Por Tombol, lector de VyR
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No soy un entendido del llamado arte cinematográfico, no soy un estudioso de la técnica e historia de la cinematografía. Tampoco soy un cinéfilo. Pero, como la mayoría de los sujetos de la contemporaneidad, he visto bastante cine a lo largo de mi vida, particularmente conocí el “boom” del cine y de la televisión allá por los años 60, cuando esos medios de contenido visual se empezaron a hacer masivos.
No hace falta demostrar que el cine se ha convertido (o quizás siempre lo fue) en una técnica de aleccionamiento social de primer orden. Sus mensajes, consignas, cosmovisiones e ideologías son divulgadas paralelamente a la imposición de corrientes de pensamiento instauradas por los otros medios propagandísticos que usa el Estado. Son muchas veces pioneras sus aportaciones aleccionadoras, otras sirven para apuntalar o reforzar ideas que ya se han introducido a través de otros medios.
¿Es el cine un arte? Si nos atenemos a las definiciones de la RAE habría que concluir que sí: “Capacidad, habilidad para hacer algo” y “manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con lenguajes plásticos, lingüísticos o sonoros”. Buscando otras posibles definiciones, me encuentro que, en general, se pueden globalizar en la sentencia “arte es un concepto que engloba todas las creaciones realizadas por el ser humano para expresar una visión sensible acerca del mundo, ya sea real o imaginario”.
No busca este artículo penetrar en el sentido del arte, sino simplemente acercarse un poco más a la realidad de lo que es el cine. En todo caso, a mí me parece que lo que mejor define el arte y que más se acerca a la realidad y no a elucubraciones o percepciones subjetivas, es la que escuché a un músico profesional ya fallecido, quien expresaba algo así como que el arte es simplemente un decorador de la realidad, un elemento para hacer más agradable nuestra existencia, a fin de cuentas.
Vuelvo al tema del cine: El cine sería en sí mismo un fagocitador de otras artes; mama de la música, del teatro, de la literatura, de la fotografía, de la pintura… y subsidiariamente se podría aducir que también de la escultura, la danza y puede que de alguna más. Quizás se deba a ello, a que es un arte que aúna la potencia de otros artes, lo que le da ese atractivo tan intenso que a tantísima población suele entusiasmar.
Viendo el cine de muy diferentes épocas, he comprobado que ya desde sus inicios la industria cinematográfica hizo uso de su capacidad de persuasión para influir e insertar mensajes y discursos aleccionadores. Con el paso del tiempo, éstos se fueron haciendo cada vez más sutiles en muchas producciones, y en todo caso nunca ha dejado de perfeccionarse esta labor manipuladora de las mentes. Hoy día podemos comprobar, al observar una película, la existencia de indisimulados planteamientos adoctrinadores propios de las ideologías imperantes así como diversos enfoques propagandísticos camuflados en el guion.
¿El cine nos puede aportar algo? En mi opinión hay poco cine que realmente valga la pena, en este sentido. La mayoría lo considero pérdida de tiempo, o simple entretenimiento, lo que es lo mismo. Démonos cuenta que visionar una película nos ocupa entre 90 y 120 minutos normalmente. ¿A cuánta gente le permitiríamos que nos hablara durante ese tiempo permaneciendo callados?
El cine tiene tal fuerza que es capaz de inducirnos diferentes estados de ánimo. Nos puede hacer reír, llorar, provocar miedo, extasiar, enfadar, odiar, enamorar… He aquí el poder del cine, aunque uno perciba que tiene un autodominio de sí, nuestra mente vive la experiencia del cine como si fuera algo real. Es este otro de los peligros del cine, la capacidad de sugestión. Es por ello que pienso que si uno se sienta frente a una pantalla, siempre debe tratar de hacer un ejercicio de conciencia, para crear la distancia adecuada frente al producto que se nos muestra.
¿Tiene alguna utilidad ver cine? Mi respuesta viene de la propia experiencia. Ha habido alguna película que me han provocado reflexión, o me ha revelado realidades de manera directa o indirecta, o me han henchido de un positivismo que me pareció casi “terapéutico”, o me insuflaron de percepciones edificantes, o me transmitió alguna clase de virtud. Dicho así parece que uno puede encontrar una extensa variedad de películas con esos aportes; pero no, la realidad es que el cine con esas aportaciones es exiguo. Y cuando las encontramos, lo más habitual es encontrar que comparten celuloide junto con otros elementos que podríamos considerar nocivos (por ideológicos).
Mi idea es hacer una selección de películas que puedan aportar reflexión (y quizás también belleza) a quienes sintonizan con el ideario de la r.i. y hacer en cada una de ellas los análisis pertinentes. No hablo de hacer críticas convencionales sobre el valor artístico o cinematográfico, no hablo de analizar sus aspectos técnicos, hablo de entresacar de un producto visual lo que nos puede servir para afinar nuestro discernimiento, lo que nos permita repensar lo que ya hemos pensado, lo que nos pueda ayudar a reconocer la realidad que nos rodea. No es mi intención promocionar el cine. Es una industria que mayormente favorece la degradación humana. Pero eso no quita el intentar aprovechar lo que de útil pueda tener.
Ya he dicho que no soy un estudioso del cine, y sin embargo creo que no necesitamos saber de técnica cinematográfica ni estar duchos en “cine intelectual” para ser capaces de percibir y atravesar una película. Lo más importante es nuestra atención, nuestro interés. Lo comprobé hace años, durante una década estuve metido en el mundo del teatro. Ahí constaté que, como observador frente a un trabajo teatral, tenían mejores y más finas percepciones los espectadores que eran legos en teatro que quienes se vanagloriaban de ser entendidos y expertos. Los estudios son útiles, pero llegan a perjudicar cuando anulan o mediatizan nuestra sensibilidad, la operatividad de nuestros sentidos.
La selección de películas que he hecho es subjetiva, por supuesto. Atiende más a las que tienen unos contenidos que sean aprovechables para contrastar con los idearios de la r.i., a las virtudes que nos puede trasmitir; pero es la selección que a mí me ha parecido adecuada, a otra persona le motivaría más otra selección. En todo caso se entenderá el motivo de mis elecciones una vez se lea el artículo sobre la película en cuestión, y es por eso que lo más interesante sería ver la película y luego reflexionar sobre el artículo.
Una reflexión más, pero referente al hecho de que el sujeto hoy día es un ser pasivo frente a los diversos actos de creación, dígase música, cine, literatura, etc.: Esta pasividad en realidad nos supone una retención energética, una eclosión emotiva no actualizada, una contención vital no expresada, mayormente. Cuando somos receptores de alguna clase de actos creativos, como sujetos sensibles que somos, lo lógico es que podamos expresar alguna clase de respuesta a ello, el guardarnos lo que ha sido movilizado en nuestro interior posiblemente acumule alguna clase de carga que alimente la inmovilidad. Planteo entonces que cualquier manera que se nos ocurra de soltar esa carga (podría ser su expresión mediante opiniones, bailar, escribir, reaccionar, etc.) será siempre útil para equilibrar nuestro estado interior (que de alguna manera estará descompensado). Lo importante, en cualquier caso, es comprobar si es cierta esta afirmación que acabo de hacer, y entonces disponer de alguna clase de herramienta que neutralice los efectos negativos que pueda provocar esta pasividad propia de quien es espectador frente a cualesquiera actos de creación, como es el caso del cine.
Todo lo que nos sirva para fortalecernos como individuos, para acrecentar nuestra conciencia, será una aportación inestimable para mejorar el movimiento de la Revolución Integral. El ser humano es complejo, y esa complejidad se ha hecho más intrincada con las condiciones derivadas de las formas de vida propias de la contemporaneidad. El Poder se ha hecho con todas las manifestaciones de la cultura que antaño eran populares y que servían para el mejoramiento de la convivencia. Debemos, ahora, practicar el discernimiento, para mejorarnos, para incentivar una cultura libre de contaminantes, para abrir caminos no polucionados que permitan la verdadera creación.
Tombol
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