Nuevos pastores, viejos rebaños

Publicado el 1 de junio de 2024, 12:14

Por Jesús Trejo

Tiempo estimado de lectura: 11 min

 

El aldabonazo que supuso la crisis del año 2008 para el ejercicio del dominio político, fue un acicate para los servicios de inteligencia occidentales, algo abotargados desde la gran bacanal que supuso el colapso de la Union soviética en 1991. En aquellos tiempos se flirteó con la teoría del fín de la historia de Francis Fukuyama, se pensó que las guerras imperialistas eran cosas superadas, y que lo que había que hacer era mantener al enemigo interno popular infantilizado y debilitado, centrado en la visibilización y empoderamiento de colectivos insignificantes, para seguir alimentando la sensación de que la lucha continúa y de que todavía tenía sentido las diferencias entre izquierdas y derechas, aun cuando en lo esencial, unos y otros implementaban las mismas políticas económicas y globalizadoras. La cultura woke se impuso en todo el Occidente, con su ofendiditis y sus seres delicados, mientras se dejaba el trabajo sucio de la dominación a los comandos profesionales, dando respaldo armado al espolio imperialista que sufragaba el buenismo progre. Ahora, con el creciente poderío de los megaestados orientales y la pérdida de zonas de influencia de los occidentales, la envejecida loba capitolina, el símbolo de la Roma imperial que mejor expresa el maquiavélico ejercicio del Poder europeo , tiene que esmerarse en su tarea de parir nuevas camadas de lobeznos, esta vez travestidos de perros pastores, para convertir el almibarado y dócil rebaño, en bestias para trabajar los duros campos que se avistan en lotananza: los campos de batalla.

 

Antes de la megacrisis, el bipartidismo había proporcionado muy buenos réditos a las elites, que se fortalecieron económica y militarmente, como muestran los porcentajes de distribución de riqueza y de poderío militar y policial de los Estados modernos, mostrados por Thomas Piketty en su bien documentada obra “capital e ideología", dando una consistencia y una estabilidad a la tiranía económica y política de los poderhabientes jamás antes conseguida.

 

Sin embargo, no todo iban a ser parabienes en las formas camufladas de dictadura. El cúmulo de desilusiones que el votante medio ha tenido que tragar a lo largo de la democracia parlamentaria , desde una u otra trinchera ideológica, ha ido desgastando el marco constituído, y la masa votante lo hace más por inercia que por devoción. Las viejas estructuras burocráticas de izquierda y derecha están ya muy corrompidas y la financiación sumergida en forma de narcotráfico está sesgando el comportamiento y la imagen pública de los presidenciables, ahondando aun mas en su desprestigio. Encontrar nuevas fórmulas carismáticas para superar el alejamiento y desdén de las masas por los “hombres de paja con lengua de serpiente”, los políticos, sin que se deje ver la desnudez lobezna que esconden sus postureos populistas, se ha convertido cada vez más en un ejercicio de prestidigitación y efectos especiales.

 

En el Estado español, tras la crisis del año 2008 y a punto de fracturarse el régimen del 78 con la debacle del partido socialista, se empezó a fraguar un cambio en la partitocracia. Era necesario introducir nuevos líderes que sanearan la maltrecha democracia de postín, y tanto las formaciones de Pablo Iglesias, como la de Santiago Abascal, fueron impulsadas desde el centro de mando de la Inteligencia patria. Pero con una gran diferencia respecto de las anteriores propuestas políticas: esta vez iban a incorporar en su cúpula a generales, hombres de la casa, que monitorearan las derivas ideológicas y propuestas de los cuadros internos. Así, el exjefe del Estado Mayor, Jose Julio Rodriguez se incorporó a Podemos en 2014, mientras que otro exjefe del jemad, Fulgencio Coll, hacia lo propio en Vox en 2018.

 

La intrusión de las más altas instancias militares en los partidos políticos de nueva formación habla por un lado de la desfachatez con que la estructura vertebral del Estado, el ejército, ha decidido implicarse en la farsa partitocrática, recuperando la tradición de los espadones del siglo XIX y principios del XX, pero por otro lado indica que la única inteligencia hoy operativa es la del mando militar, pues la intelectualidad prácticamente ha desaparecido como creadora de contenido para el sostén del sistema.

 

No obstante, la inclusión de la alta cúpula del ejército en los flamantes partidos de la última década no ha evitado sus tempranos desgastes, al mostrar en el ejercicio de su activismo que sus programas solo eran papel mojado. En vista de lo cual y dados los nuevos retos a afrontar a nivel global, era necesario un cambio de rumbo, y desde la cúpula directiva de la Inteligencia militar le han dicho al canterano Pedro Baños: “calienta que sales”.

 

El nuevo escenario geopolítico de reubicación global está dejando obsoletas las tonterías sensibleras que han inundado la conciencia ciudadana occidental. Los nuevos tiempos van a exigir una población que tenga un espíritu duro y abnegado, que afronte la matanza de sus hijos, y en esta tarea se ha embarcado el coronel de Inteligencia Pedro Baños, que como es propio de su formación, lo hace sibilinamente, proclamándose pacifista..

 

El perspicaz coronel plantea un “no a la guerra” por varios motivos:

-Por la endeblez ideológica, moral y hasta fisiológica de nuestra juventud, que hace actualmente inviable enfrentar un conflicto con bajas masivas como sería el propio de los choques que se avecinan en el continente

-Porque la guerra que ahora se plantea, es la guerra interesada de USA contra Rusia-China, teniendo a Europa como campo de conflicto, y a los europeos como carne de cañón entre las superpotencias.

-Porque la preocupación del ejército español siempre ha sido la frontera sur, especialmente Marruecos, y en aras de rearmarse hacia esa futura contienda, el sr. Baños propone renunciar a planteamientos belicistas en el Norte contra Rusia, hasta que pueda fortalecer las posiciones internas.

-Porque viendo el abandono al que se va a someter a Europa ante el repliegue estadounidense, conviene ir preparando una nueva estrategia imperialista autónoma de Europa, en alianza estratégica con Rusia o si no, de España, buscando sinergias con sus “hermanos” hispanohablantes, como deja entrever el coronel.

 

Todas estas razones que hay detrás del pacifismo de este militar de carrera de alta graduación, son todas razones de Estado, no razones populares. En ningún momento se cuestiona el objetivo de la guerra imperialista entre Estados como forma de expandir o preservar los territorios y pueblos a explotar, ni se piensa en los pueblos llevados a masacres en pos de la defensa de unos intereses “nacionales”, que en realidad son los de las elites mandatarias y su séquito funcionarial. Él solo es pacifista tácticamente, para ser imperialista estratégicamente, como todo pacifismo, que no es sino una defensa subrepticia del militarismo estatal.

 

Esta nueva ideología es la que va lanzando un sector de las elites patrias, una vez que su padrino estadounidense las está abandonando. Por eso están buscando nuevas fórmulas que asienten su posición en el orden mundial (alianza euroasiática con Rusia, reflotación de Iberoamérica con España como metrópoli, etc.), para lo cual se necesita ese cambio ideológico en el cuerpo social.

 

Para reconstruir la maltrecha y debilitada moral de combate “española”, El coronel Baños, aplicando su teoría del control mental y de la guerra cultural, está siendo aupado por esas mismas manos negras que según él dominan en la sombra, dándole cancha y sufragándole sus incursiones mediáticas (recientemente ha pasado de la precariedad de los videos caseros a la flamante y costosa entrevista en estudio) desde donde trata de nuclear la disidencia controlada, antiwoke y patriota (Juan Manuel de Prada, Roberto Vaquero, Juan Gisbert, Alvise Perez…), que por otro lado han abrevado en el incisivo trabajo de Félix Rodrigo Mora para dar consistencia a sus discursos, aunque depurando de éste su propuesta revolucionaria integral antiestatal y quedándose sólo con la parte de denuncia de la falsificación liberal de la historia y de las consecuencias que la ingeniería social proestadounidense, a la que las elites europeas han rendido pleitesía, han provocado en la endeblez moral del cuerpo social.

 

El discurso enérgico y viral del coronel, su llamada pacifista, la inquina contra los politicastros “vendidos” a oscuras elites transnacionales anglosajonas, la recuperación del orgullo patrio superando el autoodio, la vertebración de la disidencia controlada en torno a una posible alternativa, y sobre todo, la defensa de la hispanidad y de los “intereses” nacionales en la nueva reestructuración en ciernes de las áreas de influencia geopolítica, es la nueva oferta lanzada desde los centros de inteligencia, para subvertir el infantilismo woke, ahora ya disfuncional ante el escenario prebélico en ciernes.

 

Pero lo que se hecha en falta en ese discurso victimista del coronel Baños es la denuncia del Estado como estructura propiciatoria de las masacres populares, y de la corporación militar profesional como su máxima expresión coercitiva. Si realmente el sr Baños desea velar por los intereses de las gentes integradas bajo el régimen impositivo español, debería denunciar el dominio de las estructuras de Poder estatal y empresarial, empezando por el ejército al que él pertenece, y abogar por la autodefensa entendida como el levantamiento armado del pueblo en el pleno ejercicio de la soberanía popular frente a las elites predadoras y sus cuerpos armados, y debería renunciar a cualquier injerencia, por muy quijotesca que sea, en territorios que no sean de la competencia autóctona de las gentes populares de cada lugar. Por eso el discurso del sr Baños vuelve a ser otro cuento más para entontecer a las gentes y seguir pastoreando a las masas hacia los campos a los que las elites adineradas pretenden llevarlas a defender sus mercados.

 

Efectivamente, el señor Baños es un inteligente profesional y también, en el mejor de los casos , un tonto útil al servicio de la clase enseñoreada española, dado que su razón instrumental está al servicio de éstas y de su Estado, y no al del pueblo español del que se proclama defensor. Un nuevo pastor para el viejo rebaño, sr. Baños.

 

Jesús Trejo

 

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