La calle de Pelayo: Joan Estelrich

Publicado el 1 de agosto de 2024, 21:04

Texto de Josep Pla, aportación de Miguel Pina

Tiempo estimado de lectura: 20 min

 

 

El señor Estelrich vivía en una pensión de la calle Pelayo. La misma calle en la que se encontraba la céntrica, desordenada y pobre casa de huéspedes en la que me alojaba. En esta calle la riada humana es fabulosa. La casa estaba pegada a una travesía corta y rápida que va a la calle de Tallers. La pensión estaba más arriba de la calle, muy cerca de la plaza de la Universitat y parecía un establecimiento pequeño y agradable. En definitiva, éramos vecinos de calle y tarde o temprano teníamos que encontrarnos.

 

De vista ya lo conocía. Era un joven de no demasiada altura. No era ni seco ni excesivamente gordo. Era lo que los italianos llaman un "angelotto", de carnalidad más bien intensa pero no excesiva. Nunca llevaba sombrero: cabellos cortos pero erizados. Cuello corto. Vestía siempre de oscuro: corbata asegurada. Facciones risueñas siempre comprensivas. Siempre hablaba en catalán pero a veces soltaba una palabra mallorquina más exacta. Conocía tan bien el mallorquín que incluso sabía renegar -de broma, naturalmente, pero con eficacia. Renegar en mallorquín es complicado. Zapatos lustrados. Todo esto lo debería de poner tras haberlo conocido. Lo he puesto así porque me ha parecido más efectivo.

 

Ya me dedicaba al periodismo. Había oído decir que se había creado la F.B.M. (Fundación Bernat Metge) para la edición de los clásicos griegos y latinos y que el señor Estelrich sería su director. Me pareció que ser el primero en dar esta noticia podría ser útil. En el periodismo hay algo básico: ser el primero en dar las noticias por más vagas que sean y, a veces, en gran parte inventadas. En todo caso, este hecho me lo dieron los técnicos. Me aseguraron que la idea de crear la F.B.M. provenía del señor Cambó. Pedir una entrevista con el referido señor sobre el hecho hubiera sido absurdo, irrealizable. Y fue entonces cuando me acerqué a Joan Estelrich por si fuera posible hablar de ello. Ahora bien, lo más curioso es que me recibió agradablemente, lo cual no llegué a comprender siendo, como yo lo era, un periodista incipiente y vulgar.

 

El señor Estelrich me habló de la creación de la F.B.M. de dos maneras. Primero de una manera insignificante y normalísima que es como la publiqué en el diario antes que nadie y con un resultado absolutamente real. Pero después me dio otra explicación, más complicada, que no he publicado nunca.

 

 

- La idea, la ilusión por crear la F.B.M. proviene del señor Francesc Cambó. Esta fundación nace con una humildad total. Somos muy poca cosa, quizás nada. ¿Cómo es posible llegar a lo que han hecho los editores de Leipzig, sobre todo Tauchnitz, en su edición de los escritores antiguos? Lo han editado todo, incluso las mayores banalidades y los autores que han sido más troceados. ¿Y lo que han hecho Clarendon Press en Inglaterra, la Fundación Budé en Francia y la editorial clásica norteamericana? Puede que sean los italianos los que hayan trabajado más en este sentido pero lo han hecho sin tener un organismo central. Nosotros hemos de comenzar humildemente, sin ningún orgullo, de una manera relativamente posible.

- De acuerdo. He visto que han publicado un papel con los nombres de los expertos en clásicos del país. ¿Usted cree, señor Estelrich, que estos señores colaborarán en la Fundación?

- Algunos -pocos- sí. Otros no. Ser experto en clásicos en este país no quiere decir gran cosa. Es una ocupación ciertamente rara, pero como cualquier otra. Son catedráticos, profesores, etc. Y así pasan el tiempo. Si alguno de estos elementos nos ayuda le quedaremos muy agradecidos. Que no lo harán todos es seguro. Nos atendremos a lo que se produzca. Ante todo la humildad.

- ¿Qué propósito ha tenido el señor Cambó creando la Fundación Bernat Metge en este país?

- El señor Cambó me ha dicho algunas veces que este país de Cataluña tan pequeño y pobre, con una agricultura arcaica, tiene una indudable fuerza comercial e industrial. Ahora bien, no hay posibilidad alguna de que la gente de este país y en general las personas cultivadas conozcan a los autores antiguos. Estos autores lo han dicho todo, lo han escrito todo, lo han expresado todo. La cuestión es verlo, darse cuenta de que esta vida ya hace muchos años que dura y creer que acaba de comenzar es una considerable estupidez ignorante e insoportable. ¿Se conseguirá que la gente entre en esta elemental historia? Nunca he sido profeta pero pienso que algo se conseguirá.

- Señor Estelrich, perdone una rápida indiscreción. Nunca le he visto en la peña del Ateneo...

- Por supuesto. Es una reunión de francófilos que me cargan con su fanatismo. Nunca he asistido a ninguna reunión de germanófilos porque son igual de empalagosos. Pero voy al Ateneo. Allí tengo una reunión de tres o cuatro amigos que son partidarios de la unidad moral de Europa propugnada, junto algunos intelectuales suizos, por nuestro maestro don Eugenio D´Ors. Es demencial suponer que, si gana Francia, en Alsacia hablarán francés y, si gana Alemania, Lorena hablará alemán. Es una de las mayores estupideces que se pueden imaginar. Siempre gobernada, la gente hace lo que le parece. ¿Qué otra cosa podría hacer? En términos generales, la historia es una cosa de locos.

- ¡Exacto! Hace que la cabeza te dé vueltas...

- La Fundación Bernat Metge solo tiene un propósito: demostrar a las personas cultivadas de nuestro país, a sus elementos comerciales e industriales, que en el mundo se ha producido todo, que se ha dicho todo, que se ha escrito la totalidad. Es decir, la finalidad de la F.B.M. es crear una continuidad. ¡Si no se tiene un testimonio -el que sea- de una vida humana permanente, se produce una situación terrible! Tener la sensación de que hay que comenzar siempre, cada día ¿hay algo más desagradable? Pues bien, el conocimiento de los clásicos es lo que evita estas animaladas selváticas y pone las cosas en su auténtico sentido. La publicación de los autores antiguos tiene esa auténtica finalidad. Los autores antiguos lo han dicho todo, lo han descrito todo, han hecho una obra inmensa y, en muchos aspectos, insuperada. Todo este mundo ha de verse y, en este sentido, la edición de los clásicos puede ser de una utilidad inmensa.

- Señor Estelrich, está haciendo una apología del regreso...

- ¡Del regreso no! ¡De la permenencia sí! ¡La utilidad de los antiguos es enorme! Es enorme sobre todo desde el punto de vista de la inteligencia, de la comprensión de nuestra vida. El salvaje es el que no tiene pasado o el que lo ignora o el que no puede tener la menor referencia del mismo. No se trata de vivir al día, se trata de vivir como siempre. Cada día hay más gente interesada en este sentido. Tener que comenzar cada día es horrible. No lo dude ni un momento.

- De acuerdo. Ya no lo dudo ni un momento.

- ¡Gracias! La cuestión es no caer en el salvajismo, en un futuro en el que nadie sabe lo que le espera. De nuestro pasado solo nos pueden dar una idea detallada y auténtica los autores antiguos.

- Es que, por ahora, no ha sido muy agradable...

- ¡Por supuesto! pero ha habido hombres y mujeres y, por lo tanto, no ha habido ni hay más cera que la que arde. De este terrible hecho es difícil, probablemente imposible, salirse. Se ha de hacer lo que se pueda, y la edición de los clásicos en nuestra lengua -cosa que nunca había existido- puede ser más o menos positiva.

- De todas formas, la edición de los clásicos no debe de ser un trabajo muy fácil...

- ¡Qué quiere que sea! En este país no hay ningún precedente. Si nos sale - siempre he sido optimista- será seguramente el esfuerzo más grande de eso que se denomina la cultura de este país. Por tanto se ha de hacer o, al menos, intentarlo.

Se produce una pequeña pausa y después el señor Estelrich me dice:

- El primer libro que saldrá de la Fundación será el del poeta latino Lucrecio "De rerum natura" que ha sido magníficamente traducido por el profesor Balcells de la Universidad de Barcelona. Nada que decir sobre la traducción: perfecta. Lucrecio es un poeta considerable, de gran categoría, extremadamente crítico. Quiero decir, no demasiado festivo. Le seguirán otros: nuestra intención sería poder publicar diez libros traducidos cada año. En este momento disponemos de pocos traductores; tendremos más. Crearemos una escuela de latinistas y de helenistas. Carles Riba trabajará con nosotros: será un gran traductor del griego y un profesor del griego antiguo, ese idioma tan complejo.

Otra pequeña pausa.

- Le he concedido dos entrevistas. La primera es banal y puramente periodística. Quiero decir, para publicar en los periódicos. La segunda es esta, ya hablaremos de ella más tarde, cuando llegue el momento. Hemos de hacer las cosas con calma, sin exabruptos desagradables. Por ahora, la Fundación, que nunca será una cosa popular, ha nacido bastante bien.

- ¿Durará la Fundación? En este país no dura nunca nada. Todo huye, todo cae, todo se deshace...

- Haremos lo que se pueda... -me dijo, siempre riendo.

 

Y este fue el señor Joan Estelrich que conocí inicialmente.

 

Josep Pla. "Darrers escrits". 1980.

 

 

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios