Discriminación de género en el sistema educativo

Publicado el 1 de junio de 2024, 12:14

Por Antonio Hidalgo Diego

Tiempo estimado de lectura: 25 min

 

El 17% de los chicos no finaliza la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), frente a un 9% de las chicas que no lo consigue. Por cada niña que repite curso, hay más de dos niños que alargan su etapa escolar obligatoria. Los chavales tienen peores resultados en las pruebas diagnósticas de evaluación PISA, especialmente en comprensión lectora; los resultados negativos son del 14%, frente al 9% de las chicas que no han adquirido las llamadas competencias básicas. En materia de disciplina, los chicos vuelven a suspender: tres de cada cuatro expedientes disciplinarios son dirigidos a varones. Más de la mitad de los doctorados son para mujeres, un 57% de las maestrías son femeninas y las jóvenes que se gradúan en la universidad suponen el 66% del total estatal (dos de cada tres). El Estado español es el miembro de la UE con una mayor brecha de género escolar, una discriminación que duplica la media de la Unión Europea1.

 

Con estos datos podemos entender por qué razón el sistema educativo invierte esfuerzos, formación para docentes, propaganda y muchos recursos económicos en luchar contra la llamada discriminación de género2. El problema es que el segmento de estudiantes a los que “protege” el Estado con sus medidas “de igualdad” pertenecen al sector menos desfavorecido por el propio sistema escolar: el sexo femenino. Mientras que la teoría dice que las mujeres están discriminadas por el sistema patriarcal, la realidad nos muestra que el sistema educativo penaliza a los chicos, siendo los que tienen más probabilidades de recibir sanciones o de no completar los estudios básicos. El retrato robot del fracaso escolar es el de un varón de origen humilde.

 

Pese a que los datos son alarmantes, casi nadie parece estar preocupado3 por la presencia de la brecha de género escolar o de que esta grieta que separa los resultados académicos por sexos crezca año tras año. Los medios de comunicación no se ocupan de este asunto, los funcionarios docentes simplemente lo ignoran, casi todos los “expertos” en educación se despreocupan por completo en sus estudios de los problemas que atañen a los estudiantes de sexo masculino, las familias apenas tienen margen de actuación para aportar soluciones y cada vez más niños son incapaces de entender por qué razón tienen que ir cada día a una escuela donde no están a gusto4, se sienten como pez fuera del agua y no aprenden casi nada.

 

La jurista María Calvo Charro5 asegura que nuestro sistema legal (y por ende, el sistema educativo) está diseñado para «prescindir de los hombres», tanto de manera directa6 como de manera simbólica: los chavales deben ocultar su masculinidad o renunciar a ella, los niños «no saben cómo ser hombres». La investigadora Christina Hoff Sommers7 es muy gráfica cuando afirma que «se obliga a los niños a ser una niña defectuosa». María Calvo denuncia que los varones deben hacer suyos los activos psicobiológicos femeninos, como la emotividad y la inteligencia emocional (rasgos que les serán, sin duda, muy beneficiosos) pero, al mismo tiempo, el sistema educativo se encarga de castrar los atributos psicobiológicos masculinos que son catalogados de tóxicos, así que reprimidos, desprestigiados y sancionados por los docentes. Si las niñas explotan su feminidad, son vistas como seres de luz, y si se muestran agresivas y competitivas, son aplaudidas como mujeres empoderadas8; si los chavales no reprimen su masculinidad pueden ser diagnosticados y medicados como hiperactivos y tachados de disruptivos y agresivos. En otras palabras, la escuela premia a las niñas por ser niñas y castiga a los niños por comportarse como niños.

 

La forma de educar de hombres y mujeres es diferente y al mismo tiempo complementaria. La alteridad sexual, la combinación de los dos estilos educativos (femenino y masculino) es fundamental tanto en el ámbito de las familias como en el espacio escolar. La ausencia del padre o del referente educativo masculino es causa directa del fracaso escolar, pero también del aumento de la delincuencia, el incremento de las enfermedades mentales y los problemas con las drogas. Los niños sin padre tienen más predisposición a cometer actos violentos porque les cuesta reprimir su impulsividad. Las niñas que crecen sin referente paterno sufren mayores niveles de disforia de género y trastornos alimentarios9.

 

En su función docente, maestros y profesores transmiten en las aulas los valores que representan los arquetipos del inconsciente colectivo de la madre y el padre10. La madre representa el amor incondicional, el sustento, el cuidado, el refugio y la sabiduría espiritual; la madre convierte el espacio educativo en una prolongación del útero, ese remanso de seguridad que permite a niñas y niños crecer con amor y autoestima. La infancia requiere, pues, de madres y educadores maternales, pero también del arquetipo del padre, de la masculinidad, hoy en entredicho. El padre es quien nos protege y fortalece; nos hace libres y autónomos, ya que nos permite salir del cascarón materno; nos enfrenta a la vida para que fracasemos, nos caigamos y luego nos podamos levantar; en suma, el padre nos ayuda a crecer como seres humanos autoconstruidos11. Pero vivimos en la sociedad de la hiperpaternidad12 y el complejo de Telémaco13, un universo que ha olvidado que los progenitores deben marcar con trazo firme los límites educativos, unos límites que, lejos de traumar a los niños, permiten a los menores crecer con seguridad y tranquilidad, implantan hábitos positivos, fomentan el emprendimiento y otorgan la libertad de poder transgredirlos. Una niña sin límites será una mujer que tendrá serias dificultades para poner freno a los posibles abusos de sus parejas masculinas, pero también de sus jefes y gobernantes; un niño sin límites será un hombre que tratará a sus parejas femeninas de la misma manera como trataba a su madre, si no ha dispuesto de un referente masculino14. La presencia del padre en la educación de los menores es el mejor antídoto contra el machismo y la tiranía15.

 

El mismo mal que aqueja a las familias en las que no existe el referente paterno o en las que el padre ha sido desautorizado, aqueja también al actual sistema educativo, carente de modelos masculinos y castrador de la masculinidad de sus escolares. Lejos de fomentar la audacia de los alumnos, el modelo educacional es sobreprotector con los menores; lejos de fomentar la autonomía de niños y jóvenes, el profesorado los lleva de la manita hasta edades avanzadas; lejos de fomentar su potencial intelectual, el sistema educativo está convirtiendo las clases en ludotecas y espacios de resolución de actividades escritas mecánicas; lejos de fomentar el pensamiento crítico e innovador, se adoctrina a los menores16 y se reprime con dureza cualquier opinión políticamente incorrecta. ¿Cómo no se van a sentir incomprendidos los adolescentes cuando su centro de enseñanza celebra varios actos cada curso en las que las únicas protagonistas son sus compañeras de clase17? Esta frustración conduce a que cada vez más alumnos canalicen mal su rebeldía y acepten posturas políticas totalitarias y teorías misóginas.

 

A la mayoría de los adolescentes no les interesan las actividades y contenidos de los que se ocupa el sistema educativo. Las familias hace mucho que dejaron de valorar la importancia de la escuela y así se lo transmiten a sus hijos. La figura del docente es constantemente denigrada en los medios de comunicación y en los grupos con los que madres y padres de alumnos se comunican en las redes sociales. Cuando un maestro sufre agresiones físicas o verbales (cada vez más frecuentes) por parte de sus pupilos o de los progenitores de éstos, no siempre recibe el apoyo del equipo directivo18. Los chavales creen que lo que aprenden «no sirve para nada»: la escuela es una abstracción, teórica e ideológica. La enseñanza reglada, primaria, secundaria y universitaria, está totalmente desconectada de la realidad con la que los futuros adultos se van a encontrar en su vida laboral, social y familiar19, tal vez porque la mayoría de programas educativos han sido elaborados por altos funcionarios que nunca han trabajado en una empresa y que ni siquiera han ejercido como docentes.

 

Las chicas son tan refractarias al colegio como ellos, pero valoran de forma más positiva su vida en la escuela porque es también su espacio de socialización, al tiempo que se adaptan mejor a un estilo educativo predominantemente femenino. Niños y adolescentes sufren la incomodidad de estar tantas horas al día confinados en una silla, sin respirar el aire libre y sin realizar apenas actividades dinámicas (solo dos horas de educación física a la semana, muchas veces teóricas). No hay tiempo para realizar materias donde los chavales puedan manipular objetos o aprender saberes prácticos, y tampoco disponen de un espacio proclive al desarrollo de las libertades de expresión y de conciencia. No se puede pasar por alto que el cerebro de los hombres es diferente al de las mujeres20, como también son distintos los procesos de desarrollo intelectual y corporal de niñas y niños. Las niñas tienen un desarrollo cognitivo y comunicativo más precoz, y el tipo de psicomotricidad es diferente en función del sexo, predominantemente axial en el caso de los niños, y distal en el de las niñas. Pero la escuela inclusiva trata a todos los escolares por igual, segregando a los niños por año de nacimiento y sin tener en cuenta su grado de desarrollo, sexo biológico, motivaciones vitales y libertad individual21.

 

La escuela actual es una especie de hogar con muchas mamás, es un refugio seguro, normativizado y sin espacio para la rebeldía. Las aulas alojan una pequeña sociedad ordenada entorno a un nuevo patriarcado (o matriarcado) en el que docentes y Ministerio de Educación pretenden imponer su autoridad sobre un rebaño sumiso y obediente. El rechazo a la escuela es un fracaso para el sistema; pero, ¿lo es para el conjunto de la sociedad? Es más que frecuente que las notas más altas de clase sean para estudiantes que no destacan precisamente por su inteligencia pero sí por su adaptabilidad a la institución, capacidad de trabajo y servilismo al poder establecido; no pocas veces, los malos estudiantes tienen un cociente intelectual por encima de la media, condición que les permite evaluar su papel en el colegio y llegar a la conclusión de estar perdiendo el tiempo, de ver cómo se está reprimiendo su potencial y cercenando su libertad de pensamiento. Los suspensos pueden ser síntoma de algún trastorno de aprendizaje, de algún problema psicológico, familiar o relacional, pero también pueden entenderse, en infinidad de casos, como una forma de abstención, un acto de boicot y sabotaje al sistema educativo; el fracaso escolar es la principal forma de rebeldía de los adolescentes del siglo XXI.

 

Los malos resultados educativos, espacialmente los que obtienen los estudiantes varones, comienzan a poner en tela de juicio el sistema vigente en general, y la conveniencia de las escuelas mixtas en particular. La pedagoga sueca Inger Enqvist, famosa por su crítica a la llamada nueva pedagogía y partidaria de un regreso a formas educativas tradicionales basadas en la cultura del esfuerzo, la importancia de los contenidos por encima de competencias y procedimientos o la recuperación de la autoridad del docente, explica que la educación diferenciada (por sexos) suele mejorar los resultados académicos, pero sabemos que ocasionaría otros problemas y no solucionaría el problema de raíz si la escuela sigue manteniendo la misma estructura.

 

Los pocos que se ocupan de la brecha de género escolar culpan de la situación a que la escuela se ha convertido en una especie de gineceo, en un espacio fundamentalmente femenino. «Faltan referentes masculinos», asegura Jenifer Ruiz-Valenzuela22. Mariano Fernández Enguita pretende combatir estas diferencias académicas con más docentes de sexo masculino (igual que pretende reducir el ausentismo escolar de la comunidad gitana con la contratación de maestros gitanos). Y es que casi el 100% de las maestras de educación infantil son mujeres, así como el 82% de las docentes de primaria y el 62% de las profesoras de secundaria23. La educación más significativa se consigue frente al espejo, a través del aprendizaje simbólico que nos ofrecen el ejemplo, la personalidad y la cosmovisión de los referentes educativos a los que otorgamos autoridad y que nos van a enseñar cómo ser mujeres, pero también cómo ser hombres24. En todo caso, reducir la brecha de género escolar incrementando el número de docentes de sexo masculino no puede ser la panacea que acabe con la discriminación de los varones en el sistema educativo25, fundamentalmente porque la superestructura del sistema, la legislación, los protocolos, las metodologías educativas y hasta el estilo de los docentes en las aulas son factores negadores de la masculinidad.

 

En resumen, las posibles causas de la brecha de género escolar son:

 

  • La mayoría de los docentes son de sexo femenino.

  • El sistema educativo no tiene en cuenta las diferencias sexuales (cognitivas y motrices) ni los diferentes ritmos de desarrollo de niñas y niños.

  • Se está demonizando la psicobiología masculina, y la masculinidad en general.

  • Hay una permisividad excesiva, y los niños (más incluso que las niñas) necesitan límites.

  • Muchas escuelas son centros de adoctrinamiento, donde se niegan frecuentemente las libertades de conciencia y de expresión.

  • No se potencian la autonomía, la iniciativa personal ni el emprendimiento de los alumnos.

  • Apenas se practica el ejercicio físico.

  • Los chavales soportan tediosas horas de enclaustramiento en aulas mal ventiladas, sin que puedan mover músculos ni articulaciones.

  • No se programan actividades manipulativas.

  • La formación académica está focalizada en asignaturas lingüísticas y comunicativas, donde ellas destacan.

  • La formación es siempre teórica, totalmente ajena a la realidad cotidiana.

  • Cualquier forma de agresividad se considera negativa.

  • Las faltas típicamente masculinas (violencia física, rebeldía) reciben sanciones más contundentes que las que protagonizan las chicas (violencia psicológica, violencia relacional).

  • Las orientadoras escolares (psicopedagogas) suelen ser mujeres que padecieron en su etapa escolar problemas psicológicos, afectivos o relacionales. Estas profesionales suelen empatizar con las chicas y tienden a dedicar más tiempo y esfuerzos en orientar a sus alumnas que no a los estudiantes de sexo masculino, chavales que estadísticamente tienden al fracaso escolar en mayor proporción. Hay que considerar que ellos suelen exteriorizar menos sus preocupaciones que sus compañeras.

  • Se organizan actos y festejos que ensalzan a las mujeres y desprecian a los varones.

  • Hay un evidente desinterés institucional por resolver este grave problema de discriminación por motivos ideológicos.

 

El mismo aparato educativo que discriminó durante siglo y medio a las mujeres, discrimina hoy a los varones. Parece improbable que el mismo sistema estatal de educación26 resuelva un entuerto que él mismo ha ocasionado. ¿Ningún parlamentario, alto funcionario del Ministerio, pedagogo con cátedra universitaria o intelectual del mundo educativo se ha dado cuenta de este grave sesgo que atenta contra la igualdad de oportunidades y dificulta la pervivencia de la meritocracia (de la que apenas se habla hoy día)? Parece altamente improbable. El Estado español promociona un sistema educativo injusto, represivo y disfuncional porque ayuda a producir un perfil de ciudadano sumiso, asocial e ininteligente que las instituciones de poder y la gran empresa capitalista requieren para facilitar su dominación política y económica. Desde la implantación de la escuela obligatoria en el siglo XIX, el colegio ha sido un instrumento de dominación para convertir a los individuos en modernos ciudadanos aculturados, piadosos creyentes, obedientes electores, puntuales contribuyentes, esforzados asalariados y aguerridos soldados, patriotas de la nación que hacen suyos los objetivos estratégicos del Estado27. El mundo actual requiere adultos ególatras, infantilizados, irresponsables, desorientados, adictos, caprichosos, débiles, irreflexivos, desmemoriados, sin comprensión lectora ni capacidad de atención, un perfil de ser humano que se consigue mediante la supresión de los límites educativos, la represión de la iniciativa individual, la anulación de la libertad de conciencia, la censura de la libertad de expresión y la inhibición de la masculinidad.

 

La solución a la discriminación de los varones, una de las muchas y graves perversidades del sistema educativo actual, no puede ser el reformismo parcial, como incentivar el aumento de la ratio de docentes masculinos o legislar una nueva ley de educación para que sea más considerada con los niños. La única solución es la transformación integral del modelo de enseñanza y de los individuos que lo conformamos.

 

En un próximo artículo me propongo esbozar un nuevo paradigma educativo, una propuesta para la enseñanza de la juventud que ayude a consolidar una nueva sociedad basada en la libertad, la responsabilidad, la democracia real, el servicio al prójimo, el trabajo libre, el esfuerzo, la inteligencia y la no discriminación por cuestiones de sexo, etnia o identidad personal.

 

 

Antonio Hidalgo Diego, profesor de enseñanza secundaria

 

 

 

 

 

1 Datos del «Centro de Políticas Económicas-EsadeEcPol».

2 Un 47% del presupuesto estatal en educación tiene en cuenta la llamada perspectiva de género. Consultar el proyecto Presupuestos Generales del Estado 2023: Informe de impacto de género realizado por el Ministerio de Igualdad.

3 ¿A quién le importan los niños? Joanna Williams, autora del libro Consuming Higher Education: Why learning Can’t be Bought, preguntó a sus profesoras de máster, mientras realizaba la maestría para ejercer como docente, la razón por la cual el sistema educativo británico no tomaba medidas para acabar con la discriminación de los chicos. La respuesta que recibió fue tan ideológica como rencorosa: «A nadie le preocupaba la discriminación cuando a los chicos les iba bien».

4 En los estudios de valoración que los alumnos realizan al trabajo de sus docentes, los chicos califican con una nota un 21% más baja a sus profesoras respecto a la calificación que reciben sus colegas de sexo masculino, un dato que Inés Macho-Stadler, catedrática de la Universidad Autónoma de Barcelona, considera un claro ejemplo de machismo. Pero Macho-Stadler no se plantea por qué las estudiantes también valoran mejor el trabajo de sus profesores (es cierto que con unas calificaciones más equilibradas, con solo un 8% de diferencia) o por qué las actividades didácticas propuestas por mujeres (sin que los alumnos lo sepan) reciben también una peor calificación general, tanto de chicos como de chicas, cuando son actividades neutras, desprovistas de género. ¿Son realmente neutras esas propuestas didácticas? Consultar el artículo Sesgo de género en las evaluaciones docentes.

5 María Calvo es autora de Guía para una educación diferenciada: Una guía para la mejor educación de los hijos y alumnos, a partir de las diferencias existentes entre sexos (2009) o La masculinidad robada. Varones en crisis. El necesario reencuentro con las masculinidad (2011). También destacamos su conferencia ¿Podemos prescindir de los hombres?, disponible en YouTube.

6 Según Calvo, la forma que tiene el Estado español de «prescindir físicamente de los hombres» es mediante la discriminación jurídica. ¿Cómo se manifiesta? En que se tipifican penas superiores para los varones que cometan el mismo delito que las mujeres, que la presunción de inocencia no existe para los hombres en caso de denuncia por violencia de género, que la administración otorga ayudas y prebendas específicas a las mujeres, que los progenitores varones no puedan tomar decisiones vinculantes en materia de aborto o fecundación in vitro o que la palabra padre está desapareciendo del lenguaje jurídico.

7 Christina Hoff Sommers es filósofo, investigadora del lobby «American Enterprise Institute» y autora del libro La guerra contra los chicos: cómo un feminismo mal entendido está dañando a los chicos jóvenes (2001).

8 La última campaña publicitaria de Amazon muestra a mujeres jugando al fútbol de manera extremadamente agresiva. Mientras Amazon ensalza la violencia en el deporte, muchos centros educativos de secundaria de Cataluña está prohibiendo el fútbol a la hora del patio por ser un «foco potencial de agresiones físicas», en verdad poco frecuentes. El fútbol en el recreo es el único momento en el que un niño obligado a ir al colegio se siente libre, se siente autónomo y se siente niño, en el que los chavales juegan, corren, sudan y se desahogan, pero también toman decisiones, acuerdan las normas, resuelven conflictos sin mediadores adultos y aprenden a gestionar sus éxitos y fracasos. ¡Pero sus profesores se lo están negando!

9 La relación existente entre la ausencia del padre y posteriores problemas sociales y sanitarios está constatada tanto por la citada María Calvo Charro como por la psicóloga Sara Valens, autora del libro En femenino plural (2020) y del vídeo Niños sin padre: la eliminación del padre biológico en la crianza, dentro del espacio La Autopsia (YouTube).

10 Arquetipos e inconsciente colectivo (2009), compilación de textos de Carl Gustav Jung. No todas las mujeres se identifican con el arquetipo junguiano de la madre ni todos los hombres con el del padre; es frecuente que los papeles se intercambien.

11 Para saber más acerca de la autoconstrucción del sujeto, recomiendo el texto El yo y la ética. Manifiesto a la juventud de Félix Rodrigo Mora, dentro de la obra colectiva Ética y Revolución Integral. Reflexiones para una sociedad convivencial (2019), con prólogo de Heleno Saña.

12 Las hipermadres o hiperpadres, también llamados padres helicóptero (siempre revoloteando en la vida de sus hijos) o madres apisonadora (porque allanan el camino de sus vástagos) son, según Eva Millet, mujeres u hombres que ven a sus hijos como «seres intocables que hay que defender a toda costa y solucionarles todos los problemas». Este estilo educativo, tan en boga, produce niños emperador (pequeños tiranos bien servidos por sus progenitores en todos los caprichos que se le antojan) y desarrolla adultos aquejados de soberbia, frustración, miedos, inseguridad y escasa autonomía, es decir, individuos aptos para ser sometidos y abocados al consumo de psicofármacos. Algunos colectivos carentes de toda autocrítica han calificado la obra Hiperpaternidad (2016) de Eva Millet de «falacia patriarcal» y, para denunciar el libro, gritan consignas como «soy madre intensiva y tu etiqueta represiva me la paso por mi coño».

13 El complejo de Telémaco: Padres e hijos tras el ocaso del progenitor (2014) es una obra del psicoterapeuta socialdemócrata Massimo Recalcati, quien se lamenta de la pérdida de prestigio del padre en la educación de los hijos. Según Recalcati, el progenitor ha quedado reducido hoy a mero «compañero de juegos».

14 Después de más de una década ejerciendo como tutor en la ESO, creo estar autorizado para trazar el perfil predominante del adolescente que fracasa en los estudios, se caracteriza por su mal comportamiento en clase y por mostrar una actitud agresiva con las profesoras. Se trata de un chico que pertenece a lo que hoy se denomina familia monomarental, con un padre ausente y una madre desbordada sin mucho tiempo para la crianza, constantemente desautorizada por sus hijos y sin habilidades para imponerles límites. Podría ampliar el avatar señalando que este niño ha recibido como regalo un móvil muy caro mientras su hogar afronta penurias económicas y pese a que el chaval acumula varias expulsiones, suspende todas las materias y ha tenido ya algunos problemas con la policía y el consumo de cánnabis. También puedo añadir que la actitud de este chaval en mis clases es bastante correcta, tal vez porque un docente masculino que impone límites bien definidos sacia por unas horas a la semana el hambre de padre que tienen estos adolescentes.

15 Los equipos directivos de los centros de enseñanza secundaria, casi siempre conformados por mujeres, acostumbran a castigar con más dureza la pelea de dos compañeros de clase en el recreo que la agresión verbal de un adolescente de sexo masculino a una profesora. He llegado a presenciar tocamientos y a escuchar insinuaciones sexuales, amenazas de violación y hasta de muerte de alumnos a profesoras, faltas que considero muy graves y que han quedado impunes por decisión de unos equipos directivos femeninos que expulsan automáticamente a otros alumnos simplemente por haberse propinado unas patadas en el patio, riñas sin consecuencias y que han quedado en el olvido al día siguiente.

16 La hora semanal de tutoría no suele utilizarse para la orientación educativa y la resolución de conflictos de convivencia en las aulas, sino para que funcionarios y representantes de todo tipo de asociaciones utilicen la educación obligatoria para fomentar determinadas prácticas sexuales, ideologías y religiones políticas concretas a unos alumnos que son menores de edad, están en pleno proceso de madurez intelectual y no han elegido recibir este tipo de aleccionamiento contrario a su libertad de conciencia.

17 El 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Es bastante habitual que estas celebraciones escolares vayan acompañadas de consignas androfóbicas o que culpan de la violencia contra las mujeres al total de la población masculina.

18 En los inicios de mi etapa como profesor de secundaria, una alumna de 15 años explicó en su casa que yo la había insultado. Era mentira. Tuve que reunirme con la jefa de estudios, la madre de la chica y la propia menor que me había denunciado falsamente para disculparme por un insulto que nunca proferí, como podían atestiguar los treinta compañeros de clase de la estudiante ofendida y que fueron testigos de la situación. Pese a que había defendido mi inocencia y contaba con el respaldo de la clase de 3º de ESO, tuve que disculparme igualmente por exigencias de la directiva del centro (yo era demasiado novato en aquel momento y no supe oponerme a semejante atropello). Tras la disculpa, en vez de agradecer mi gesto de resignación, la madre de la criatura decidió amenazarme con enviar a «su hombre» para que me pegara. Lejos de solidarizarse con su colega, la jefa de estudios no dijo nada y agachó la cabeza. Mi paciencia se terminó, me remangué las mangas de la camisa y le dije a la señora que ya podía llamar a su marido, porque le esperaría en la calle. El padre no vino, la madre se fue sin decir nada, la chica no volvió a darme problemas en clase y la jefa de estudios dejó de comportarse conmigo como una sátrapa.

19 Los jóvenes se pasan casi tres décadas en las aulas y no saben producir alimentos, almacenarlos o cocinarlos; no saben coser ni tejer; no saben reparar un aparato mecánico ni electrónico; lo desconocen todo acerca de la construcción y el bricolaje; también desconocen cómo gestionar sus ingresos o cómo funciona el sistema laboral, legal e impositivo; son incapaces de tocar un instrumento musical; no saben nada de su propia cultura autóctona ni conocen el entorno natural en el que habitan; desconocen técnicas de autodefensa y supervivencia; no saben nada de programación informática, ni siquiera a desenvolverse en Excel; y lo que es más grave, ¡salen de la escuela y de la universidad sin haber leído a los clásicos, sin saber hacer cálculos mentales básicos, sin apenas comprensión lectora, con un pobrísimo vocabulario y sin los más básicos conocimientos sobre historia! Los chavales actuales, por contra, tienen una marcada predisposición a jugar con las pantallas, hacer el vago, ensuciar las aulas, masturbarse, autolesionarse, ofender al prójimo, quejarse continuamente, eludir cualquier tipo de responsabilidad y culpar a los demás, acumular conflictos con sus iguales que son incapaces de resolver y mendigar a sus adultos. Esta realidad está muy presente en las conversaciones del claustro de profesores pero, salvo lamentarse, nunca se toman medidas concretas para resolverla ni se asumen responsabilidades: la culpa siempre es de los chavales o de sus padres, cuando se trata de un problema integral que afecta al conjunto de la sociedad.

20 Hombres y mujeres. Cerebro y educación: Las diferencias cerebrales entre los sexos y su importancia en el aprendizaje (2008) de María Calvo Charro.

21 El sistema educativo otorga una gran importancia a las llamadas necesidades educativas especiales (NESE en Cataluña) y se redactan cada vez más planes individualizados (PSI en Cataluña) a alumnos con algún tipo de dictamen psicológico o de naturaleza socioeconómica. El problema es que los docentes no tienen ni la formación específica ni el tiempo material para atender adecuadamente esas diferencias. Como señala Inger Enqvist, «La escuela no puede ser una guardería, ni el profesor un psicólogo o un trabajador social». El resultado de la escuela inclusiva es la normalización de conductas agresivas, incívicas e irrespetuosas en las aulas y la caída en picado de la exigencia académica: el todo vale porque todos valen.

22 Ruiz-Valenzuela pertenece al Grup de Recerca del «Institut d’Economia de Barcelona».

23 Id 1.

24 Hace unos cuantos años trabajé en un centro de secundaria en el que el 97% de los alumnos eran extranjeros, la inmensa mayoría de ellos suramericanos y dominicanos. El problema más grave al que se enfrentaban los chavales era la violencia de las bandas, a las que la mayoría de ellos acababa perteneciendo. La causa principal de su militancia en bandas era que estos chicos no tenían padre; no sabían quién era o apenas habían tenido trato con su progenitor. La banda sustituía a su propia familia disfuncional y el líder ejercía la autoridad paterna que estos chavales anhelaban.

25 Finlandia obliga a que, como mínimo, uno de cada quince docentes de infantil sea hombre. Este modesto incremento consiguió una ligera mejora del 3% de los resultados masculinos en las más que subjetivas pruebas diagnósticas.

26 Las escuelas privada y concertada están regidas por las mismas directrices del Ministerio de Educación y de las consejerías autonómicas que la llamada escuela pública.

27 Recomiendo la lectura de las obras Historia secreta del sistema educativo (2003) y Armas de instrucción masiva: El viaje de un profesor de escuela por el proceloso mundo de la enseñanza obligatoria (2016) de John Taylor Gatto; también La sociedad desescolarizada (1971) de Iván Illich.

 

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