1]. Por causa de aquél, la especie humana conoce ahora un peligro muy cierto de extinción, pues estando ya descontrolados los mecanismos estatuidos por el feminismo para pisotear los fundamentos del sexo heterosexual, es posible que la situación sea ya muy difícilmente reversible, y que el futuro próximo no esté, ni siquiera, en los 500 millones de supervivientes citados sino en la nada, en cero seres humanos. No se olvide que las especies se extinguen cuando cesa su actividad reproductiva, lo que ha llevado a millones de ellas a la desaparición a la largo del tiempo geológico. Y ahora es posible que le toque el turno a la nuestra… por culpa del feminazismo y sus financiadores.
Las atrocidades humanicidas del feminismo tienen una fuerza colosal porque está respaldado y financiado por el Estado, que convierte aquéllas en ideología estatal, en leyes y en medidas de toda naturaleza, para moldear a la sociedad y a cada individuo como entes desexuados, meros robots dóciles y supuestamente hiperproductivos sin erotismo, sin amor, sin sexo. Se ha dicho que la “ideología de género” va contra el amor y el Eros, lo que es muy exacto, con la agravante que inspira un sinfín de normas legales y otras medidas estatales y gubernamentales “ad hoc”. De esa manera, el feminismo de Estado, que en si mismo es una forma virulenta de patriarcado de nuevo tipo, de misoginia, machismo y odio a las mujeres, así como de fascismo político, se ha convertido en una doctrina que promueve la liquidación en condiciones espeluznantes de una parte muy mayoritaria de la especie humana.
Con todo, no podrán someter al Eros, no lograrán exterminar a la especie humana. Eros es, en su esencia última, la energía vital que lleva a la humanidad hacia adelante, lo que se manifiesta también como movimiento por la revolución integral.
Venceremos a Thanatos, venceremos a la muerte, la vida prevalecerá.
Félix Rodrigo Mora
[1] El libro del que soy coautor, “Feminicidio, o autoconstrucción de la mujer”, ha asestado un golpe teórico y argumental decisivo al feminismo, mostrando su naturaleza perversa y sus mentiras, el machismo fermentado que contiene y su condición torvamente neopatriarcal, como agente multifinanciado del ente estatal y la clase patronal. Ahora, tras años de hegemonía, el feminismo está en decadencia, tanto como la izquierda fascista que lo ha promovido, por lo que se aproxima el momento de hacer justicia con él.
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Comentarios
amigos no todo esta perdido, aun existe la esperanza de que la humanidad sobreviva y saldra vencedora. uno es pesimista de que el pueblo no despertara, pero aca en mi pais se han echo grandes avances, en donde se movilizaron millones por un cambio de sociedad. El futuro es esperenzador y sobrevivira la humanidad a la debacle que se avecina. Este es el camino a seguir. Saludos desde Chile
Adjunto un video recopilatorio donde la gente desarmada se enfrenta al ejercito y a la policia
https://www.youtube.com/watch?v=uG4Co82J7GY
https://www.youtube.com/watch?v=0D0ywG0s2pU
Estamos atravesando épocas difíciles. Nos encontramos en una era posmoderna caracterizada por la malevolencia, el egocentrismo y una alarmante carencia de valores morales, perpetuados por un Estado desvergonzado. A pesar de esto, existen personas de gran valor, representando un renacimiento genuino en el mundo. Sin embargo al igual que Ernst Jünger, el autor de "La emboscadura", estas personas están ocultas, esperando su momento.
"El auténtico problema es que una mayoría no quiere la libertad y aun le tiene miedo. Para llegar a ser libre hay que ser libre, pues la libertad es existencia, concordancia consciente con la existencia, y es el placer, sentido como destino, de hacerla realidad. (La emboscadura)." de Ernst Jünger
Te podría haber dicho más crudamente lo que opino de tu basura de artículo, Félix, pero por respeto a lo parcialmente contestatario de tu labor sólo afirmaré esto:
Dormir es bueno, la muerte es mejor, pero por supuesto lo mejor sería no haber nacido nunca.