Por Alberto Zaragoza
“Catón el Viejo” o de la Vejez y “Leilo” o de La Amistad
La operación de ingeniería social a nivel global que estamos padeciendo está focalizada en tres áreas principales: la ancianidad, la infancia y las relaciones sociales. Las tres están siendo atacadas de manera decidida, las tres están siendo rediseñadas quirúrgicamente para encajar en el nuevo patrón mundo-fábrica. Comenzando por la primera, las denuncias del trato lesivo a la ancianidad que se dieron por parte de Amnistía Internacional[1], no es un asunto aislado de algunas residencias de Madrid, ni Cataluña, ni el Alto Aragón; los desmanes gerontocidas se han dado en todos y cada uno de los rincones del mundo, empezando por China .
Independientemente de las medidas adoptadas, no importando el nivel de severidad, la tónica es la misma, por ejemplo: en Suecia, el país donde fueron las indicaciones fueron más laxas[2], la mayoría de las muertes se produjeron en residencias de ancianos, con idénticos resultados fueron en el resto de países donde se adoptaron medidas opuestas, más restrictivas: Italia, Austria, Alemania, Holanda. El gobernador de Nueva York, Cuomo[3], es acusado de exactamente lo mismo que se le acusa por parte de Amnistía Internacional a las autoridades españolas, es decir, por: vejación, abandono, llegando hasta maltratos, privación de auxilio de manera premeditada, sedaciones y cuidados paliativos como única opción de tratamiento; testimonios que remueven las entrañas de aquel que tenga un mínimo de empatía y amor hacia sus mayores, a los residentes internos en centros que se podrían catalogar de cementerios prematuros, edificios de muerte en vida. También fueron vejados aquellos que fueron ingresados en hospitales, aquellos que pudieron recibir ni que sea un mínimo de atención hospitalaria, los testimonios son muy parecidos: desatención, privación de comunicación con la familia, aislamiento obligatorio, inmovilidad durante días, encierros inacabables, como revela las diferentes cartas anónimas de sanitarios y operarios de las cuales la más conocida sea la del Viejo Hospital de la Fé de Valencia[4].
Las residencias de ancianos, independientemente de las barbaridades sin perdón que hayan ocurrido durante estos últimos 12 meses, podrían, no obstante, tener todos los medios para medicar, tratar, monitorizar, nutrir y almacenar personas en habitáculos, podrían servir para gestionar su supervivencia fisiológica, sin embargo carecen de todo lo necesario para vivir con dignidad. El interno es tratado como un dependiente, recibe órdenes, es humillado repetidamente por personas a las cuales no habrá visto ni una sola vez anteriormente en su larga vida; personas desconocidas que de la noche a la mañana se erogan la custodia máxima del residente siendo vigilado, custodiado, degradado a carga inútil. El horror que me provoca imaginarme llegar a estar algún día en un centro de tales características me llevan a considerar, en los tiempos que vivimos, la muerte prematura como una opción más llevadera, observando la deriva de degradación moral e insensibilidad respecto a los ancianos cuando a mí generación le toque ingresar en esos centros no me extrañaría que la eutanasia pudiera parecer la mejor de las opciones.
Al jubilado prematuro de mediana edad su ancianidad se la trae al pairo, por no hablar de los ancianos; tengo la certeza, por las opiniones que puedo escuchar, que hay gente que no solo no le molesta lo ocurrido, sino que lo ven como algo positivo. Es cierto que esa calaña de gente todavía sigue confiando incluso en percibir una paga del sistema estatal de pensiones, una opción a descartar para cualquiera que pueda analizar mínimamente la contabilidad de las arcas leviatánicas y las previsiones respecto a la pirámide poblacional. Sin embargo la indignación va por dentro, al parecer. La insensibilización de la mentalidad post-moderna, anquilosada en ciudades, ególatra y desprovista de todo rastro de empatía, ha delegado la responsabilidad de ayudar a los que no se pueden servir de uno mismo a la ayuda estatal, en forma asistencial y pecuniaria, que exclusivamente sirve para paliar económicamente a aquel que necesita de otros para sobrevivir, y por otro lado a un muy lucrativo sector de la economía de mercado especializado en geriatría.
Los afortunados que no mueren solos en casa, una tendencia cotidiana de la que nadie habla, ya no de los que mueren sin ni siquiera tener un techo, se les aparca en residencias de ancianos. A pesar de que al menos están atendidos, los aparcamientos de ancianos son tristes y simbolizan la degeneración de las maneras en que nos tratamos los unos a los otros, incluso a nuestros familiares cercanos. Resulta penoso ver a personas con pañal, porque es más práctico para las cuidadoras, encarados a tristes ventanas viendo su rostro curtido reflejado en ella, fuera de sí, desconectados de todo lo que fueron. Es desalentador como se les suministra fármacos por mandato, donde el paciente se le exige como única responsabilidad la ingesta del fármaco, el cual es presentado como algo intrínsecamente bueno y una de las principales funciones de los asalariados con formación profesional que insisten, y de hecho cobran, por medicar al paciente. Medicar al paciente entienden por cuidar. Así como se entiende entretener hacer videos denigrantes, jueguecitos estúpidos a los cuales los internos si participan lo hacen a desgana, y sobretodo a situarlos convenientemente enfrente del televisor.
La sala de espera de la muerte es una sala de televidentes mudos, drogados, despojados del calor de la familia y sus allegados; deprimidos, alejados de lo que alguna vez fueron en vida, rodeados de soledad. No son pocas las confesiones del desplome de muchos ancianos al ser internados en una de tales residencias; las personas se apagan, las enfermedades se enchufan, llega la demencia senil, el Alzheimer, y otros males se aceleran disparados por el mero hecho de ser allá relegados. El cuerpo entra en un proceso de autodestrucción, modo apagado cerebral, posiblemente como maniobra de escapismo de su vieja conciencia ante tal humillación, inhumanidad y falta de respeto. El día a día de los centros de ancianos es una de las grandes vergüenzas de nuestro tiempo, que evidencia la podredumbre fétida que aporta la ética materialista cientificista que la sostiene.
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Otro de los grandes afectados de los acontecimientos que algunos han decidido llamar Pandemia es el de la amistad, el afecto, las relaciones sociales en general. Nos han privado de fiestas populares, bien, bueno, de ir a conciertos y eventos sociales, podría tener un pase debido a lo aburrido y falto de contenido de estos; nos han privado de salir a la calle mediante innumerables mecanismos, comienza a ponerse duro; nos han restringido a los bares y a ciertas horas, siempre contando las personas que por ley cabían en una mesa en ese día concreto; nos han hecho pagar por estar en la calle sin mascarilla, que es lo que son las terrazas de los bares. Nos han privado de reunirnos con conocidos incluso en nuestro propio hogar, la STASI nunca llegó tan lejos. Han pretendido que contactemos entre nosotros mediante ridículas videollamadas correctamente monitorizadas tecnológicamente por sus canales; han logrado que nos alcoholicemos a distancia, el suministro de estupefacientes no se ha visto alterado lo más mínimo, y felizmente, con alegría, personas han llegado a celebrar sucedáneos de fiestas en salas de videollamadas para emborracharse y consumir cocaína, en la soledad de su casa acompañado de voces distorsionadas digitalmente sobreponiéndose unas a otras. Las personas nos hemos separado, hay quien lo ha hecho voluntariamente pensando que era lo mejor para sus propios seres queridos.
Estamos más solos que nunca, la amistad es endeble como nunca. Nos han hecho enfrentarnos entre nosotros, odiarnos los unos a los otros, temernos recíprocamente, pensar que el otro es una amenaza para nuestra vida, que es una amenaza el simple hecho de conversar con otra persona. Esta masacre de las relaciones tendrá consecuencias nefastas que ya se pueden medir: la tasa de suicidios se ha disparado, el consumo de ansiolíticos y antidrepesivos en máximos históricos, alcoholismo rampante, sobredosis por centenas de miles al año; consecuencias que revelan la muerte de lo naturalmente social, para substituirlo por algo artificial que se pueda gestionar y dirigir con mayor eficacia.
A todo esto, durante este último año de holocausto mundial se ha ido instalando en todo el territorio planetario donde hay concentración poblacional un sistema de internet inalámbrico satelital, con ondas de alta frecuencia electromagnéticas, para alimentar una red mundial de cámaras de video-vigilancia e implantar un sistema de puntos del ciudadano al estilo Beijing. Nuestras relaciones sociales serán valoradas arbitrariamente según nuestro nivel de aceptación y armonía con las líneas estratégicas establecidas unilateralmente y verticalmente por unos anónimos expertos. En el caso de diferir con la narrativa del poder, los así identificados serán relegados a campos de re-educación, de trabajos forzados, centros de reclusión y exterminio, exactamente igual de lo que ya acontece en la República Popular de China que tantos halagos ha recibido por parte de los responsables políticos y económicos de las naciones que hasta hace poco llamábamos desarrolladas. El plan está claro: sinificar el mundo, destruir las relaciones no productivas, controlar las comunicaciones entre particulares, y tener un seguimiento exhaustivo del ciudadano mediante redes blockchain de validación; el individuo será un hash en red, invariable e identificable, dónde toda información tanto biológica, como médica, o de hábitos de consumo será accesible para las autoridades; siendo usada en favor de un tecno-capitalismo perfecto controlado por una élite experta en calentar sillones y estudiar modelos matemáticos de futuros generados mediante inteligencia artificial.
La ancianidad es una carga para la sociedad y las relaciones de amistad están siendo minadas. ¿Qué le deparará a la población envejecida en un futuro cercano?
La pirámide poblacional es una gráfica que muestra la distribución sectorial de edades de una población determinada. Se puede observar fácilmente que una pirámide de población invertida significa que existe más población de edad avanzada que población joven. Este asunto es el problema social más grave al cual nos enfrentamos como grupo humano en conjunto. La juventud se torna escasa, significando un decrecimiento de la población, en ese proceso, transitoriamente, se genera una bolsa de población envejecida que presenta una serie de inconvenientes, principalmente debido al diseño productivo al cual se debe la economía. La vida productiva fabril, concentrada en conurbaciones urbanas, segregada en núcleos familiares más o menos estables, individualizada al extremo, está diseñada para un individuo de una determinada edad, es un sistema planteado para personas de 20 a 70 años, y por tanto por un lado precisa de jóvenes para continuar hacerlo funcionar, y por otro provoca que aquellos que no sean de utilidad, que no se acomoden a este planteamiento productivo, resulten apartados.
Los marginados de la vida productiva en nuestros días los llamamos jubilados. Es curioso porque jubilado viene de júbilo, alegría; pero nada que ver con la realidad, el jubilado queda apartado de toda actividad económica si desea seguir recibiendo la prestación, el júbilo de muchos es la lotería, observar a trabajadores en las obras del barrio, la televisión y el bar. Las prestaciones de jubilación y retiro corren a cargo del Estado, al menos en España, desde los años sesenta del siglo XX. Pero también existen los planes de pensiones privados, que ofrecen una paga futura cuando el asalariado se retire de la actividad laboral, si no muere antes deseablemente no, menos de un accidente laboral. Los planes de pensiones soportan financieramente a no pocos fondos de inversión especulativos, así como es patente que las cuotas de la Seguridad Social son ineludibles para todo aquel que quiera ejecutar alguna labor profesional de manera remunerada. Por tanto, el asunto de las pensiones es fundamental para comprender por un lado a la hacienda pública y por otro a la industria financiera.
El Estado decide unilateralmente ofrecer un subsidio de jubilación a las personas que hayan cotizado un período de tiempo mínimo, esa supuesta acción caritativa establece la obligación de participar en un fondo de pensiones nacional llamado Seguridad Social, gestionado por el Ministerio de Hacienda, y que grava aquella actividad laboral que sea realizada mediante remuneración económica; la legisla, no solo eso, además se encarga de inspeccionar que se cumple esa legislación y fiscaliza su incumplimiento. Este hecho supone que el empleador final sea el Estado, y luego el empresario, ya que el empresario no puede prescindir del primero, por simple coacción legal. Al legislar el marco laboral el Estado aprueba y comparte los métodos de explotación que tan bien explicó Henry Braverman en su libro “Trabajo y Capital Monopolista”, se hace complice de las relaciones laborales abusivas, es decir producción capitalista según los principios de la maximización de la carga laboral, de la economía de escala, de las relaciones neocoloniales en el comercio internacional, y un largo etcétera.
Se beneficia económicamente con las cuotas de las cotizaciones, las emplea según su criterio, no es desconocido el caso de las Reservas de las Pensiones, son gestionadas de manera exclusiva por el ente público, y este en principio solo se le pide que cumpla con el pago unas décadas más tarde que comience la relación de acumulación de capital con un único depositario. Además, para aquellos que deseen un plus, y precisen un complemento para su erario una vez no pueda realizar la actividad laboral, se encuentran las opciones de los planes de pensiones privados, los cuales próximamente van a ser igualmente gravados por el Estado para contribuir al presupuesto nacional. No obstante, lo público, resulta airoso en toda esta trama y se presenta como el beneficiario de la senectud ofreciendo una paga mensual; una paga mensual que es la meta del obrero, acabar con la pesadilla que es el trabajo en el siglo XXI, deshumanizado y robotizado. En las conversaciones de personas de más de 50 años comúnmente suelen tratar sobre la jubilación, ya sea contando los meses que restan, ya sea imaginando que sobrevivirán a la muerte en vida que supone la actividad laboral vigésimoprimeresca.
Ante esta situación dramática tenemos un texto clásico de Marco Tulio Cicerón dedicado a la vejez y a la amistad, un texto muy útil para apreciar, valorar y volver a reconstruir la concepción del envejecimiento y de la fraternidad. Herramientas para vencer los males que nos aquejan, tanto individual como socialmente, porque el plan que están llevando, tiene muchos factores de riesgo, depende de muchas variables que son frágiles y que cada día se debilitan más, pende de hilos, no tiene ni pies ni cabeza y lo más probable es que fracase, lo está haciendo ya . Es por eso que es necesario dotarse de principios morales para evitar ser arrastrados por la deriva de exterminación, para regatear estratégicamente y así esquivar que nos conduzca a su mismo final, cuando el hediondo Leviatán, que se encuentra en estado terminal, se autodestruya a sí mismo por su maldad intrínseca y sus enormes contradicciones internas cada día más acuciantes.
Anteriormente la ancianidad tenía otros métodos para conllevar su existencia, primero las rentas particulares, donde el ahorro era una parte esencial, y para ser ahorrativo se necesita una serie de capacidades, tales como el sacrificio y el cálculo. Por otro lado, la supervivencia radicaba en las relaciones familiares y vecinales, el apoyo recíproco, la cortesía, entre otras muchas, y quizás estas fueran decididamente fortalecidas, tal vez hubiera más empeño en alimentarlas y conservarlas. Realmente la ancianidad es una época que llama a la frugalidad y la austeridad, también a la sociabilidad, a la charla larga y tendida, a observar y reflexionar, a juzgar criterio, así que posiblemente no era necesaria una prestación del ente estatal para vivir medianamente bien el retiro, si es que se daba tal retiro, pues la persona podía decidir seguir trabajando hasta que su cuerpo aguantara, y cualquier hijo de vecino sabía alguna artesanía, o algún oficio, o tendría algún huerto que sembrar. Bien es cierto que algunos llegaban con rentas, o propiedades y vivían cómodamente sus últimos años, como en los tiempos de Cicerón en Roma, en aquel entonces no existía la Seguridad Social, un problema menos para el equilibrio presupuestario, sin lugar a dudas, incluso una mejor manera de vivir.
Biografía
La de Marco Tulio Cicerón es una biografía que deja sin aliento, su gloria quedará para la eternidad. Superdotado intelectual desde la infancia, tuvo una relevancia singular en la historia de Roma, siendo la personificación de los valores de la República, teniendo una intensa y continua vida pública, eminentemente intelectual, y decisivamente política. Durante su vida escribió unas 77 obras, tratando temas de filosofía, retórica, política y teología, de las cuales la mayoría solo quedan fragmentos, y otras tantas eran discursos redactados. Al mismo tiempo fue protagonista de las vicisitudes de la República durante los años dorados de Roma, y sus saberes han influenciado a la cultura europea durante siglos. La de Marco Tulio fue una biografía en mayúsculas, sin lugar a dudas, Plutarco en el texto que acompaña a modo de introducción la edición del libro, se explaya y describe una vida llena de virtud, en la cual desarrolla una oratoria exquisita, don que parecía tener de forma innata, una arte de persuasión inigualable en los juicios en los que nunca quiso sacar rédito económico. Octavio Augusto, el primer César lo elevó a Padre de la Patria. Muere a los 64 años acusado de la trama en el asesinato de Julio César de las manos del centurión Herenio y el tribuno Popilio “ a quien Cicerón había defendido en un proceso de parricidio” nos relata Plutarco. “Por orden de Antonio le cortó la cabeza y las manos con que había escrito las Filípicas. Pues el mismo Cicerón tituló Filípicas las oraciones que escribió contra Antonio […] Habiendo sido enviados a Roma estos miembros mutilados […] ordenó que fueran colocados sobre los espolones. Espectáculo terrible para los romanos, quienes no veían ciertamente el rostro de Cicerón, sino la imagen del alma de Antonio.”
El libro lo compré nuevo el 19 de Enero de 2021 por internet, 6€, Editorial Juventud edición 2006. Es una edición enriquecida de las obras de “Catón el Viejo o de la Vejez y Leilo o de la Amistad” con la biografía de Plutarco a modo de prólogo. Traducción y estudio Preliminar a cargo de Vicente López Soto, lo cierto es que la biografía del autor de la traducción es esquiva, pero merece un aplauso la labor del traductor desde 1944 hasta 1989 traduciendo a grandes de los pensadores clásicos, tanto griego como latinos: Homero, Julio César, Jenofonte, Ovidio, Virgilio. La traducción es puntillosa y literal, una magnífica tarea para poder transmitir el estilo de Cicerón del cual el propio traductor admite:
“En efecto, Cicerón, demostró a los romanos cuán gran placer añade la elocuencia a lo que es honesto; que lo justo es invencible si se expone con palabras convenientes […] y en sus palabras quitar de lo útil lo que pueda ofender”
Continuará...
Albert Zaragoza Gas (19/5/21)
[1] https://www.lavanguardia.com/vida/20210407/6632547/aministia-denuncia-abandono-sufrido-sanitarios-mayores-espana.html
[2] https://www.stuff.co.nz/national/health/coronavirus/120805778/coronavirus-to-swedes-its-the-rest-of-the-world-engaging-in-a-reckless-experiment
[3] https://www.bbc.com/news/world-us-canada-56091682
[4] Un anónimo destapa el drama del Covid en la vieja Fe: "Hay ...
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Comentarios
Pero se tienen otras vías en marcha, es que ya han legislado para liquidar a los viejos pobres no productivos:
https://www.abc.es/sociedad/abci-holanda-aprobara-pastilla-letal-para-mayores-70-cansados-vivir-202002042028_noticia.html