EDITORIAL nº 3 Junio de 2023
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Los días 8, 9 y 10 de Mayo se ha celebrado en Valencia el V encuentro de rectores de Universidades españolas, europeas y americanas (tanto del Sur como del Norte), sufragado suculentamente por el siempre “desinteresado” y “altruista” Banco Santander, con un monto total de varios millones de euros. Ese agasajo a las 700 cabezas rectoras de los centros superiores del saber allí convocadas, es una clara muestra de quién anda detrás de las políticas educativas universitarias, la importancia que tiene para las élites esta institución, y explica también el sesgo tendencioso de sus contenidos. Lo que se busca, tal y como se recoge entre melifluas palabras en su declaración institucional de cierre, es que “el conocimiento y la tecnología que se generan en la universidad han de ser transferidos de manera que se garanticen su aceptación y uso generalizado”.1
Es decir, que las gentes “acepten” lo que venga desde los cielos universitarios acríticamente y lo “apliquen” con diligencia. Este papel que patrocina el mayor banco español sobre la Universidad, de creación de “conocimiento” desde arriba y su implantación en la sociedad, indica la inestimable labor que esta institución educativa juega en las sociedades democráticas, como mantenedor de la sostenibilidad...de su Sistema.
Hay que decir que Ana Patricia Botín, presidenta de dicha institución bancaria y feminista confesa, acaba recientemente de ser elegida igualmente para presidir el Instituto de Finanzas Internacionales, el mayor lobby bancario mundial, siendo además la primera mujer en lograr dicho puesto.
¿Qué hay detrás de ese incondicional apoyo del mayor magnate de las finanzas a la Institución Universitaria?
Las Universidades, públicas o privadas, son a día de hoy, centros de adoctrinamiento y sumisión de los jóvenes hasta los 25 o 30 años o más (con los máster, becas de investigación, etc.), y el lugar desde donde se crean los saberes especializados que luego se imponen como catecismo ideológico2, y también donde se censuran con el ostracismo a los que no interesan. La importancia de este instrumento de control es tal en la actualidad que desde 2020 se ha creado en el Estado Español un Ministerio de Universidades con un presupuesto “modesto” de 470 millones. Los templos de la “Verdad” y la objetividad desinteresada tienen unos mecenas muy interesados, cuya aportación se convierte en soborno (y ulterior chantaje de no ser revalidado) sobre los temas a tratar y el sesgo argumental de los estudios.3
El sistema educativo ha sido el feudo natural de la izquierda, con su ideario de que “el mundo se cambia a través de la educación”, dando por sentado que todos los problemas de nuestras sociedades provienen del atraso y zafiedad del pueblo (y no del Estado ni del capital, y sus instrumentos degradantes en lo laboral, mediático, coercitivo, etc.).
Por ello, y bajo el aurea de bondad que se arroja para sí, la izquierda académica se ha erigido en el sustituto natural de los viejos y agotados “perros guardianes” de lo políticamente correcto, imponiendo sus elucubraciones psicodélicas a toda la sociedad, y persiguiendo y demonizando a todos aquellos que se atrevan a cuestionar mínimamente sus descabelladas teorías.
La férrea jerarquía universitaria cuasi militar permite esta actividad censora e inquisitorial. Las “verdades” convertidas en religiones políticas como el feminismo de cuarta ola, que defiende que los géneros son constructos ideológicos, pero sin embargo la violencia machista proviene del rasgo biológico de la testosterona, el constructivismo social que afirma que “todo es cultura” y que no hay condicionantes biológicos, o el postmodernismo que niega la verdad y que solo existen interpretaciones (posverdad), se han apropiado del pensamiento superior.
Estas ideas novísimas y progres lo que buscan realmente es blindar al Sistema de cualquier crítica, puesto que una vez asentado que todo es discurso, los que dominen los medios de expresión y difusión serán los que dicten la Verdad. El interés de la Banca y el Estado se entiende perfectamente desde esta perspectiva.
Y el que paga, manda. Para saber el acto chantajista que los fondos de investigación de los distintos departamentos (sufragados por el Estado y la Banca) ejercen sobre los investigadores, hay que conocer cómo funciona el cabildeo universitario y la política de medrar en el competitivo mundo universitario actual: a base de publicaciones. El currículum personal tiene constantemente que alimentarse de artículos en revistas especializadas, libros o aportaciones a trabajos corales, colaboraciones en otros trabajos, etc, y si no “sales en la foto”, se cierra el grifo. Y eso pasa indefectiblemente por el plácet de los catedráticos y consejos de redacción de revistas y editoriales científicas. Si no te adaptas al dictado de los directores de departamento, o si te atreves a cuestionar lo políticamente correcto y las religiones políticas que hay detrás de la cháchara cientifista, te quedas en las sombras de la burocracia universitaria, y como el investigador vive a expensas de la “Gran Ciencia” dependiente de las subvenciones y megainstalaciones estatales, no tendría más remedio que adaptarse o morir profesionalmente.4
Por otro lado, con la incorporación en el corpus legislativo de los Delitos de Odio en la mayor parte de los Estados, los académicos deben aplicarse autocensura para evitar ser expuestos a denuncias por parte de colegas o estudiantes que se sientan ofendidos en cualquier disciplina por exponer temas con cierta crudeza, con el consiguiente riesgo de perder puntos en el control de calidad que ahora aplican las Universidades para evaluar a sus docentes. En unas sociedades hiperdelicadas y blanditas, este chantaje emocional también ejerce su influencia en la libertad de pensamiento y expresión. Si la verdad ofende...deja la verdad.
Además, en el currículum oculto que hay detrás de la educación universitaria se encuentra el desprecio al pueblo travestido con educación formal, la arrogancia del saber intelectual, la estrechez de miras provocada por la hiperespecialización, la competitividad y la ausencia de cualquier veleidad transformadora. Estas son características propias del espíritu de los centros de enseñanza superior, que lo único que tiene de cierto es que se creen superiores, cuando en verdad su alejamiento de lo existente, tanto social como natural, es absoluto y por tanto su ignorancia. La realidad se ha cambiado por el metaverso, por consistencia discursiva, y no por adecuación a los hechos, y el laboratorio ahora es un escenario donde los científicos-magos se sacan de la chistera enfermedades, teorías “científicas” o “descubrimientos” que no son más que verborrea y retórica5…
La moderna manera de dominar por el pensamiento, que se implantó desde la Revolución Francesa, ha hecho que estos centros aglutinen un poder abrumador y decisivo en la tarea de control político. No hay persona más crédula y manejable que un universitario, acostumbrado a aceptar teorías sin contrastar. No es casual que justamente en la época de mayor cantidad de universitarios6 se haya llegado a esta “paz social”, con una juventud anodina y desmovilizada, acomodaticia y correcta. Es decir, muy bien educada. La omnímoda presencia de universitarios brillantes en la política de las partitocracias occidentales, la profesión más vilipendiada por su descaro en mentir y en manipular, dice bastante sobre el tipo de personalidad que se construye en las facultades7. Igualmente esta propaganda superior y de autoexigencia narcisista ha logrado que se interiorice la idea de explotarse a sí mismo8, viendo natural mantenerse sumisamente en sus centros de trabajo todas las horas que hagan falta. Así que las Universidades lo que hacen es preparar a los jóvenes en el viejo oficio de venderse al mejor postor, sin protestar. Y a emborracharse.
Es cierto que históricamente la vida del estudiante ha sido tipificada con el “gaudeamus igitur”, el himno universitario por excelencia, oda a la displicencia, la diversión y la sumisión al Poder, que ha vertebrado desde siempre a los del “oficio del pensar”. Esa vida del dulce far niente y que trabajen los otros ya estaba ínsita en la vida estudiantil desde el mismo comienzo histórico de la Institución, donde se preparaba fundamentalmente a los cuadros de mando del organigrama estatal, para dirigir y ser servidos. Hoy sirve para la misma función, solo que sin las capacidades del dirigir, con lo que ahora solo se educan en la holgazanería y el pesebrismo, de los padres o del Estado. Juventud convertida en “Hobbyntud”. Viejóvenes. Es el sino de todas las sociedades decadentes, que en vez andar hacia algún lugar, se preocupan más bien en vegetar y no caer.
Hoy día en la Universidad sólo hay intereses crematísticos y propaganda ideológica. Ni verdad ni juventud. Solo tristeza de funcionarios.
¿Entonces? ¿Qué hacemos? No hay soluciones reformistas dentro del Estado. Pero el análisis crítico debería iluminar una nueva manera de producir información. El conocimiento superior es una contradicción en sí, porque éste tiene que ser humilde y modesto, siempre dispuesto a ser rebatido y actualizado, apegado al mundo laboral productivo y con los iguales, en contacto con la materia prima del saber (la experiencia vital y su puesta en común con los demás). No se puede funcionarizar el trabajo intelectual porque ello conlleva enrocarse en posiciones teóricas y defender feudos departamentales. El sentido común compartido, aplicado a solventar problemas comunes, debe ser la fuente del compendio sapiencial, y sobre todo una libertad de pensamiento exenta en lo posible de limitaciones teóricas previas, y mucho menos de ideologías que pre-juzguen lo analizado. Pero sobre todo, debería estar libre de prebendas estatales o privadas, siempre interesadas. Porque quien paga manda. Y eso lo sabe la jefa de las finanzas, Ana Botín.
Jesús Trejo
1“Declaración de Valencia: Universidad y Sociedad” en Santander.com/do-eiru-valencia-declaración-2023.
2 Las religiones políticas han emanado de los despachos bien retribuidos de las universidades: multiculturalismo, ideologías de género, islamofilia, relativismo epistemológico, biofobia etc. Véase “La mente parasitaria” de Gad Saad, Planeta, Barcelona 2020.
3 Como una pequeña muestra de las influencias del “poderoso caballero, don dinero” en la investigación especializada, véase la amplia nota en la pp. 345 de “el mito del paraíso andalusí” de Darío Fernández Morera (Almuzara, Córdoba 2018), donde recoge una ingente cantidad de aportaciones de las monarquías árabes en diferentes universidades y departamentos de humanidades, para potenciar y resaltar los estudios islámicos, y por ende, embellecer las actuaciones de los seguidores del Profeta en las diferentes áreas tratadas, bajo la condescendiente mirada de los gobiernos occidentales.
4 En “el carnaval de la tecnociencia”, pág. 160, Antonio Lafuente disecciona desde dentro cómo funciona la investigación profesional.
5 Los escándalos de las revistas científicas son cada vez más groseros, evidenciando más que nunca que la Ciencia “es lo que hacen los científicos”, y no algo sujeto al rigor del método experimental y el ulterior contraste experiencial. “La caída de revistas fraudulentas destapa las vergüenzas de la ciencia española” El confidencial, 11/04/23
6 Un 56% de mujeres y un 44% de hombres entre los 25 a los 29 años en el Estado Español tienen una titulación de Educación Superior, una de las tasas más altas de Europa. Paradójicamente, el paro juvenil es del 35%, con lo que nos encontramos con una juventud sin experiencia ninguna que sólo sabe de la vida lo que han leído en los libros o les han dictado en las clases. Por tanto, fácilmente maleable con ideologías
7 El caso más obvio en el caso del Estado Español es el partido “Podemos”, salido prácticamente de la Facultad de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid
8 Esta enseñanza universitaria explica la idea de Byung Chun Hal sobre el triunfo del capitalismo al no necesitar forzar a los trabajadores a vaciarse en el centro laboral, esbozada en su obra “la expulsión de lo distinto” Herder, 2017.
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Comentarios
Me parece un acertadísimo artículo y la enseñanza comprendiendo a la Universidad es la realidad.
La educación universitaria limita el desarrollo natural y se centra en la memorización en lugar de fomentar el crecimiento psicológico. Obtener un título se vuelve más importante que el aprendizaje real, restringiendo oportunidades. En lugar de promover la autonomía y fortaleza, se inculca la obediencia y sumisión. La escuela sugiere que la vida requiere sacrificio y esfuerzo, generando deseos de ser diferentes en aquellos que la experimentan.
No nos enseñan a ser fuertes ni independientes, sino a someternos a la autoridad.