Editorial 16 - Raíces y alas

Publicado el 1 de julio de 2024, 18:55

Por Antonio Hidalgo

Tiempo estimado de lectura: 20 min

 

Breve propuesta integral para la educación y la enseñanza de la infancia y la juventud

 

«Hay dos cosas que todo hijo debe recibir de sus padres:

raíces y alas».

Wolfgang Goethe

 

 

 

1. La educación

 

1.1. La responsabilidad de educar a los menores corresponde a los progenitores, no al Estado ni a la tribu. Madre y padre son responsables del cuidado de la salud, integridad física, refugio, alimentación, abrigo, bienestar material y apoyo afectivo de sus hijos.

 

1.2. También son los padres quienes deben acompañar a los hijos en su crecimiento personal, desarrollo motriz, comunicativo y cognitivo, sociabilidad y autonomía, sin olvidar enseñarles a ser buenas personas, virtuosas, esforzadas, comprometidas, confiables y con valores.

 

1.3. La familia extensa, así como amigos, vecinos y el conjunto de la sociedad, tiene el deber de acompañar y apoyar el proceso educativo de todos los menores de su comunidad. La mejor manera de educar a los niños que no son nuestros, igual que a nuestros hijos, es con el ejemplo. La buena educación es tan contagiosa como la mala educación.

 

1.4. Tener hijos implica educarlos. La maternidad y la paternidad no son un derecho, sino que entrañan única y exclusivamente obligaciones, esfuerzo desinteresado y la toma de decisiones que marcarán la vida de los futuros adultos. Los niños no se disfrutan. Tener descendencia es un deber cívico y, al mismo tiempo, una alegría que da sentido a la vida. En todo caso, la maternidad y la paternidad deben ser una elección personal.

 

1.5. Madre y padre deben acordar previamente una línea educativa definida, compartir unos valores comunes y un estilo de crianza similar, para evitar consignas contradictorias o que uno de los dos progenitores desautorice al otro. Ambos deben implicarse en la educación de sus hijos y no delegar esa responsabilidad, aunque sea parcialmente, a empresas, instituciones estatales o pantallas.

 

1.6. Los hijos no son propiedad de su madre, ni de su padre; son seres vivos que, en sus primeros años, dependen del cuidado de sus progenitores. Pero no se puede perder de vista en la labor educativa que los niños acabarán siendo adultos dotados de libertad y que deberán afrontar por sí mismos los avatares de la vida. El trabajo de los padres consiste en guiar a sus hijos para que tomen sus propias decisiones, escojan su estilo de vida y sean capaces de asumir la responsabilidad que entraña la autonomía personal. A los padres no les queda otra que asumir que sus hijos se alejarán para emprender su propio camino, así que tienen que romper el cordón umbilical y no utilizarles como si fueran juguetes que llenan el vacío de sus progenitores y les proporcionan algún tipo de satisfacción personal.

 

1.7. Es necesario que los niños crezcan arraigados en el suelo de sus dos familias, la materna y la paterna, en contacto con sus abuelos y el resto de su familia extensa. Cuantas más personas participen de la educación de los niños, más modelos de referencia tendrán en el futuro y mejor se desenvolverán en la vida social.

 

1.8. Es un deber de la familia extensa y de la comunidad local hacerse cargo de los menores en situación de desamparo y evitar que abandonen su tierra, caigan en redes de indeseables o de instituciones estatales o con ánimo de lucro.

 

1.9. Resulta conveniente que los niños participen de la vida familiar y colaboren en las tareas domésticas, asumiendo responsabilidades en función de su edad y capacitación: asearse, vestirse, hacer la cama, poner y recoger la mesa, ordenar sus cosas...; más adelante, cuidar de sus hermanos más pequeños, hacer la compra, preparar la comida, participar en la limpieza de la casa, cuidar a los animales, encargarse del huerto, recolectar plantas silvestres, iniciarse en la pesca y en la caza, etc.; siendo deseable que colaboren en otras labores productivas, en la medida de sus posibilidades. Los padres no pueden ser los sirvientes de sus hijos porque un hogar no es un hotel; los hijos consentidos se convertirán en señoritos caprichosos, inseguros, infelices y tiránicos. En cualquier caso, los menores nunca pueden ser vistos como una fuente de ingresos: los niños tienen que dedicar la mayor parte del tiempo a jugar y aprender.

 

1.10. Es tan importante educar amorosamente, dar cariño, mostrar comprensión y prestar apoyo afectivo, como establecer rutinas y normas de convivencia en el hogar. Son los padres los encargados de imponer límites a sus hijos, educarles con el ejemplo, mostrar la importancia del cumplimiento de las normas y ser firmes cuando los niños y jóvenes las infrinjan. Mientras que la educación previene, el castigo suele llegar tarde. Hay que ser tan comprensivos con los fallos de niños y jóvenes como constantes en la tarea de guiar su proceso de maduración personal. En ningún caso, la violencia física resulta educativa.

 

1.11. Los niños no pueden ser objeto de maltrato físico y psicológico, abusos sexuales, prostitución o explotación económica. La comunidad local tiene el deber cívico de velar por la integridad de la infancia e intervenir judicialmente cuando estos abusos sean manifiestos.

 

1.12. Es fundamental que los niños escuchen y comprendan las conversaciones de los adultos, en vez de estar segregados de la vida real inmersos en un universo infantil artificioso creado ex profeso para ellos, encerrados en una burbuja Disney donde solo tienen cabida el juego y el disfrute, nunca el esfuerzo, la responsabilidad o el conocimiento de la existencia de la muerte; los niños tienen que ser uno más de la familia, participar en los rituales sociales y sentirse cuidados y protegidos, pero también integrados, útiles y valorados. En cualquier caso, los niños no deben asumir responsabilidades que les superan y no les conciernen por edad; los hijos no pueden ser los tutores de sus padres y tampoco deberían escuchar cómo uno de sus progenitores insulta o demoniza al otro.

 

1.13. Es importante que los niños se eduquen en contacto con sus vecinos y paisanos, que conozcan su entorno geográfico inmediato y las actividades cotidianas que en él se desarrollan; que se identifiquen con la cultura propia a través del aprendizaje del idioma materno, los relatos, tradiciones, acontecimientos históricos, música, festejos, gastronomía, etc.

 

1.14. La infancia es una etapa con fecha de caducidad. Los padres solo tienen la obligación de hacerse cargo de sus hijos hasta que éstos asuman la mayoría de edad, que cada comunidad debe fijar según crea conveniente. No podemos ser adultos irresponsables, egocéntricos, emocionalmente inestables y carentes de autonomía. Para evitar la acusada tendencia actual al puer aeternus, la educación parental tiene que incentivar la progresiva responsabilización del sujeto, desde la más tierna infancia hasta la adolescencia. Al mismo tiempo, es fundamental mantener un estrecho vínculo de por vida con la familia para que los hijos puedan aportar del mismo modo que han recibido.

 

 

2. Escuela y enseñanza comunal

 

2.1. La escolarización no puede ser obligatoria. Los padres pueden elegir no escolarizar a sus hijos, pero también es conveniente que sean comprensivos a la hora de facilitar que sus vástagos profundicen en los estudios si ese es su deseo, o permitan que los abandonen si los chavales no se sienten capacitados o integrados en la escuela y prefieren asumir otras responsabilidades.

 

2.2. El sistema escolar de enseñanza en comunidad debe ser comunal, no “público”, privado ni concertado; así que no puede depender de las directrices del Ministerio o de las consejerías autonómicas correspondientes.

 

2.3. Las familias y vecinos de cada barrio o pueblo son las encargadas, si así lo desean, de conformar comunidades locales de enseñanza, autogestionadas e independientes. Cada una de ellas establecerá, gestionará, asumirá los costes y marcará las normas de funcionamiento de la enseñanza en comunidad de los niños.

 

2.4. Las escuelas deben ser espacios abiertos donde los menores socialicen, interactúen con niñas y niños de diferentes edades, caminen al tiempo que aprenden y tengan contacto con la naturaleza y su entorno geográfico inmediato.

 

2.5. Los escolares deben participar de las obligaciones y trabajos resultantes de la existencia de la escuela: limpiar, ordenar o mantener y habilitar los espacios utilizados. Los alumnos mayores pueden encargarse de la organización de numerosas actividades didácticas y del cuidado de los más pequeños. El grado de esfuerzo y responsabilidad variará en función de la edad, el grado de madurez y la capacidad de los escolares. Es importante remarcar que la vida escolar debe ser un acto de deber cívico, nunca un derecho.

 

2.6. Las medidas disciplinarias deben ser impuestas y aceptadas por el conjunto de la comunidad local de enseñanza, y su aplicación irá en consonancia a la normativa que se haya acordado previamente. Las familias y escolares que las incumplan de manera flagrante o reiterada deben ser expulsadas de esa comunidad.

 

 

3. La función docente

 

3.1. Los maestros y profesores deben ser escogidos, supervisados y remunerados por la comunidad local de enseñanza. Madres y padres deben facilitar el trabajo de los docentes y confiar en su profesionalidad.

 

3.2. Los docentes deben tener la vocación, los conocimientos y las habilidades que requiere su profesión y responsabilidad educativa, al margen de titulaciones oficiales. El maestro debe caracterizarse por ser una persona ejemplar, desde el punto de vista ético, intelectual y profesional.

 

3.3. No es necesario que los docentes tengan una dedicación laboral exclusiva, siendo recomendable que complementen su responsabilidad pedagógica con otros trabajos de naturaleza productiva.

 

3.4. No todo el mundo, por el mero hecho de ser adulto o de acumular conocimientos diversos, está capacitado para la docencia. Enseñar a leer y a escribir, o enseñar la resolución de las operaciones aritméticas básicas, requiere una metodología que hay que conocer y saber aplicar, además de tener el carisma, la voluntad de servicio y la paciencia de acompañar y motivar al alumno en su proceso de aprendizaje. Los maestros deben ser sabios con ganas de compartir su hambre de conocimiento, dotados de la suficiente humildad para bajar al nivel del aprendiz y de mostrar empatía para ponerse en el lugar del que todavía no sabe. Hay que desterrar el perfil actual de docente que lo es por tener una titulación universitaria, porque le gustan los críos o porque desea disfrutar de un cómodo trabajo como funcionario. Deben desaparecer los profesores que no suelen leer, escriben mal, apenas tienen cultura general o demuestran serios problemas en la comprensión de las matemáticas. El maestro de educación primaria tiene que sentar los cimientos sólidos que permitan al adulto del futuro alcanzar todo el potencial del que sea capaz, no ser un simple guardián o compañero de juegos de los niños en clase.

 

3.5. Los maestros, reconocidos y autorizados por la comunidad local, deben recibir el respeto de sus alumnos a causa de su mayor edad, sabiduría e importancia de la función docente. Los profesores no pueden ser amigos ni colegas de sus pupilos.

 

3.6. Los docentes deben ser justos, ecuánimes y respetuosos con sus alumnos. Jamás impondrán castigos crueles o basados en la violencia física. Tampoco podrán dejarse llevar por la desidia y la comodidad del todo vale, así que deben trazar unos límites definidos y velar por el cumplimiento de las normas.

 

 

4. La etapa escolar

 

4.1. Avanzar la educación primaria no tiene por qué producir mejores estudiantes. Aunque el cerebro de cada niño es diferente, la mayoría no tiene la madurez necesaria para aprender las letras y los números hasta los 7 años de edad; el inicio prematuro del aprendizaje de las letras puede provocar frustración, desmotivación y rechazo. Las actividades corrientes de la escuela infantil, como enseñar los colores o los nombres de algunos animales africanos, no tienen gran valor pedagógico; encerrar a niñas y niños de 3 años en un aula para forzarles a practicar juegos dirigidos por un adulto con el que no tienen ni tendrán vínculos afectivos, menos todavía. Los niños de corta edad deben estar con su madre, disfrutar de la seguridad de su entorno familiar más cercano y disponer de tiempo para descubrir el mundo con sus propios ojos y no a través del prisma del sistema educativo.

 

4.2. La etapa escolar no debe prolongarse más allá de los 14 años. Dilatar la escuela básica con la instauración de la ESO (Educación Secundaria Obligatoria) en el marco de la LOMLOE (aplicada entre 1996 y 1997) no ha hecho más que propiciar el abandono escolar, la caída en picado de los resultados académicos y que las aulas se hayan convertido en espacios ruidosos, sucios y en los que reinan la mala educación y las faltas de respeto. Hay que añadir que tratar como niños a los adolescentes de hasta 16 años entorpece su proceso de madurez.

 

4.3. La conciliación de la vida laboral y familiar no puede hacerse a costa de colocar a los niños en costosas instituciones estatales o empresariales (guarderías, colegios y actividades extraescolares) con empleados y funcionarios que realizan su trabajo por dinero y no por amor o deber cívico, mientras los progenitores, madre y padre, pasan la mayor parte del tiempo sin contacto con sus hijos o demasiado cansados para poder educarles y compartir experiencias con ellos. La recuperación de la sociedad comunal, sin trabajo asalariado, tiene las herramientas que permitirán reducir las horas de trabajo productivo, flexibilizar el horario laboral y facilitar que madres, padres, parientes y resto de la comunidad local, en función de su disponibilidad, en compañía y conforme a sus aptitudes personales, se puedan encargar del cuidado de los niños menores de 7 años de edad. La práctica comunal vasca de la atxolorra es el mejor ejemplo histórico, perfectamente aplicable (si se adapta a nuestros tiempos), de conciliación de la vida laboral y familiar.

 

 

5. Algunas cuestiones pedagógicas

 

5.1. La escuela debe centrarse en: a) reforzar la educación de las virtudes, éticas y cívicas, en el marco de la vida social y comunitaria de los menores; y b) enseñar contenidos, así como los procedimientos que sean necesarios para aprehenderlos. Las virtudes y los valores de la escuela deben ser aquellos que comparten los integrantes de la comunidad local de enseñanza; los contenidos deben ser aceptados por la misma.

 

5.2. El número de alumnos por grupo escolar debe ser reducido, no mayor de 20. El maestro tiene que dedicar un tiempo a la enseñanza conjunta de todo el grupo de escolares, con el objetivo de conseguir que nazca una pequeña sociedad de aprendizaje cohesionada donde los más rezagados se sumen al ritmo de los más despiertos. Al tiempo, los docentes deben atender de manera individualizada a sus pupilos para concretar la exigencia a los diferentes ritmos de aprendizaje, resolver dudas y estimular la inquietud de los niños.

 

5.3. La enseñanza primaria no debe segregar a los niños por año de nacimiento ni sexo biológico. Las agrupaciones de alumnos se realizarán en función de los recursos de la comunidad local de enseñanza y siguiendo el criterio de los docentes. El objetivo de los grupos de enseñanza es el de facilitar el aprendizaje de los chavales, separándoles en función de su bagaje de conocimientos o capacidad de aprendizaje cuando sea menester.

 

5.4. La escuela debe tener en cuenta la diversidad relativa a las capacidades físicas e intelectuales, personalidad, grado de madurez, enfermedades crónicas y discapacidad que puedan tener los alumnos, orientando la educación de estos menores a lo que ellos puedan aportar. No tiene sentido la escuela inclusiva que produce en serie un mismo perfil de ciudadano. La sociedad no necesita graduados sino sujetos libres, sanos, esforzados y comprometidos; la sociedad necesita personas con oficio, no ignorantes con título.

 

5.5. Las actividades educativas tienen que despertar el interés de los alumnos y saciar su hambre de conocimientos; el estudiante tiene que estar motivado y afrontar con ilusión su vida escolar. Si, a pesar de los esfuerzos de la comunidad educativa, el niño no se integra, no respeta las normas de manera reiterada o no consigue aprender gran cosa, lo mejor que pueden hacer sus padres es desescolarizar a su hijo. La escuela tiene que dejar de ser un lugar sórdido, una cárcel para niños donde los usuarios son un número dentro de un sistema burocrático complejo; donde los chavales se aburren y pierden el tiempo; donde los alumnos son seres pasivos que reciben reprimendas de sus maestros y sufren el acoso de sus compañeros. Hay que humanizar la escuela desinstitucionalizándola.

 

5.6. Mientras los niños aprenden los fundamentos de su propia cultura popular en los quehaceres de la vida cotidiana, la escuela debe ocuparse de la cultura erudita. La formación intelectual debe centrarse en la enseñanza de la lengua vernácula (oral y escrita), en instruir los rudimentos de la aritmética, el cálculo, la geometría, el dibujo, la música y la lógica, compartir algunos conocimientos básicos de cultura general centrados en las ciencias naturales, la geografía, la nutrición y el cuidado de la salud, y comenzar la lectura de algunos libros escogidos, especialmente de los clásicos. Las necesidades vitales y los intereses individuales son los dos factores que, de forma inexorable, nos llevan a la necesidad o el deseo de profundizar en un oficio o área concreta del conocimiento. La enseñanza primaria solo debe preocuparse por sentar los cimientos del edificio del conocimiento, siempre en construcción, y no pretender abarcarlo todo cuando todavía no es el momento.

 

5.7. Las clases estrictamente teóricas no pueden superar las 3 horas diarias. Al permanecer menos tiempo en el aula, el niño estará más descansado y motivado, no mostrará un rechazo tan profundo por las letras y los números y tendrá más tiempo para jugar libremente con sus iguales, asumir sus responsabilidades cotidianas, hacer ejercicio físico y estar en contacto con su familia, así como profundizar en aquellos aspectos por los que muestre más predisposición, desde la lectura al arte, el trabajo manual y la música, el cuidado de las personas, los animales y las plantas o el contacto con la naturaleza, por poner algunos ejemplos.

 

5.8. Los horarios escolares deben respetar los ritmos circadianos de los jóvenes. Los padres deben controlar que sus hijos duerman y descansen las horas que necesitan para conservar la salud, y la comunidad de enseñanza tiene que tener en cuenta que la mayoría de adolescentes debería dormir hasta las 9 de la mañana.

 

5.9. La práctica pedagógica debe responder a la satisfacción de las necesidades de los jóvenes y del conjunto de la sociedad. Cualquier metodología educativa debe estar respaldada por los integrantes de la comunidad local de enseñanza y no impuesta por las instituciones estatales. Tras la puesta en práctica de cualquier propuesta formativa, el conjunto de la comunidad debe evaluar con objetividad su eficacia, sus pros y contras, para determinar su viabilidad o si es susceptible de algún tipo de mejora. La enseñanza, como cualquier otra práctica cultural, debe nacer del saber experiencial: no podemos adaptar la realidad a una teoría, por muy estimulante o innovadora que nos parezca.

 

5.10. Hay que desterrar de una vez la educación centrada en la preparación de exámenes memorísticos: resulta tan absurdo y dañino para la psique malgastar horas y horas de la juventud en memorizar contenidos para vomitar en exámenes (datos que se olviden al siguiente día) como desterrar cualquier forma de memorización. También es conveniente revisar los modelos de la nueva pedagogía, basada en el uso intensivo de las tecnologías, la obtención de las abstractas competencias básicas, las actividades de gamificación o el sistema AICLE basado en la enseñanza de materias comunes en una lengua extranjera, casi siempre el inglés, y que ha sido un rotundo fracaso en todos los países que lo han aplicado. Fomentar principios basados en la sociabilidad y el respeto mutuos, estimular el intelecto, practicar la libertad de pensamiento y hacer partícipes a niños y familiares de la gestión de la escuela son elementos mucho más significativos que no reducir la enseñanza a un estúpido y siniestro juego para niños dirigido por adultos, lleno de colorines, lugares comunes, imposición del inglés, autoodio, canciones absurdas y pantallas, muchas pantallas. Salvo en casos muy concretos, ordenadores y otros dispositivos tecnológicos deben estar excluidos del proceso de aprendizaje y de la vida diaria de niños y adolescentes.

 

5.11. Los niños no pueden desarrollar proyectos educativos exitosos si todavía no han aprendido a escuchar y a respetar al prójimo para poder trabajar en grupo, si no tienen la capacidad de atención y concentración mínimas para realizar una tarea o apenas saben sumar, restar, multiplicar, dividir, resolver reglas de tres, calcular porcentajes, leer con comprensión, escribir decentemente, disponer de un vocabulario rico o del arte del saber estar.

 

5.12. Resulta fundamental que, desde pequeños, los futuros individuos soberanos que conformen las asambleas concejiles practiquen la retórica y la dialéctica, acostumbrándose a escuchar con atención los argumentos de sus semejantes, respetar el turno de palabra, expresarse en público con claridad y brevedad, desarrollar el pensamiento racional, hacer un buen uso de la lógica sin incurrir en falacias ni descalificaciones y ser tolerantes para aceptar las opiniones de los demás, perseverantes a la hora de reivindicar aquello que consideren justo y valientes en defensa de la verdad.

 

 

6. La formación profesional

 

6.1. Sobre los 14 años de edad, los jóvenes deben demostrar que pueden ser autónomos y responsables de sus propias vidas. La etapa escolar debe finalizar para que los jóvenes se integren en la vida real y accedan al mundo del trabajo.

 

6.2. La comunidad educativa debe organizarse para garantizar la oferta de una formación profesional adecuada e integrada en la estructura económica local. La formación profesional de los adolescentes debe ser práctica, así que no se realizará en escuelas sino en los espacios de producción, y los docentes que la impartirán no serán profesores titulados sino oficiales experimentados.

 

6.3. La formación profesional debe basarse en el mutuo servicio: el aprendiz tiene la responsabilidad de trabajar mientras aprende el oficio y el oficial tiene el deber de formar convenientemente a su pupilo, enseñando todos los requerimientos de su oficio, sin ánimo de lucro y con un trato tan amoroso como exigente.

 

6.4. El trabajo productivo debe ser una obligación para todos y para todas, así que los jóvenes deben aprender, al menos, una profesión.

 

6.5. El período de aprendizaje de la formación profesional no puede prolongarse demasiado para que los adultos estén en disposición de ganarse la vida por sus propios medios y tengan tiempo suficiente para formar una familia, si así lo desean.

 

 

7. La enseñanza superior

 

7.1. Solo aquellos que tengan la inquietud y la capacidad de profundizar en determinados saberes teóricos, pueden sustituir o complementar la formación profesional por el estudio de oficios superiores, como, por ejemplo, los de medicina, arquitectura o ingenierías. Las diferentes comunidades locales de enseñanza deben coordinarse para garantizar que una pequeña parte de los jóvenes de una comarca o territorio, en función de sus méritos y predisposición, tengan acceso a la formación técnica o científica adecuada impartida por profesionales acreditados y escogidos por el conjunto de la comunidad.

 

7.2. El estudio teórico de estos oficios superiores debe ir acompañado de prácticas y del trabajo diario como aprendiz. Es fundamental que el sistema normativo y de producción tenga los mecanismos necesarios para evitar que los trabajadores con más conocimientos teóricos acumulen poder sobre el resto. El papel del que más sabe es el de compartir por deber cívico sus conocimientos y, de este modo, aportar soluciones válidas a los retos productivos desde una visión teórica y de conjunto que complemente el valor de los saberes prácticos del resto de operarios.

 

7.3. Aunque cada comunidad local debe ser soberana y decidir el modelo de formación académica más adecuado, es recomendable que la profundización en el estudio de los diferentes campos del conocimiento (artes, derecho, química, matemáticas, música, física, historia, filosofía, filología, geografía, astronomía, teología, psicología, economía, estrategia miliciana, etc.) sea de carácter autodidacta y compatible con el trabajo productivo de cada uno.

 

7.4. La comunidad local de enseñanza debe promover la creación y el mantenimiento de bibliotecas y laboratorios, así como poner en contacto a los eruditos de las diferentes áreas del conocimiento para que intercambien sus aportaciones y compartan por deber cívico sus saberes y descubrimientos con todos aquellos que deseen aprenderlos, organizando de manera periódica conferencias y congresos de libre asistencia.

 

7.5. La universidad tiene que dejar de ser una institución al servicio del ejército, la administración estatal y la gran empresa capitalista. La investigación científica y tecnológica debe nacer de la iniciativa individual o comunitaria, vinculada a las necesidades reales de los individuos y pueblos que la promuevan. La enseñanza superior tiene que estar inserta en las problemáticas de las comunidades y hacer la labor de vínculo entre lo general (universitas) y lo concreto, aportando ideas sin imponer su criterio a los agentes económicos.

 

 

8. Conclusiones: ¿qué hacemos con nuestros niños y jóvenes?

 

8.1. Las condiciones actuales hacen que la puesta en práctica de este programa sea, hoy, muy dificultosa. Esta propuesta no deja de ser una sugerencia, una posibilidad a tener en cuenta en el marco de una futura sociedad por construir que haya conseguido vivir al margen del Estado y de la gran empresa capitalista. Hasta entonces, ¿qué podemos hacer?

 

  1. Esmerarnos en la educación de los niños y, como docentes, mejorar la enseñanza de nuestros alumnos. Para ello debemos navegar contracorriente y no caer en la trampa de las tendencias educativas dañinas, tan propias de la actualidad, actuando al margen, si es necesario, de las modas, protocolos y directrices de los poderes establecidos, primeros interesados en destruir la calidad y humanidad de los jóvenes.

  2. Podemos empezar a crear ya comunidades locales de enseñanza y redes de apoyo mutuo de ayuda en la crianza, en compañía de nuestros parientes, amigos y vecinos. Si estas asociaciones están conformadas por individuos cohesionados y comprometidos, los progenitores que así lo deseen pueden plantearse la desescolarización de sus hijos y hacerse cargo de su proceso de enseñanza.

 

8.2. Recuperar el instinto. Tenemos que educar con amor y por amor al prójimo, pero también con libertad y responsabilidad; debemos rescatar el deseo de trascendencia, ese que nos lleva a trabajar en la construcción de un futuro más humano que nunca veremos con nuestros propios ojos, pero sí a través de los ojos de nuestros hijos, nietos y sobrinos; debemos recuperar los saberes prácticos y alejarnos de teorías, modas, milagros tecnológicos e instituciones de poder. Los jóvenes tienen que recuperar la alegría del Eros, amarse en libertad y repoblar el mundo con sentido1.

 

 

 

 

CAMINAN DE MAÑANITA

 

[Poema de Javier Pérez Gala,

extraído de su poemario Sombra, pálpito y salitre]

 

 

Caminan de mañanita

los niños uniformados

camisa de tela blanca

y pantalones bordados.

 

Caminan en compañía

recogiendo a quien espera

en las casas de sus padres

y caminar a la escuela.

 

No caminan convencidos

por ello, caminan lento

lamentan de nuevo verse

metidos en ese centro.

 

Pero caminan unidos

mientras preparan los juegos

pensando en salir de clase

y correr hacia el recreo.

 

Caminan libres y vagos

con esperanza caminan

imaginan los maestros

indispuestos aquel día.

 

Y ríen mientras caminan

y encaminan sus deseos

del colegio terminar

y seguir con su paseo.

 

(Manta, 2015)

 

1 Este texto no podría haberse escrito sin el aprendizaje que he obtenido a través del ejemplo educativo de mis familiares y conocidos que han tenido hijos, especialmente por el trabajo que han realizado mis padres en mi propio proceso de autonomía personal. No puedo más que darles las gracias a mi madre y a mi padre por haberme otorgado el regalo de la vida y haberme criado y educado con amor, intentando convertirme en un hombre de virtud. Siempre estaré en deuda con ellos. Pero también quiero rendir un pequeño homenaje a aquellos pocos profesores que me han inspirado en mi labor docente, desde aquellos que me tuvieron como alumno (Paco, Silvano, José Manuel, Antonio, Julio César M., Jesús H., Antoni R., María Jesús B. y alguno más del que no recuerdo su nombre), así como de mis compañeros de trabajo en el Institut de Collbató y el resto de centros en los que he trabajado. Por último, agradezco las sugerencias y comentarios de mejora de mis compañeros por la Revolución Integral, José Francisco, J. Antonio, Eloi, Jesús, Oriol y Javier, autor del poema que cierra este artículo.

 

 

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Comentarios

Isa
hace 2 meses

Este artículo es una obra maestra, debería leerlo todo el mundo antes de tener hijos, lo comparto todo lo que pueda, muchas gracias.

Antonio Hidalgo Diego
hace 2 meses

Muchas gracias Isa!

Joaquín de Murcia
hace 2 meses

No soy yo mucho de adular a nadie ni de felicitar públicamente, pero no me puedo resistir en esta ocasión a dar la enhorabuena por este trabajo tan bien ordenado y estructurado, y que, tanto en su contenido como en su forma, es impecable. Antonio, un placer leerte y, en general, leeros a todos los que hacéis posible esta revista.

Antonio Hidalgo Diego
hace 2 meses

Muchas gracias Joaquín!