Editorial 17: Juegos Olímpicos y Guerras Olímpicas

Publicado el 1 de agosto de 2024, 21:05

Por Jesús Trejo

La empoderada atleta judía Helen Mayer, haciendo el saludo nazi

 

Tiempo estimado de lectura: 12 min

 

 

“Estos últimos cuarenta años han permitido a Francia escribir la página más admirable de las epopeyas coloniales y conducir a la juventud, a través de los peligros de un pacifismo y de una libertad llevadas al extremo, hasta la movilización de agosto de 1914, que permanecerá como uno de los espectáculos más hermosos que la Democracia ha ofrecido al mundo (Discurso de Pierre de Coubertain en la sede del COI en Lausana, en febrero de 1918, en el último año de la IGM que se saldó con unos 10 millones de muertos y 21 millones de heridos y mutilados, casi todos hombres).

 

Cuando en 1872 se descubrieron los yacimientos de diamantes en Kimberlay y poco después los de oro en Witwatersrand (Sudáfrica), en un área asignada a los Boers, los británicos se embarcaron en una nueva guerra de rapiña, esta vez contra los fornidos y prolíficos granjeros holandeses1, pero el ejército de su majestad se percató de un problema: había explotado tanto a la clase obrera inglesa que, en las levas para engrosar el ejército imperial, tuvo que desechar a un tercio de los reclutas por incapacidad física.

 

Mientras, en el continente, la debilidad del ejército francés en la guerra franco-prusiana y la posterior comuna de París impactó con horror en un niño que a la postre vendría a ser llamado el fundador de los JJ.OO de la era Moderna, Pierre de Coubertain.

 

Este fue el prosaico motivo que llevó a los jerarcas europeos a incentivar las competencias deportivas entre la población de las metrópolis, proponiendo la recuperación de enfrentamientos internacionales y así alejar a las masas proletarizadas de veleidades solidarias y cooperativas, mediante el fomento de un ideal atlético, patriótico y competitivo para reforzar sus arteros intereses expansionistas. El renovado espíritu olímpico buscaba revitalizar las decaídas almas europeas en aras de dar un nuevo impulso ante la “pesada carga del hombre blanco” por apropiarse de las riquezas de Africa y Asia Pacífico, en un momento donde el “ennui” dominaba el estado de ánimo social ciudadano, habida cuenta de la poco “novelable” vida moderna.

 

Detengámonos un momento en este punto, de vital importancia para comprender el lugar del espectáculo, y en concreto del deportivo, en nuestras sociedades “desalmadas”. El deporte ocupa en la esfera ética lo que la democracia representativa en la esfera política, a saber, la delegación de actividades consustanciales a una vida humana integral, una dejación de funciones morales en la figura del héroe, el deportista de élite, que se esfuerza por nosotros, haciéndonos sentir la experiencia sublimada de alcanzar grandes metas, mientras la vida rastrera e insustancial del currito de turno impide realizaciones más elevadas que la de llegar a fin de mes. Por eso es tan importante proponer esos sueños a la desventurada población, porque también en cada individuo late un poderoso instinto de heroicidad que debe colmarse con los productos prefabricados de la cultura imperial, con su individualismo beligerante y su himno nacional. De lo contrario, esas inclinaciones del ser consciente por transcender su triste condición podrían inclinarse hacia otros derroteros…

 

Así que los juegos olímpicos fueron recuperados en la era moderna para mayor gloria del capitalismo en esta fase imperialista, con su cultura competitiva y sus cuerpos expedicionarios.

 

El barón francés Pierre de Coubertain, figura señera que impulsó su reflotamiento, era un ser arpío, mezquino, clasista e imperialista, profundamente nietzscheano, y su idea de implantar ese evento tenía como meta demostrar la superioridad blanca en las actividades físicas. Su dandismo anglosajón, que menospreciaba al populacho, su “amateurismo” , que implicaba necesariamente separar del olimpismo a los individuos populares que al no cobrar no podían costearse un entrenamiento deportivo, su idea de fair-play igualmente copiada de los ingleses (y que era el trasunto deportivo de respetar el status quo de las potencias sin hacer trampas revolucionarias), su desdén por la actividad femenina, vista como mera consorte, y sobre todo, la propagación de la idea nietzscheana de la “hybris”2, que pulsionara el cuerpo hasta la extenuación, como forma de superar el complaciente aburguesamiento de las clases medias que se dormían en los laureles de las metrópolis occidentales, 3 era la propuesta inicial que yacía detrás del movimiento olímpico de la era Moderna que él impulsó. Para Coubertain, el olimpismo era el medio para militarizar la burguesía europea (sobre todo a la francesa) y exhortar a conquistar Asia y Africa a sangre y fuego.

 

El icono de los cinco aros olímpicos bajo el fondo blanco inmaculado se parece mucho a la proyección geográfica de Mercator, que desvirtúa interesadamente la extensión de los países para que el imaginario colectivo se adecúe con el papel imperialista preponderante del Norte sobre el Sur4. Y como no podía ser menos en este mundo podrido y posverídico, los 5 anillos racistas5 ,exactamente iguales, que se entrelazan en el emblema, no hacen justicia a la realidad: desde la recuperación de los Juegos de la Era Moderna, en 1894, bajo el supremacismo blanco de la bandera, la mitad de las 30 olimpiadas se han realizado dentro de la verde Europa, y 7 en la esfera roja americana, mientras que el anillo negro africano sigue haciendo honor a su figura circular matemática y aún no se ha estrenado en el casillero. Lo cual resulta si cabe más paradójico, porque en el deporte rey, el atletismo, casi el 30% de las preseas son copadas por atletas originarios de dicho continente (eso sí, explotados deportivamente por países foráneos, con nacionalizaciones express, en una especie de dopaje demográfico que realizan las potencias sobre los pueblos neocolonizados).

 

 

Ahora bien, a partir de los años 20, este primer impulso olímpico, tan machirulo y supremacista blanco, se reinventa, para adaptarse a los nuevos tiempos. El vacío demográfico dejado en las trincheras de la IGM, con sus 10 millones de muertos y el doble de inválidos, prácticamente todos varones, hace que las fábricas demanden masivamente mujeres, y con ello, que se la tome como sujeto político. Y lo hace también dando un apoyo explícito a la incorporación de las féminas en la actividad deportiva, al son de los toques de trompeta del nuevo imperialismo integrador, para cubrir los puestos vacantes de los hombres, inmolados en “el espectáculo más hermoso que la democracia ha ofrecido al Mundo” según Coubertain. Desde Amberes 1928 se permite la presencia femenina dando publicidad deportiva de lo que debe ser la perfecta mujer triunfadora y empoderada, individualista, competitiva y sobre todo, sumisa hacia el Poder. La imagen definitiva de esta mujer emancipada y ambiciosa es la que abre el presente artículo, la esgrimista alemana de origen judío Helen Mayer, perfectamente conocedora de los campos de concentración, de los juicios de Nuremberg y del diario antisemita “Der Stürmer,” saludando ambiciosa al gusto de Hitler. Hoy día, en los estados feminizados, la plataforma deportiva es usada para difundir un victimismo trepador6, demandante del auxilio protector del proxeneta estatal, que lleva inexorablemente a exigir su refuerzo policial y militar, siendo las mujeres las que encabecen las demandas al esfuerzo armamentístico de cara a las nuevas contiendas en pro de “la libertad y prosperidad”.7

 

Ese espíritu militar es lo que late en la parte más íntima de los JJ.OO. desde sus inicios, y su historia esta trufada de constantes fricciones entre los Estados que competían “simbólicamente”.8 La importancia que el status y la imagen de los países tiene en un mundo cada vez más globalizado ha hecho que cuestiones como el deporte se consideren asuntos de Estado, y que el fomento para alcanzar posiciones de prestigio en la otra guerra, la cultural e ideológica, sean también controladas por las cadenas del alto mando. Invirtiendo la famosa frase del varón von Clausewitz, no es la guerra, sino la política, la que continúa de forma torticera el enfrentamiento bélico entre estados (y contra el enemigo interior del estado, el pueblo). Por eso las olimpiadas que han dado comienzo en París a finales de julio tratan igualmente de recuperar la “grandeur” francesa reforzando sus fuerzas armadas, entre una población que sufre el desmantelamiento de su estado de bienestar por la pérdida de rendimientos neocoloniales en el Sahel, y por el desvío presupuestario francés desde lo asistencial hacia la industria militar, de cara a los enfrentamientos que se vislumbran en el horizonte cercano.

 

Pero la íntima relación entre JJ.OO. y ejército no sólo es ideológica, sino también económica y “fisiológica”. Por ejemplo, países como Italia no tienen ningún reparo en mantener importantes sectores deportivos sufragados por sus FF.AA y cuerpos de seguridad9, y España también ha creado sinergias entre deporte y ejército, como por ejemplo dejando entrenar a atletas de élite en instalaciones militares adaptadas a condiciones atmosféricas extremas, que suelen usar para el adiestramiento de sus unidades de combate10. Por no hablar del alto porcentaje de atletas que son funcionarios de la seguridad estatal, gracias a las ventajosas condiciones para compaginar su trabajo con los entrenamientos (policías, militares…)



En cuanto a su relación fisiológica, el deporte es el conejillo de Indias usado por los Estados para probar las futuras drogas que doparán a sus unidades de acción bélica en los conflictos venideros11. El combatiente biónico, la “bala mágica” que están siempre probando los ejércitos de los diferentes estados, necesitan un laboratorio de pruebas donde ver sus efectos sobre el rendimiento físico y psíquico. Las agencias antidopaje de los estados han sido especialmente permisivas, ocultando informes, inhabilitando pruebas por defecto de forma, y en general, siendo complacientes con las figuras de superhéroes “campechanos” que además de mantener en el candelero la imagen del país que representa, da informes oportunos sobre cómo aumentar el rendimiento de los individuos en situaciones de stress competitivo. 12 Poco importa si después de las competiciones, una vez escuchado el himno nacional de cada potencia imperial, se descubre al atleta con la trampa del consumo de sustancias prohibidas13, o éste se suicida o muere prematuramente de ataques al corazón o “muerte súbita” ( dados los destrozos fisiológicos en órganos centrales y en el cerebro, que las sustancias dopantes generan en el organismo), o, como suele pasar con frecuencia, la cantidad de hormonas consumidas afectan a su constitución sexuada y se cambian de sexo, lo cual de paso refuerza la idea tan difundida por la ideología woke dominante de que se nace en cuerpos equivocados y que la sociedad debe sufragar dichas trans-formaciones que la caprichosa naturaleza ha generado equivocadamente. Lo decisivo ya está hecho, dejar el pabellón bien alto, suministrando el chute de chovinismo popular necesario con el que se nutren los estados de derecho, que mantenga vivos los rescoldos del orgullo patrio para cuando se imponga la próxima llamada obligatoria a filas.

 

Así que cuando veamos las imágenes tan emotivas e inocentes de la antorcha olímpica recorriendo el camino desde Olimpia hacia el pebetero de París, recordemos que esta tradición se introdujo en los JJ.OO organizados por Hitler en Berlín 1936, y que el proveedor de la primera antorcha fue la empresa Krupp, fabricante de armamento que pocos meses más tarde suministraba los proyectiles que la legión Cóndor arrojaba contra Gernika, con unos aviadores excitados por el componente anfetamínico llamado “pervitina”, probado masivamente por los atletas en los JJ.OO de la capital del III Reich14.

 

 

Jesús Trejo

 

 

1 Queda pendiente realizar una valoración apropiada de lo que supuso la guerra de los bóers contra el imperio inglés. El bagaje cultural previo que estos colonos holandeses llevaron, como calvinistas expulsados tras el aplastamiento del movimiento cantonal que se dio en Suiza y Alemania del siglo XVII, su sentido de la vida proyectado en el trabajo de la tierra, en su autarquía personal y su idea de repoblar con todos los hijos posibles las zonas que habitaban, hicieron de ellos unos contendientes formidables, de tal manera que el imperio británico tuvo que esmerarse a fondo para quebrar su resistencia, cosa que logró a costa de superioridad numérica de 10 a 1 y de implantar por primera vez la política de tierra quemada y los campos de concentración para agrupar a las mujeres e hijos de los insurgentes, donde murieron el 90% de sus ocupantes, unas 25.000 personas. Véase “ El Imperio Británico” Niall Ferguson, pg 323

 

2 Sin que el autor mostachudo lo citara explícitamente, la idea que recorre la voluntad de Poder es la misma recopilada en el concepto de hybris griega, en tanto que desmesura, exceso y transgresión de todas las normas que limiten el pleno ejercicio de la voluntad del superhombre. Frente a la idea del equilibrio de “mens sana in corpore sano”, la concepción agonística de la nueva propuesta atlética recogería el mismo lema legionario, pero en el deporte: ser novio de la muerte, simplemente por orgullo personal de asaltar el olimpo. “Citius, altius, fortius” Federico Corriente y Jorge Moreno, pg 116

 

3 Op cit, pag 119

 

4 La proyección de Mercator, que se ha usado para la representación cartográfica bidimensional del Mundo, distorsiona la extensión de los continentes en aras de la funcionalidad para la navegación, pero exagerando las medidas del Norte respecto de las extensiones del Sur, con lo que zonas como Estados Unidos, Canadá, Alaska, Rusia o los países escandinavos están hiperrepresentados en el mapa, mientras que África o Australia se les muestra disminuidos.

 

5 El baron Pierre de Coubertain fue quien incorporó en 1913 este diseño, aunque se oficializó en las olimpiadas de Amberes 1920.De momento el movimiento DEI (Diversity, Equity and Inclusion) que es el que vertebra todo el imaginario woke no se ha metido con la iconografía claramente racista de los colores que se otorgan a cada continente: el continente negro (Africa), el amarillo (Asia), el azul (Oceanía), el rojo (America) y el verde (Europa), bajo la omnisciente presencia del blanco de la bandera. Todo se andará, en este mundo donde se revolucionan las formas para que se preserven las estructuras.

 

6 El caso más esperpéntico en nuestro país ha sido el de Jenny Hermoso. Pero hay muchísimos los excitados y aireados por el amarillismo típico de los medios de comunicación, para seguir animando a que las mujeres se conviertan en las nuevas “perras guardianas” del sistema.

 

7 Palabras de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Este esfuerzo urgente en Defensa es apoyado entusiásticamente por la presidenta del Banco Europeo de Inversiones, Nadia Calviño, mujer profundamente comprometida con el feminismo. Por no hablar de la mayor feminista furibundamente militarista, Hillary Clinton. “Von der Leyen llama al despertar urgente militar de Europa” Huffintong post 28/02/24

 

8 Ya desde los primeros juegos hubo fricciones, por ejemplo con los pujantes Estados Unidos de America, al que se denigraba por llevar un equipo multicolor, a lo que éstos respondieron retirando el saludo a la reina de Inglaterra en Londres 1908, al igual que la eliminación de Alemania y sus aliados, en 1920, 1928 y 1948, donde tampoco se invitó a japón o URSS, etc. Los vetos y boicots se han sucedido sin solución de continuidad prácticamente desde el comienzo de este evento deportivo “fraternal y conciliador”.

 

9 Véase el artículo “ Italia y el secreto del éxito en los JJ:OO, un plan para convertir a sus policías y soldados en medallistas” diario El español, 9/08/21

 

10 “la marcha se une al ejército” diario as, 4/06/19

 

11 El libro “las drogas en la guerra” de L. Kamienski, da importante información del papel de camello institucional que los ejércitos han realizado en toda su historia, desde la incorporación del ron y el vodka en el rancho de tropa hasta las últimas drogas de diseño como el captagon, cuyos principales laboratorios en Siria y Libano fueron curiosamente salvados de los bombardeos masivos. Véase “¿por qué llaman al captagon la droga de los yihadistas?” BBC News 24/11/15

 

12 La agencia antidopaje española, por ejemplo, está en el punto de mira por mantener expedientes positivos sin ser publicados, y constantes defectos de forma que ocultan y exoneran de culpabilidad. “España remodela su agencia antidopaje ante las acusaciones de irregularidades” agencia efe, 26/01/24

 

13 Las declaraciones de Eufemiano Fuentes a la cadena alemana ARD, hablando sin tapujos de cómo estuvo trabajando en la residencia Blume desde cuatro años antes de los JJ.OO. de Barcelona 92 con talentos menores de edad a los que se aplicaron los tratamientos dopantes de la Europa oriental, para que pudieran rendir al máximo en el evento olímpico. “Eufemiano Fuentes acusa de dopaje de Estado a España en Barcelona 92” Abc, 18/07/24

 

14 “París: unos juegos sin alegría”, dossier de Le Monde diplomatique, mayo 24, pg 14

 

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Comentarios

Marifran Beltrán
hace un mes

Excelente artículo.
Gracias por su labor.
No conocía esta historia de los JJOO y sus intríngulis en dopaje y como herramienta para instalar nuevas creencias.
Una pena.
Personalmente nunca me han interesado los juegos olímpicos.

No se cita a Grecia y los comienzos de edtos juegos en Atenas
Me interesaría tener una correlación entre estos primeros juegos y los actuales, con una visión completa de su evolución.
Me hubiera gustado pensar que hubo buenas intenciones en la creación original de los JJOO.
Quizá soy una romántica u optimista y con deseo de ver bondad en el ser humano.
Gracias y feliz agosto