Ha muerto Pedro Mari

Publicado el 8 de septiembre de 2024, 17:40

Por Félix Rodrigo Mora

[Tiempo estimado de lectura: 12 min]

 

 

Sortzeak dakar hiltzeak, ta hiltzeak sortzeak,

betiko argia ta lurrak gorde zaitzala.

Egiteko oraindik daukaguna

egin gaitzala hobeak.

Zure omenez. 

 

 

 

Lo ha hecho de manera repentina e imprevista, llevaba enfermo varios años, pero no se esperaba un desenlace así. Cuando me enteré sentí mucho dolor, pues apreciaba sobremanera a Pedro Mari. Nos entendíamos muy bien, él como vasco y yo como castellano. Nos conocíamos desde hace años y siempre ha sido muy cordial y fraternal la relación entre nosotros.

 

Nos unía el origen rural y nuestro amor compartido por lo vasco, por su cultura, historia, lengua, presente y futuro. Y, además, nuestra búsqueda de un futuro de autenticidad y libertad.

 

Pedro Mari, para mí y para todos, era, en primer lugar, la perfección y la belleza del euskera, su uso exacto y elegante, con riqueza de léxico y galanura en el decir y el escribir. Lo había aprendido en la familia, en el caserío, y al mismo tiempo lo había ido perfeccionando por el estudio y la lectura. Su euskalki (dialecto) era el vizcaíno, pero se servía de todos. En muchas horas de conversación, junto con otros amigos, yo iba conociendo más y mejor la vida social de los vascos, su historia, cultura y presente, así como los logros y desventuras del vascuence en el siglo XXI.

 

También, sobre otras materias, pues Pedro Marí era un lector esforzado y pertinaz, dotado de una cultura clásica que hoy pocas personas poseen. Me prestaba libros y a veces regalaba, me comentaba sus intervenciones en internet, me hacía algunas traducciones, me demandaba mi opinión sobre esto o lo otro, etc. Varios de los libros que me suministró han sido fundamentales en la formación de mi sistema de ideas.

 

Falleció unos días antes que terminase mi estudio sobre el fuero de Bizkaia, que tanto le debe a él. Esto ensombreció el natural contento mío por tal parto intelectual pues me hubiera gustado enviárselo y escuchar sus observaciones, las suyas como vizcaíno ancestral, lingüístico y genético…

 

Padeció la hostilidad de la izquierda socialdemócrata y españolista, esto es, de Bildu, y también de esa cosa estólida y petrificada, hórrida, que es el PNV. Como amaba intensamente su universo cultural, comprendía muy bien, y con considerable sufrimiento, el declive de la cultura vasca hoy, que lleva implícita y presupone la descomposición del euskera. Para él, había un proceso de sustitución cultural en Euskal Herria. Creía, con razón, que el sistema vasco de valores, con su cosmovisión, criterios morales, estilo de vida e idiosincrasia, estaba siendo sustituido por un modernismo cutre, cazurro y patético, producido en los EEUU e importado por toda una amoral tropa de saltimbanquis, mercenarios, analfabetos y charlatanes que, además, suelen utilizar un euskera “de plástico”, mera chapuza lingüística.

 

Esta subcultura decadente, maloliente y nihilista, infantilizadora, vacía y deshumanizante, mil veces retrógrada, capitalista y reaccionaria, se introduce en Euskal Herria cada día más con el vascuence como vehículo, aunque, por lo general, con un uso del idioma caricaturesco, empobrecedor y penoso, como he dicho antes. Esto le irritaba bastante, por los contenidos y por lo que significa de envilecimiento de la lengua. Eran habituales en él las diatribas contra la UPV (Universidad del País Vasco), por ser punto decisivo para la importación de la basura infracultural anglosajona yanqui, y por sus tropelías con el euskera. Así lo exponía en sus lugares de internet, logrando apoyos, y también ataques e injurias, pues en la tierra de los vascos hoy abundan los cipayos.

 

Cuando el covid-19, al denunciar el ataque a las libertades individuales y colectivas que la política sanitaria del gobierno español estaba realizando, padeció nuevos desaires y agresiones. Más aún al negarse a vacunarse. Se enojó, y al mismo tiempo se mofó, el día que el jefe de Bildu, Arnaldo Otegui, apareció en televisión exhibiendo servilmente su certificado de vacunación e intimando a los vascos a imitarlo. Lo mismo le sucedía con las atrocidades y maldades de “la ideología de género” y el feminazismo.

 

Recuerdo un acto público en Durango en el otoño de 2019, donde se batió impetuosamente, con su magnífico euskera como arma, con dos tipos de mequetrefes multi subvencionados, allí presentes. Una era la consejera de familia del gobierno vasco, que expuso con bastante caradura el “apoyo”, mínimo y escuálido, prácticamente invisible, que otorgan a las mujeres madres, lo que contrasta con la enorme masa dineraria que entrega el gobiernillo de Vitoria-Gasteiz a la patulea feminista LGTBI, mero fascismo “de género”, agresivamente antivasco, con su argumento central, que la policía española protege a la mujer vasca del hombre vasco.

 

El otro sector de los necios allí presentes estaba formado por quienes creen que el euskera está siendo recuperado, así pues, salvado, por la “escuela pública”, esto es, por las instituciones educativas españolas operantes en Euskal Herria, una formulación en sí misma aberrante y monstruosa, que pone en evidencia a sus sostenedores como españolistas y reaccionarios. Pedro Mari sostuvo que la situación de la lengua era entre mala y pésima, y que su recuperación y restauración debía ser obra de la sociedad popular vasca, que tenía que ponerse en pie no solo por la lengua sino también por la cultura vasca.

 

Le repugnaba la línea de Bildu, consistente es desmovilizar al pueblo vasco, dejando la “solución” de los grandes problemas en manos de las institucione españolas, es decir, de funcionaros y mercenarios pagados por el ministerio de Hacienda español, con la advertencia añadida de que “quien paga manda”. Todo ello, que es irracional y contranatura, ha llevado a la difícil situación hoy existente, con la cultura y la idiosincrasia vasca en caída libre, y el euskera en rápida degeneración y banalización, mientras la gran mayoría se desentiende de todo, atenta únicamente a su vida privada, o se aferra a “soluciones” que son en el mejor de los casos muy insuficientes y en el peor letales absolutamente.

 

Encontrándose el sistema cultural y axiológico vasco próximo a su liquidación, el euskera está entrando en un estadio cada día más difícil, de modo que, en sólo un decenio, o poco más, puede llegar a una situación extrema e irreversible. Tal era el temor que compartíamos Pedro Mari y yo. La única solución sin comillas es la movilización de la gente vasca en torno a un programa completo de salvación y reconstrucción de la lengua y la cultura vasca, en el camino al autogobierno holístico. En mi “Manual de la revolución integral comunal” me ocupo más ampliamente de estas cuestiones.

 

No hay lengua sin cultura, como no hay cultura sin lengua. O a las dos se recuperan absolutamente o no lo hace ninguna. Frente al cosmopolitismo zafio de los modernosos anglosajonizados, usuarios de un euskera “de plástico” y traidores a su pueblo, hay que iniciar un nuevo ciclo de acción colectiva integral en Euskal Herria, en torno a un programa y a una estrategia conformes con las condiciones del siglo XXI. Es necesaria una revolución vasca, anticapitalista y antiestatal, que establezca la democracia directa del batzarre, el comunal, el auzolan y el derecho pirenaico. O eso o llorar el final de lo vasco…

 

Por eso la muerte le sorprendió traduciendo al euskera las “Bases para una revolución integral”, el documento programático de la RI.

 

Comenzar de nuevo, eso es en esencia lo expuesto. Eso es lo que esperaba, deseaba y proponía Pedro Mari. Sin él será más difícil, pero se hará, contando con la fuerza que nos transmite su recuerdo, sabiduría y ejemplo.

 

 

Félix Rodrigo Mora

esfyserv@gmail.com

felixrodrigomora.org

 

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